El kirchnerismo y la recurrente contradicción entre lo que se dice y lo que se hace

Por: #BorderPeriodismo

El kirchnerismo podrá ser analizado a fondo con el paso del tiempo. Como una de las ramas del peronismo (ese gran universo argentino que es mucho más que una idea política), sin lugar a dudas deberá ser estudiado e incluido en los análisis que sólo pensadores del mismo movimiento como José Pablo Feinmann pueden encarar.

Hoy es materia del periodismo desmenuzar las acciones de Gobierno y sus motivaciones, pero incluso el periodismo ha sido interpelado por esta fuerza que nació en 2003 con la resignificación de la categoría «periodista militante». Aquí vamos a arriesgar sólo una aproximación a cinco contradicciones del partido del Gobierno, que como pocas veces exige repensarnos.

1-Votos: Néstor Carlos Kirchner llegó al poder con tan sólo el 22% de los votos. Perdió aquella primera vuelta en 2003 frente a Carlos Saúl Menem, quien luego renunció al ballotage. Desde ese nulo conocimiento electoral logró construir un poder inusitado y acaparó un caudal de votos propio envidiable. Y, para completar la confusión, recordemos que no se presentó para la reelección en 2007, dejando el camino servido para su esposa, Cristina Fernández, que ganó con el 45% de los votos y luego fue reelegida con aquél histórico 54% en 2011. En 2015, con la imposibilidad de presentarse a elecciones para un tercer mandato, el kirchnerismo puro dejará el poder sin (hasta ahora) haber conseguido colocar a un candidato propia en la línea sucesoria.

2-La marchita: El kirchnerismo nació alejado de los símbolos peronistas tradicionales, pero terminó cobijándose en ellos para no perder fuerza. Kirchner no enarboló la bandera de la JP, ni colgó el cuadrito de Perón en su primer despacho en la Rosada. CFK terminó haciendo una alegoría permanente de Eva y sus ministros siempre se reconocieron peronistas «de izquierda». La marcha se canta en todos los actos, La Cámpora volvió a levantar las bandera de la JP y Cristina se volcó como nunca al manual del partido para no perder poder.

3-DD.HH.: Ni Néstor ni Cristina tuvieron una militancia reconocida en contra de la dictadura militar, a pesar de moverse en ámbitos políticos en La Plata, donde estudiaron y se conocieron. Los más arteros señalan que no presentaron un solo habeas corpus (recurso necesario para dar entidad a los desaparecidos), siendo los dos abogados. Su militancia por los derechos humanos no tiene registros hasta la llegada a la Presidencia, cuando promovieron la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, dieron el marco adecuado para proseguir con los juicios contra genocidas y torturadores, además de un sinfín de gestos y acciones fundamentales que todos reconocen como positivos. Bajar el cuadro de Jorge Rafael Videla de la ESMA fue un punto simbólico de vital importancia para Néstor Kirchner.
Claro está que ese pasado silencioso y un presente combativo no es suficiente para hablar de contradicción: sí lo es la designación al frente del Ejército de César Milani, militar sospechado por su desempeño durante la dictadura e investigado por la desaparición del soldado Alberto Ledo en La Rioja.

4-Empleo: Desde el discurso, el kirchnerismo habló siempre de la cultura del trabajo. En los últimos diez años el desempleo cayó a menos del 7% y se abrieron paritarias anuales que mejoraron el ingreso de los trabajadores asalariados. Pero el empleo en negro (incluso dentro del Estado) se mantiene entorno al 30% y hoy la inflación no sólo se «come» los aumentos sino que se «devora» el poder adquisitivo del salario. Aún haciendo caso al nuevo Indice de Precios al Consumidor, la inflación acumulada anual sería en 2014 superior al 40 por ciento. De todas formas, el sueldo argentino es de los más altos de la región en cuanto a poder adquisitivo.
Hoy se discuten paritarias con más aspereza que antes, se fijan topes que antes no se fijaban, gran parte de los gremios se pararon en la vereda de enfrente y la inflación amenaza seriamente el bolsillo de los trabajadores.

5-Redistribución y riqueza personal: Pepe Mujica, el presidente uruguayo, es para muchos argentinos, un modelo de político honesto. De pasado luchador (sufrió en carne propia el encierro) y presente humilde, es todo lo que muchos compatriotas bienpensantes quieren de un presidente.

Cristina y Néstor supieron acumular riquezas al mejor estilo capitalista, el mismo sistema que critican desde el discurso. Y, para muchos, esas riquezas sólo se pueden justificar con una serie de negocios realizados en y gracias al poder. CFK declaró una fortuna de 43 millones de pesos en su última declaración jurada. Distintas consultoras privadas señalan que uno de cada tres argentinos tiene problemas para llegar a fin de mes. Por otra parte, siendo la redistribución de la riqueza una de las banderas del kirchnerismo, durante la última década los ricos se hicieron más ricos, como siempre.

Si le hacemos caso al INDEC (el instituto que dibujó la inflación por siete años, claro), en 2013 el diez por ciento de la población ocupada concentró el 25,5% de los ingresos, en tanto que el 10% más pobre reunió el 2,1%, mejorando levemente los registros de 2011. Pero un dato publicado desde la agencia oficial Télam nos muestra la disparidad: los 15 empresarios más ricos del país concentran 26.850 millones de dólares, es decir poco menos que las reservas del Banco Central.

Y si nos vamos a las fórmulas de los economistas, nos encontramos con que la Argentina tiene un coeficiente de Gini de 0.364. Este índice que mide la distribución del ingreso (no los precios) debería estar cercano a 0,25 para un país desarrollado, mientras que más de 0,55 se considerada “alta asimetría”. En nuestro país (siempre según el INDEC) ese valor viene bajando desde 2003 cuando tocó un techo de 0,471, pero, he aquí el truco, sólo mide a la población económicamente activa y ocupada. Es decir, el universo de desocupados, subocupados, y trabajadores en negro no está contemplado en esta fórmula.
Nuevamente, CFK insiste en un punto desde el discurso, mostrando luego en su economía familiar una voracidad capitalista que poco tiene que ver con lo que predica.

 
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