Una semana como Ballboy de Rafa Nadal en el Argentina Open 2015.

Por: Juan Delgado

La llegada del ex n°1 del mundo Rafael Nadal a la Argentina, en el marco de su vuelta a las competiciones oficiales en el circuito mundial, no solo conmocionó a la gran cantidad de espectadores argentinos, sino un reducido grupo muy especial al que pertenezco hace 3 años. Este es el de los alcanza pelotas o ballboys.

Por Juan Delgado 

Como había sucedido en 2014, el “Rafa” anunció su llegada al torneo luego de su última visita en 2005. Lamentablemente, el año pasado, tuvo que cancelar su arribo a causa de una lesión en su espalda, dejándonos una profunda decepción a mí y a los otros más de 50 compañeros. Sin embargo, una luz de ilusión se encendió este año y generó muchas expectativas. Esta vez era real la oportunidad de compartir la cancha con el mejor jugador de la historia sobre polvo ladrillo. Tan solo pensar en entregarle la toalla para que se seque entre puntos, era algo de lo que los alcanzapelotas charlábamos en cada descanso que teníamos, mientras jugábamos largas partidas de truco. La ansiedad nos colmaba cuando anunciaron el día martes a quiénes les tocaría ser parte del partido que disputó Rafael Nadal, en pareja con Juan Mónaco, por los octavos de final del cuadro de dobles el día martes 24 de febrero. Tuve la suerte de estar ahí y presenciar la gran levantada que realizó la pareja argentino-española en el segundo set.

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Además de poder ver en vivo los movimientos que lo llevaron a convertirse en 9 veces ganador de Roland Garros, observé de cerca los famosos “tics” de Nadal. Más allá de acomodarse su calzoncillo y poner su cabello detrás de la vincha antes de cada saque, contabilicé otros también muy curiosos. Por ejemplo, Nadal lleva a los Ballboys dos toallas, una para cada extremo del court. Esto no solo le evita desplazamientos largos entre punto y punto para secarse, sino previene una muy común pelea entre los alcanzapelotas por ver quién es el que puede darle la toalla al jugador y, de paso, ser filmado en la televisión por cortos pero valiosos segundos. No obstante, me percaté que prefiere pedirla al que se encuentra parado en diagonal a la silla del umpire, por lo que intenté pararme ahí y tener más contacto con el tenista español. Otro ejemplo. Solicita dos bolas como máximo a cada ballboy y una tercera al que se encuentra en el otro extremo. Asimismo, antes de pedir pelotas para sacar o la toalla para secarse, barre el fleje (incluso si vuelve de un cambio de lado y los cancheros acondicionan la cancha).

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Después de ese primer partido, solo quería volver para verlo en uno de singles. Cuando pude hacerlo, en su debut contra Facundo Argüello, también confirmé que la humildad de Nadal ante las cámaras es igual a la que tiene con los ballboys. Siempre pide las pelotas y las toallas con un “por favor” y agradece cada vez. Es curioso pensar que  otros jugadores que disputan un lugar en la clasificación suelen maltratar a los jueces de silla, jueces de línea y alcanzapelotas; mientras que un jugador de elite mantiene el buen trato siempre. Como dato final, me queda contar que cuando llegó a Buenos Aires desde Río de Janeiro, casi sin descansar y a pleno sol, entrenó duramente, como si fuese su debut en el circuito. A lo largo de la semana compartí la cancha con Nadal otras 3 veces, incluyendo la lluviosa final contra Juan “Pico” Mónaco, y puedo decir que fue una gran experiencia y sin lugar a duda la mejor como ballboy. Un jugador fue capaz de alegrarle la semana a casi 50 jóvenes que aman el tenis y lo practican diariamente. Por todo eso, le decimos: Gracias, Rafa.

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