Las batallas del gobierno: No está muerto quien pelea

Por: #BorderPeriodismo

El Gobierno ha elegido la estrategia del blindaje para dar batalla en los dos frentes que tiene abiertos: el externo, con la disputa frente a los fondos buitre; y el interno, con el vicepresidente procesado por cohecho. 

Era lo previsible: el diálogo, el consenso, el reconocimiento de los errores no es el fuerte del kirchnerismo. Se nota, sobre todo, en el caso Boudou, el gran lastre de Cristina en este final de ciclo, que más pronto que tarde terminará hundiendo cualquier posibilidad de supervivencia que no contenga la palabra «cambio» o «renovación».
Son, si uno lo mira desde la estrategia, los ejes de campaña del peronismo no kirchnerista, como el caso de Daniel Scioli y de Sergio Massa. El gobernador está en ese -a veces exasperante- laboratorio de ensayos probando cuánto de cambio y cuánto de continuidad debe poner en la fórmula para llegar a la Casa Rosada. El tigrense en cambio se ha decidido por el barajar y dar de nuevo, lo que le valió un gran triunfo en las legislativas y que aún hoy lo coloca palmo a palmo con DOS.
El abroquelamiento kirchnerista tuvo su punto culmine en la negativa al juicio político en el Congreso, algo más que esperable pero que no deja de ser un síntoma de época. Si alguna vez el Gobierno nos prometió renovar la forma de hacer política, esa ilusión se hizo añicos con esa defensa cerrada de un hombre procesado que ocupa uno de los cargos más altos en la estructura democrática. Que si Amado se quedó o no con la imprenta Ciccone es sin dudas un tema para la Justicia. Pero que algunos elementos dan lugar a la duda razonable es innegable.
Así como el kirchnerismo pidió la cabeza de Mauricio Macri al quedar procesado por el caso de las escuchas ilegales, era de esperar que la oposición hiciera lo mismo con Boudou.
Flaco favor se hizo a sí mismo el jefe de Gobierno al articular la inexplicable frase que nos dejó a todos boquiabiertos: «No es lo mismo quedarse con la máquina de hacer billetes que una red de escuchas». Si Macri quiere ser presidente, tendrá que pensar mejor antes de hablar. 
Boudou eludió la indagatoria pautada por el juez Ariel Lijo -uno de los comensales invitados al ágape de la Embajada de EE.UU por el Día de la Independencia norteamericana, junto al CEO de Clarín Héctor Magnetto, entre muchos otros- y espera aún el llamado de CFK indicándole para dónde correr.
La licencia en el Senado suena cada vez más fuerte, visto el bochorno que puede resultar de una sesión presidida por el político con peor imagen de la Argentina. Esa decisión caerá a más tardar a fin de mes, mientras que Aimé eludirá sus labores parlamentarios y ejecutivos con viajes como el que realizó por Cuba y Panamá.
El frente externo aparece más claro en relación a la empatía que la posición argentina genera en los países de la región -muestra de ello fue el contundente apoyo de la OEA, ayer en Washington, con la abstención de Estados Unidos y Canadá- y también en el electorado. Las mediciones le dan bien a Cristina en el manejo con los holdouts, y Axel Kicillof, mal que le pese a muchos, rankea bien entre los ministros «votables» del Gobierno.
El ministro de Economía rechazó de plano una reunión con los representantes de NML, pero sí desde el lunes empezarán las conversaciones con el mediador designado por el Juez Griesa, Daniel Pollack. Allí el Gobierno, estaría dispuesto a ofrecer bonos, y un plazo de pago no anterior a diciembre, para dejar vencer la cláusula pari passu, que podría convertir los 1.500 millones de dólares en 120.000 millones. Un crack financiero que revive los fantasmas del 2001.

 

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