#Nisman: ¿fue el chivo expiatorio de una brutal operación de inteligencia?

Por: Javier Álvarez

La publicación de la acusación completa de Nisman no despejó las dudas sobre la verosimilitud de las pruebas. La sombra de Stiusso crece y atraviesa la causa AMIA. Detalles de la denuncia sobre escuchas ilegales que el juez Sergio Torres no investigó. Y el nuevo cuadro geopolítico en el que EEUU hace negocios con Irán mientras Israel asesina a familiares de acusados por el atentado a la mutual judía en Buenos Aires.¿ Es entonces Alberto Nisman el bufón fusible de una brutal operación?

Por Javier Álvarez (Por @JaviAlvaBa)

Las 289 páginas de la denuncia que el fiscal Alberto Nisman realizó contra la presidenta Cristina Kirchner sólo confirmaron las dudas sobre la verosimilitud de las pruebas con las que intentaba comprobar el posible encubrimiento del atentado a la AMIA. Nisman sostenía que Cristina Kirchner negoció levantar las acusaciones contra Teherán para poder comprarle petróleo barato a cambio de granos y para eso acordó montar una pista falsa en la que se acusara a grupos «fachos locales». El texto, redactado con códigos más periodísticos que judiciales (por la utilización de conectores y una conjugación verbal típicos de una crónica noticiosa), irradia a prima facie que el fiscal quedó en medio de una operación sin precedentes.

Quienes continúen con el expediente deberán analizar los audios de las supuestas escuchas –hasta ahora ilegales por no haber sido autorizados por un juez- que sustentan la denuncia de Nisman y otras pruebas, y determinar la veracidad de las mismas. Nisman parece haber caído en la trampa de los “servicios”, que le proveyeron información falsa. El fiscal se envalentonó con un manifiesto que era viable sólo hasta la frontera de la comprobación fáctica de cada una de las pruebas.

A la jefa de Estado le tocará sí el deber de responder por la contrainteligencia que operó sobre el fiscal, si es que ésta salió de una oficina presidencial como lo es la Secretaría de Inteligencia. Entonces, ¿quién lo ordenó y por qué?

LOS ESPÍAS QUE NO ERAN ESPÍAS

Ramón Allan Héctor Bogado y Héctor Yrimia, los dos supuestos agentes de inteligencia denunciados por el fiscal por participar en la maniobra para encubrir el atentado nunca trabajaron en la Secretaría de Inteligencia (SI). Ésa fue la información que Oscar Parrilli -flamante  jefe de la SI y hombre de estrecha confianza presidencia- le transmitió al juez federal  Ariel Lijo, a cargo de los expedientes. “Ellos No pertenecen ni han pertenecido” al organismo.

Bogado e Yrimia son señalados en los tribunales porteños por tener una relación estrecha con el espía Antonio “Jaime” Stiusso -el hombre al que se dirigen todas las sospechas- y que a ésta altura ya se encontraría refugiado en Nueva York, según fuentes consultadas por #BorderPeriodismo.

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Según la denuncia de Nisman, Bogado habría sido el contacto extraoficial oficial entre el Gobierno argentino y el hombre de confianza de Irán en Buenos Aires, Jorge Khalil, apodado “Yussuf”. Así se desprende del desgrabado de las supuestas escuchas.

Bogado, de 44 años, es un misionero al que se lo vio en oficinas del edificio Centinela, de la Gendarmería, fuerza en la que tendría contactos de primer nivel que le habrían brindado protección a cambio de información proveniente de la contrainteligencia y el tráfico de influencias.

 ¿QUIÉN ES STIUSSO?

Stiusso, que ofició de Director de Operaciones hasta el 17 de diciembre cuando fue echado por el Gobierno, supo ganar batallas asperísimas en el corazón del espionaje oficial, siempre con aceitados contactos con la inteligencia de Estados Unidos. Incluso –es indicado en denuncias judiciales a las que accedió #Border- como un estrecho colaborador del General Carlos Alberto Martínez, quien concentraba en el Batallón 601 la información sobre la represión ilegal y la desaparición forzada de personas en la última Dictadura. Stiusso, que ingresó a la SIDE en 1972 durante el (noveno) gobierno de facto liderado por Alejandro Agustín Lanusse, habría también tenido vinculaciones con el coronel Rubén Visuara, de quien dependía el centro clandestino Automotores Orletti, en el barrio porteño de Floresta.

En la SI le endilgan a Stiusso de haberse “cargado” a Patricio Finnen, uno de los máximos jefes de la SIDE en la investigación del caso AMIA hasta el 2003, quien había reconocido que Brasil advirtió dos veces sobre un ataque terrorista en Buenos Aires meses antes del 18 de julio de 1994 y él no avisó.

EL CONTROL DE KIRCHNER Y LA DENUNCIA QUE LO ANTICIPÓ TODO

En 2004, Néstor Kirchner logró controlar la SI, reacomodar y ascender a algunos espías, entre los que “el ingeniero” Stiusso fue puesto a trabajar en la pesquisa por la voladura de la mutual judía. Así fue que el espía conoció a Nisman.

Fuentes judiciales aseguraron a #Border que Stiusso era el encargado de reportar a Kirchner cada movimiento de la causa. “Sabía más del expediente que yo”, reconoció el propio Nisman días antes de su fallecimiento en un programa de un canal de noticias.

Tras la muerte de Kirchner el 27 de octubre de 2010, se desató una feroz interna en la SI por espacios de poder y el manejo de un presupuesto anual de unos 1.400 millones de pesos, pero Cristina Kirchner no respondió de inmediato a la luz titilante de la bomba a punto de explotar.

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Ni Cristina ni la Justicia Federal se hicieron eco de las denuncias públicas y judiciales que hizo, por ejemplo, el ex intendente de José C. Paz Mario Ishii cuando –asegura- fue amenazado de muerte en junio de 2014. Ishii denunció el 4 de julio de 2014 en el Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal número 12 a cargo del juez Sergio Torres que Stiusso le había pinchado el teléfono y lo estaba escuchando en forma ilegal: la causa es la 6529/2014.“Me han intervenido los teléfonos en forma ilegal”, le dijo Ishii al juez y agregó que “es una práctica habitual de Stiusso” a través de la oficina de intervenciones y observaciones judiciales de la SI, denominada como “OJOTA”. El ahora senador provicnial no quedó conforme y llamó a la Presidenta para advertirle lo que estaba sucediendo, y le remarcó que gobernadores, legisladores, intendentes e incluso ella misma estaban siendo escuchados por el espía. Cristina lo oyó y no respondió. Ishii era uno de los mejores amigos de Kirchner, pero la Presidenta no es de aceptar en su soledad de la Quinta de Olivos consejos de cómo manejarse ante situaciones sensibles y extrema gravedad, que ponen a su propia estabilidad en juego. Sólo CFK  sabe si el alerta lanzado por Ishii la llevó a tomar la decisión cinco meses después a descabezar a la SI, que estaba presidida en las formas por Héctor Icazuriaga.

En los últimos meses se había registrado una fuerte puja entre el sector más estructural e histórico de la SI y la Casa Rosada, sobre la base de las diferencias por el memorándum de entendimiento de la Argentina con Irán. El sector más longevo y oscuro de la SI comulgó en las últimas cuatro décadas con información y líneas políticas sugeridas por la CIA y el Mossad para manejar la investigación del atentado contra la AMIA. Quizás eso explica el estancamiento de la causa.

EL DESCENLACE, EN UN MUNDO HIPÓCRITA

La salida de gran parte de la cúpula de la SI y principalmente del polémico Stiusso fue lo que le configuró un nuevo escenario a Nisman. De pronto, desaparecieron fuentes de inteligencia encubiertas que le transmitían datos supuestamente acertados. La independencia del fiscal de la contrainteligencia interna en la Argentina y servicios extranjeros como la CIA estadounidense y el Mossad israelí son factores que no se pueden obviar al analizar por qué Nisman procedió como procedió.

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El perfil del fiscal había salido a la superficie en 2010 cuando WikiLeaks publicó una serie de cables de la embajada de Estados Unidos en los que se comprobaba la influencia de Washington en la investigación que él llevaba adelante sobre la AMIA. Los cables filtrados expusieron datos sobre las visitas de Nisman a la embajada y a Washington, para discutir los detalles de la causa. También, el fiscal enviaba documentos legales antes de ser presentados a la Justicia argentina e incluso pedía disculpas por no avisar de procedimientos inherentes a su cargo. Habría que preguntarse entonces si Nisman actuó o no como garante de que no se avanzara un milímetro en la dirección de establecer quiénes estallaron la AMIA, matando a 85 personas. ¿Cuál sería el papel de EEUU y el propio Israel en ese punto?

Israel es uno de los dos aliados más importantes fuera de la OTAN de Estados Unidos en el convulsionado Oriente Medio, mientras el Gobierno argentino apoya abiertamente la instauración y el reconocimiento de un Estado Palestino.

El domingo último, el mismo día en que Nisman murió, Israel golpeó a Hezbolá e Irán, matando en un bombardeo en Siria a seis miembros del partido chiita libanés y a un general de los Guardias de la Revolución, el ejército de élite de la República Islámica. Las muertes se registraron en un bombardeo en el Alto del Golán sirio donde realizaban una misión de reconocimiento, y suponen el mayor golpe a Hezbolá desde el inicio de la guerra en Siria, donde combate a los rebeldes junto al presidente Bashar Al Asad. En ese ataque murió Jihad Moughniyeh, de 25 años, el hijo de Imad Moughniyeh, excomandante del movimiento libanés asesinado en 2008 que había sido acusado por el fiscal Nisman de conformar el grupo de operaciones Hezbolá y de participar en el atentado a la AMIA.

Si bien es cierto que Israel –con apoyo militar de EEUU- sostiene su guerra contra Hezbolá, también es notable que hubo un cambio en las relaciones entre la gestión de Barack Obama e Irán tras la salida del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad en 2013. Los movimientos geopolíticos internacionales no escapan a la situación local. El mismo día que Nisman presentó la denuncia contra la Presidenta, representantes diplomáticos de EEUU e Irán se reunían en París para estrechar lazos comerciales.

El domingo 18 el fiscal que intentaba esclarecer el mayor atentado en la historia de la Argentina se habría suicidado de un tiro en la cabeza en la más absoluta soledad del baño de su departamento de Puerto Madero.

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