Ataque a Gaza: en medio de tanta muerte, retrato de una mujer indispensable.

Por: #BorderPeriodismo

Mientras el ataque sobre Gaza no cesa, la activista israelí por la paz Nurit Peled (Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia en 2001 y profesora universitaria) defiende el derecho de los palestinos e israelíes a vivir en paz y acusa al gobierno de su país por haber forzado a la población a vivir en “estado de apartheid”. Esta es la historia.

Por Fernanda Sández

Es israelí, orgullosamente israelí. Es judía, orgullosamente judía y defensora a ultranza de la cultura, la tradición libertaria y de defensa de los derechos humanos. Es una catedrática respetada, graduada en la Universidad de Jerusalén, docente e investigadora en temas de educación. Es, también, una víctima: Smadar, su hija de catorce años, fue asesinada en el centro de Jerusalén en un ataque terrorista suicida de Hamas.

Pero, antes y por encima de todo eso, Nurit Peled es un espíritu libre y una conciencia lúcida. Su padre (Mattiyahu Peled, general del ejército israelí y ferviente crítico de la ocupación de Gaza y Cisjordania al cabo de la llamada Guerra de los Seis días, una acción militar sobre los países vecinos que le permitió a Israel triplicar su territorio en menos de una semana) fue quien la inició en aquello de la duda metódica, de no comprar ideas “a paquete cerrado” y de buscar la verdad al precio que fuere. “Heredé el espíritu dialogante de él”, asegura.

Tal vez por eso, cuando en septiembre de 1997 su hija fue asesinada y ella recibió el llamado de condolencias del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no dudó en decirle “ha sido tu política de ocupación la que ha matado a mi hija”. Apenas después, ella y su marido, Rami Elhanan creaban el Círculo de Padres, una organización que reúne a familiares de víctimas palestinas y judías, y promueve el entendimiento y el respeto entre las personas como único camino posible hacia la paz.

  Nelson Mandela: las memorias de un héroe

«Cuando mi hija murió”, diría después, “no cedí a la desesperación y pronuncié un discurso que tuvo mucha resonancia, ya que lo centré en la responsabilidad de una política miope que se niega a reconocer los derechos del otro y que fomenta el odio y los conflictos».

Pero no sólo eso, no: también comenzó a preguntarse cómo era que chicos y chicas supuestamente formados en valores humanos y sentido de hermandad y progreso ( y muchos de ellos, también, descendientes de familias arrasadas por la Shoah) se convertían, una vez en el ejército, en seres literalmente capaces de hacer cualquier cosa. ¿Qué había pasado en el medio?

Por eso, como especialista en Literatura Comparada e investigadora, Peled analizó los libros de texto escolares, aquellos con los que se educa a los chicos en su país. Y descubrió, espantada, cómo el proceso de “invisibilización” del pueblo palestino y su contrucción como “enemigo” a eliminar no sólo es fogoneado desde el Estado sino que además es instalado desde la primera infancia en la cabeza de cada nene israelí. Eran decenas de libros borrando a los palestinos de los mapas, de la historia y hasta de la vida: “No hay palestinos médicos ni enfermeras. Sólo campesinos o terroristas”, ironiza Peled en una entrevista.

Todo quedó registrado en Palestina en los textos escolares de Israel: Ideología y propaganda en la educación, el libro que publicó hace tres años y en el que sintetizó sus hallazgos. Entre ellos, la sistemática destrucción de cualquier libro que no coincida en todo con la “historia oficial” impulsada por el gobierno israelí, ésa en la que los palestinos son “árabes”, “enemigos” y, por lo tanto, pasibles de ser sometidos a lo que fuere en nombre de la “seguridad nacional”.

Y es justamente esa mirada racista y xenófoba la que critica Peled, convencida de que –estancados en la visión de gheto, construyendo murallas y separando y clasificando a las personas según su origen, así habiten en un mismo país- la sangre nunca dejará de correr. Y nadie mejor que ella para saber cuál es el costo real de la violencia convertida en política de estado.

  Las Fuerzas Armadas de Israel encontraron sin vida al sobrino de León Gieco

“Los ciudadanos árabes de Israel han vivido bajo ocupación por cerca de 65 años, y los ciudadanos judíos de Israel viven bajo un sitio que ellos mismos se han impuesto. Todos estamos sujetos a un régimen colonialista que incluye apropiación de tierras y recursos de agua, limpieza étnica, destrucción del paisaje y del espíritu humano”, sostuvo en su encendido discurso en Tel Aviv en 2012, al cumplirse 45 años de la invasión y ocupación israelí de los territorios palestinos.

Y agregó que “a los árabes se les ha impuesto una lengua y una cultura que no necesitan, excepto para expresar que han sido conquistados, y su propia lengua y su cultura han sido deliberada e institucionalmente eliminadas de la vida de los judíos. Así, desde su nacimiento, Israel ha venido perpetuando, a través de regímenes opresivos, una sociedad alienada y una cultura separada de este lugar, de sus habitantes, de sus aromas y sus sabores. Incluso los árboles y las flores de nuestros jardines son foráneos, alienados, no pertenecen al lugar. Esta alienación atestigua una y otra vez que el día de su fundación Israel estampó en su bandera el símbolo del apartheid y el racismo”.

Ghetto. Apartheid. Racismo. Crimen. Deshumanización. Peled, amante y artesana de las palabras, habla cómo pocos se atreven a hacerlo tal vez porque sabe que en el modo de referir el mundo, en las palabras que cuentan las cosas se oculta, también, la posibilidad de mejorarlo o empeorarlo para siempre. Y ella, eso está más que claro, ha decidido no callar y alzar la voz los las verdaderas y únicas víctimas de la violencia que le conviene tanto a Hamas como al gobierno israelí: las familias –palestinas e israelíes- que ponen y vuelven a poner sus muertos en una pira que no para de crecer. Por eso también, y desde 2009, Peled es miembro del Tribunal Russell sobre Palestina.

  El fuerte pedido de la familia del bebé argentino cautivo en Gaza

Inspirado por aquel tribunal internacional de 25 miembros del que fueron parte Bertrand Russell y Jean Paul Sartre, y que en su momento sentó posición frente a los crímenes de guerra cometidos en Vietnam del norte por las tropas norteamericanas, el Tribunal Russel sobre Palestina busca crear un espacio similar para escuchar las denuncias contra Israel en los territorios ocupados.

Para Peled, este conflicto que parece eterno no tiene más salida que una salida negociada, y entre iguales. Dos estados libres y democráticos, no dos guetos en donde el odio y la masacre sólo les sirva a quienes detentan hoy el poder para permanecer y enraizarse en él. Porque allá en el fondo- y acá, en la superficie- detrás de todo subsiste la desconfianza, el desconocimiento y sobre todo, el miedo fogoneado hasta el paroxismo. El otro convertido en un monstruo temible, frente al que lo único que vale es la tortura, el misilazo, la exterminación.

Justamente por eso, a tres semanas del inicio de la Operación Margen Protector sobre Gaza, con 1200 palestinos (civiles, mujeres y chicos casi la mitad de ellos) asesinados y 55 israelíes muertos, miradas como las de Nurit (su nombre, valga la casualidad, significa “Lucecita”) son desesperadamente necesarias. Mejor dicho: imprescindibles. Porque, como reza aquella vieja y siniestra frase, “Donde se comienza quemando libros, se termina quemando gente”.

Para saber más:

* https://www.youtube.com/watch?v=VOQWreWqTDk

* https://www.youtube.com/watch?v=SUdWxaOOJCQ

 

 

 

Suscribite a nuestro newsletter
* Recibirás emails de cada publicación semanal
Notas relacionadas
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Con tu suscripción al Newsletter de Border Periodismo recibirás emails de cada publicación semanal.
* Recibirás emails de cada publicación semanal