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Por: #BorderPeriodismo

No fue para los jubilados la novedad, sino para los jóvenes. La Presidenta anunció el Plan Progresar, una ayuda económica de 600 pesos, con fondos del Tesoro Nacional para los jóvenes de entre 18 y 24 años que no estudian y no tienen trabajo o lo hacen de manera informal. Dijo también que viajará a Cuba para la cumbre del CELAC.

Y fue para los jóvenes los dos discursos en los patios de la Casa Rosada que le siguieron a la Cadena Nacional tras 34 días de silencio.
Por supuesto, lo más picante estuvo en esos dos diálogos con los militantes, en los que pidió no enojarse con quienes hablaron de una supuesta enfermedad para explicar su ausencia. «El pecado no es creer, el pecado es mentir», bajó línea, en un claro intento de acercarse a los ciudadanos críticos y separarlos de los medios.
La Casa de Gobierno estuvo colmada: literalmente no cabía un alfiler y la ansiedad por el reencuentro se notaba en las caras de los jóvenes. Y hay que decirlo, a Cristina se la vio lúcida, fuerte e histriónica como siempre. «Este es el tercer discurso, debe ser la abstinencia», dijo con humor para regocijo de los presentes. 
Por supuesto, no hubo mención a los problemas que preocupan a una porción importante de la sociedad (inflación, crisis energética, restricción a la compra de dólares).

 «Entre todas las mentiras, dijeron que no iba a ir a la Celac por problemas de salud. Es otra de todas las mentiras que han hecho. Si realmente pudieran distinguir las mentiras, no hubieran pasado las cosas que pasaron en este país», señaló, y agregó: «Quieren crear una sensación en los argentinos de que yo ya no podía más. La verdad es que he tenido algunas dificultades, pero querría ver a quienes tuvieron la misma dificultad que yo, si hubieran podido gobernar a los 40 millones de argentinos», dijo en lo que fue su único «blanqueo» de los evidentes problemas de salud que la tuvieron, entre la operación y este descanso, casi dos meses corrida del centro.

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En ese primer discurso de regreso, en cadena, dejó algunas frases interesantes, como que “en una década no se puede hace todo (…) se van a necesitar muchas décadas para recuperar tanto daño social». Y también señaló que (a los medios) «les molesta el régimen de plena ocupación, el nivel de participación de los trabajadores en el PBI».

En un clima de fiesta, con su manejo del público casi rockero («¡¿me escuchan?!», repitió en tres oportunidades a modo de arenga), volvió CFK. Por triplicado y para su público predilecto. Habrá que ver si este intento por marcar la agenda y recuperar protagonismo sigue o si Cristina vuelve a cuarteles de verano. 

Por lo pronto, el día siguiente a su aparición pública, el peso se devaluó como nunca en diez años y hoy tocó los 8,40 para comprar un dólar en el mercado oficial aunque luego el Central intervino y logró cerrar la cotización a 7,79, en lo que fue una clara devaluación controlada que se libró a manos del todopoderoso Mercado. Y una vez más, la realidad nos pasó a todos, incluidos los discursos, por arriba.

 
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