¿Cuál es la misión que Cristina Kirchner le encomendó a Aníbal Fernández?

Por: Javier Álvarez

Cristina le ordenó a Aníbal que instale al porteño como el principal contrincante. El oficialismo operará sobre las encuestas afines para marcar un declive del jefe del Frente Renovador. Van a ligarlo al “efecto De Narváez”. Más que a presión, la política es a rosca. Todos los detalles, en esta nota de #BorderPeriodismo.

Por Javier Alvarez

Cristina Kirchner se reunió con su flamante «win izquierdo habilidoso» Aníbal Fernández el fin de semana y trazó líneas para encarar la campaña: no le dijo quién será el candidato, pero le ordenó polarizar con Mauricio Macri.

La jefa de Estado se decidió por poner en marcha el operativo desgaste contra Sergio Massa, el candidato opositor que más ruido le hace. Fue su jefe de Gabinete, se fue, armó su espacio, compitió y le ganó al kirchnerismo en las urnas en 2013.

“Hay que pincharlo en las encuestas”, mandó la mandataria. Así, Massa irá declinando con el paso de las semanas en las encuestas afines al Gobierno que aparezcan durante el sofocante verano que ya comenzamos a vivir.

Varios factores analizó la presidenta con Aníbal: el kirchnerismo sigue siendo la fuerza preponderante a nivel nacional en intención de votos, pero por ahora no tiene candidato más que Daniel Scioli. Y Massa viene jugando fuerte con su armado en las provincias.

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Scioli tiene buena relación con los gobernadores pejotistas y de los potables, es el más conocido, con más aparato propio. Según las encuestas, es el único del arco más o menos oficialista que le puede ganar a cualquier opositor.

El bonaerense estuvo el sábado en Trelew junto al gobernador de Chubut, Martín Buzzi. Volvió de allí con un sinsabor dado que el chubutense sufrió vacío de los intendentes más importantes de la provincia.

Los grandes ausentes fueron los jefes comunales de Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Esquel, Rawson, Trelew y otros que se abstuvieron de acompañar a Scioli porque están jugando fuerte en la precandidatura de Norberto Yahuar.

Cristina observa el avance de la campaña de Scioli y no divisa alternativa, aunque como adelantó #Border dos meses atrás, podría negociar su apoyo de último momento a cambio de poner al vicepresidente o la continuidad del ministro de Economía, Axel Kircillof, en el mismo puesto.

En la vereda de enfrente, Massa le para un equipo económico integrado por Roberto y Marco Lavagna, Ricardo Pignanelli, Martín Redrado, Miguel Peirano y Ricardo Delgado. Todos éstos prometen terminar con el cepo cambiario en 100 días. Y el diputado avanza en paralelo en acuerdos con radicales.

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Macri, en cambio, no tiene aparato en el 90 por ciento de las provincias y lanzó un desafío delicado para llegar al poder: “Yo puedo demostrar que se puede gobernar sin el peronismo”, dijo el jefe de PRO.

De esa frase se prendió la jefa de Estado para poner a trabajar a todo el aparato oficialista para instalar a Macri como el verdadero contrincante: sólo es torazo en rodeo porteño y puede hacer fuerza en Santa Fe, pero está desprovisto en el resto del territorio.

Fernández reaccionó el día después de la bajada de línea y salió a pegarle a Massa. «Le dimos una calesita la chocó», dijo sobre la gestión del ahora diputado en la jefatura de Gabinete, tras pasar por la ANSeS.

“Lo echaron en un año», insistió y afirmó que Macri a diferencia del ahora diputado «es coherente» porque se mantiene en su postura de llevar el rumbo político de la Argentina hacia la derecha. “Massa es un mamarracho», disparó el hombre de los bigotes prominentes.

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 Fernández llamó al diputado Carlos Kunkel, un hombre de la vieja guardia kirchnerista, y le dio precisiones sobre la charla con la Presidenta. Rápido de reflejos, el ultraoficialista comenzó con el tiroteo.

 «Massa pone cara de importante y dice la más soberana pelotudez», dijo y agregó que “puede robar otras cosas como viene haciendo pero no votos del peronismo. Las supuestas fuerzas opositoras duran 2, 3 o 4 años y después se extinguen».

 El kirchnerismo buscará ligar al diputado al “efecto” Francisco De Narváez, que supo ganarle en las urnas legislativas al propio Néstor Kirchner en 2009, pero luego se desinfló y dejó de ser una opción opositora fuerte.

 Así, reveló Kunkel que lo que preocupa al núcleo duro kirchnerista es la posibilidad de que al Gobierno le birlen votos peronistas en la provincia de Buenos Aires, que cuenta con casi el 40 por ciento del padrón nacional. Macri, en esa, no tiene chances: es antiperonista confeso.

 Cristina también ordenó no descuidar el frente judicial y ligarlo a Massa cuanto más se pueda al polémico juez Claudio Bonadío. A partir de estas decisiones, comienzan a tener mayor peso los cambios en la exSide.

 

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