Más allá de la selfie, ¿algún candidato se va a ocupar de que haya #NiUnaMenos?

Por: Fernanda Sández @siwisi

No importa quién llegue a ocupar el sillón de Rivadavia. La sospecha- la inquietud- es que asuma quien asuma la causa de las mujeres seguirá, como hasta ahora, fuera de agenda y de presupuesto. Por eso, en Border, revisamos qué han dicho y hecho los diferentes candidatos a la presidencia sobre temas como femicidio y violencia contra las mujeres. Aquí los resultados (y sí, andá sacando el pañuelo).

Por Fernanda Sández

Ahí llegan de nuevo los cadáveres. Las historias. Antes fueron Melina y Lola, y ahora son Gabriela y Chiara . Y todas las que mueren sin llegar siquiera los medios de comunicación. Más allá de los nombres, son muchísimas. Casi una por día (cada 30 horas, para ser más precisos) según las cifras de la ong La casa del encuentro.

Y éste es ya de por sí un dato, porque en la Argentina no hay estadísticas oficiales sobre el asesinato de mujeres. Lo único que existe es esto: el recuento que una ong realiza desde 2008 analizando los crímenes que se publican en los medios. “Esto significa que es sólo una parte de los que efectivamente se cometen”, detalla Ada Rico, directora de la entidad.

Quedamos entonces así: las cifras hablan de una nueva muerta por día y más de trescientos huérfanos que (como también explica Rico) “a menudo quedan al cuidado del asesino de la madre de esos chicos, porque cuando el femicida es el padre éste no pierde la patria potestad”.

De hecho, el único Observatorio de Femicidios del país se llama Adriana Marisel Zambrano en honor a una mujer asesinada por su esposo. Hoy, los hijos de Adriana Marisel Zambrano están bajo el cuidado del asesino de su mamá. Otro tanto sucede con los de Rosana Galliano, hoy al cuidado de José Arce, matador de Rosana y padre de sus hijos dos hijos, de 10 y 11 años. Arce está condenado a cadena perpetua y cumple su condena en su domicilio, donde vive con los niños de la mujer que asesinó.

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La pregunta es, entonces, a quién le importa realmente eso: que a las mujeres se las mate como moscas, que muchos niños crezcan sin madre, que la mayoría de las veces nadie vaya preso. Y, sobre todo, que nuestra vida sea eso que va de muerta en muerta, como si fueran los postes de luz que nos pasan al costado cuando una va en la ruta. Rápido, y sin mirar.

Frente a esto –una, ilusa- presupone que quienes aspiran a dirigir el país tendrán algo así como una propuesta. Una política de Estado a implementar (como expectativa de máxima) o una inquietud a expresar (como expectativa de mínima). Pero no, ninguna de las dos cosas. Nada de nada. Y eso que tres de los candidatos más reconocibles dentro del menú XL de presidenciables (Scioli, De la Sota y Urtubey) son también las “cabezas” de las provincias en las que se asesina a más mujeres: Buenos Aires (91, 21 y 21, respectivamente).

Las tierras de Sergio “Tajaí” Massa tampoco es la excepción: desde hace meses (y en lo que muchos dentro del massismo aseguran que es una “operación sucia”) varios medios vienen denunciando una serie de asesinatos de mujeres en Tigre que, dicen, ningún medio nacional se atreve a investigar.

Y a eso se suma otro dato para nada menor: las migajas del presupuesto que la mayoría de las provincias destina a sus respectivas direcciones de la mujer. Es 0,001 del presupuesto salteño, 0,021 del presupuesto cordobés, 0, 005% del presupuesto bonaerense y 0,075 del presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires. Evidentemente, los temas que afectan a las mujeres no son prioridad en ningún distrito.

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“Pensemos esto: ¿sabés cuál es el monto que en el Consejo Nacional de la Mujer se destina al tema de la violencia? Ochenta centavos por mujer”, comenta Monique Altschul, presidente de la fundación Mujeres en Igualdad.

Entonces, si por un lado no hay presupuesto, por el otro no hay condenas y por el otro la ley no se cumple plenamente porque lo que ya se ha legislado no se termina de implementar, tampoco hay tanto de qué asombrarse”, dice. Y agrega que “los candidatos a la presidencia no hablan del tema femicidio porque sus ideas son netamente patriarcales y porque evidentemente un tema como éste no les interesa en lo más mínimo”.

“El tema aquí es que, en general, este tema los políticos no lo abordan ni en la campaña ni fuera de ella. Hacen como si no existiera y de hecho ni siquiera lo mencionan”, acota Rico. Tan es así que basta con buscar conjuntamente en Google el nombre de un candidato con la palabra “femicidio” para encontrar exactamente…nada. “Pero no son solo ellos, claro. Por algo tampoco el gobierno tiene cifras sobre el tema y se niega a armar una base de datos oficial”, agrega.

Por si te quedaba alguna duda de cuáles son las prioridades por estos días, ahí los tuviste a todos bailando en Show Match con sus respectivas parejas, como para que quedara bien en claro que ellos sí le dan importancia a las cuestiones e género. Para ese entonces, y mucho antes de que Marce entonara su mítico “Chau, chau, chau”, una abogada había muerto apuñalada en un bar de Caballito y una adolescente de catorce años había sido enterrada viva (y embarazada) por su novio de dieciséis.

¿Será eso? ¿Será que- como sospechan las feministas más desencantadas- el tema de los asesinatos de mujeres no le importa realmente a nadie? Pruebas a favor de esta hipótesis hay, y de sobra. Por caso, contamos con una ley “de avanzada” en materia de protección contra la violencia pero la mujer que denuncia a su agresor sigue estando expuesta. Y sola.

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No hay tampoco suficiente cantidad de refugios para las mujeres que deben escapar del hogar con sus chicos, ni nada parecido a un programa de asistencia económica para ellos. Faltan además equipos integrales capaces de asistir eficazmente a una familia expuesta a la violencia sexista. Y falta justicia, claro. “Aun cuando las juezas puedan ser mujeres, uno lee los fundamentos de los fallos y se da cuenta de que el discurso del patriarcado sigue intacto. Por eso se suavizan las penas y se defiende al victimario y nunca a las víctimas”, opina Rico.

“Defender al victimario y nunca a las víctimas”: buen eslogan para una campaña sincericida, pero sin dudas mucho más honesta que las implementadas hasta ahora. El punto es que ni uno solo de los candidatos está dispuesto a hacerse cargo de eso. De decir en voz alta lo que cree respecto de la violencia de género y de los crímenes por odio sexista.

De hacer algo más que ir a ShowMatch a bailar un reggaetón. Habrá que ver entonces si la marcha del 3 de junio –que por obra y gracia de las redes sociales ya comienza a federalizarse- consigue llevar a la calle lo que está en todos lados, y en ningún: el reclamo de la sociedad para que, de una vez por todas, ni una sola mujer pague con su vida el “delito” de alzar su voz. “Ni una menos”, dijimos. Habrá ver quién, ahí afuera, está dispuesto a escuchar.

 

 

 

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