¿CFK quiere terminar la disputa con los Buitres?

Por: #BorderPeriodismo

Esta semana será definitoria para la disputa entre la Argentina y los fondos buitres; no porque venzan plazos de pago –el país ya está en default y la próxima cuota es a mediados de septiembre- sino porque marcará las verdaderas intenciones del Gobierno de CFK en este entuerto. El Gobierno dejará en claro si Cristina quiere arreglar el problema hoy o si prefiere extenderlo a 2015, con fines electorales.

La salida posible es hacer una “vaquita” para comprar los bonos defaulteados a los holdouts: el plan está muy avanzado, con la participación no sólo de los bancos privados argentinos, sino con la sumatoria de empresarios locales y bancos e inversores extranjeros (se habla de los brasileros Caixa Federal y del BNDES).

Los blogs económicos de Wall Street indican incluso que Paul Singer, dueño de NML Capital (que tiene el 50% de esos bonos defaulteados no reestructurados) ya habría aceptado vender sus papeles al 80% del valor nominal, es decir 1.200 millones dólares en vez de los 1.500 millones que reclama. El negocio sigue siendo fabuloso, porque esos bonos, si los contáramos como los que entraron al canje de 2005 y 2010, no valdrían más de 500 millones, sin contar además que se compraron por un tercio de su valor. Días atrás fue Eduardo Eurnekian, titular de la Corporación América, el que reconoció las tratativas.

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Dijo que habría muchos otros interesados en sumarse a la negociación que están desarrollando cuatro bancos internacionales de los más importantes: JP Morgan, Deutsche Bank, Citi y HSBC. ¿Cómo sería la operatoria? El acuerdo sería entre privados, con el aval del Tribunal de Thomas Griesa, pero sin la intervención del Estado argentino, que sólo observará las negociaciones. Pero la mano de la política, tan o más larga que la “invisible” del mercado, sí juega un rol fundamental. Y es que CFK apuesta todas las fichas a un triunfo de la causa nacional y popular sobre los Buitres para ensalzar su gestión y concluir épicamente su mandato. Es por esa razón que mandó a su ministro dilecto, Axel Kicillof, directo desde Caracas a Nueva York para desarticular la movida de los bancos privados argentinos que podría haber zanjado la disputa con los holdouts en ese último día de plazo para no caer en cesación de pagos. Los resultados están a la vista: el ministro de Economía endureció su postura, no aceptó nada que no fuese reponer el stay (o cautelar) para suspender el pago hasta 2015, con la excusa de la cláusula RUFO y Cristina aprovechó para repartir a diestra y siniestra contra el capital concentrado, contra el mismo Gobierno de los EE.UU –presentando una denuncia en La Haya, que no prosperó- y atacando al mediador del juez, Daniel Pollack.

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En esa eterna lucha entre Economía y Política, que hay que decirlo en la Argentina siempre tuvo como ganador al mercado y sus representantes dentro del Estado, hoy el kirchnerismo a fuerza de épica, relato y también algunas acciones concretas, sigue disputando poder. Aunque el acuerdo entre privados no compromete al Estado, si CFK patease el tablero nuevamente, nada quedaría en pie del acuerdo. Las consecuencias, tal como hemos escrito en Borderperiodismo, no serían positivas para la economía real en un contexto recesivo, inflacionario, emisor, de depreciación de la moneda y de caída del empleo y la actividad. No hablamos del abismo, eso está claro, porque Argentina tiene voluntad de pago, y tiene fondos propios, tal como ha demostrado en los acuerdos anteriores con el FMI, con los holdins, y con el Club de París, sin contar el pago multimillonario a Repsol por YPF.

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Por esos arreglos hay políticos opositores como Pino Solanas (Frene UNEN) que reclaman explicaciones detalladas de montos y comisiones en el Congreso. Claro, sin suerte porque no es una característica del Frente para la Victoria mostrar la letra chica. La disputa en lo que algunos llaman «el juicio del siglo» le reporta una imagen positiva del 70% a Cristina; posiciona a Kicillof como presidenciable incluso por encima de Florencio Randazzo y construye las bases de la tan mentada  «huida hacia adelante» que tienta a la Presidenta, su hijo Máximo y al «hombre de confianza» Carlos Zaninni. Fue el Chino quien habló para la juventud en un acto partidario hace una semana y adelantó que «el candidato de Cristina no va a ser ninguno de los que se mencionan», dando a entender que ni Sergio Urribarri ni Randazzo serán ungidos con ese honor. Cuando esta semana terminen las negociaciones entre los empresarios, y los litigantes se sienten una vez más en casa de Griesa para escuchar la oferta, no habrá más lugar para las especulaciones: CFK y su plan quedarán expuestos a la vista de todos.

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