¿Pueden los docentes ayudar a los niños golpeados?

Por: Manuela Olim

La muerte de Agustín Marreno (5) asesinado por su padrastro y la separación preventiva de la maestra de sala y la directora del jardín al que asistía abrieron una discusión más grande: ¿cómo se acompaña a los docentes para asistir en la defensa de la integridad de niñas, niños y adolescentes? 

Manuela Olim

A Agustín Marrero, que tenía cinco años, lo mataron a golpes el 9 de junio pasado. Su padrastro fue detenido y procesado, luego de que la hermana del nene contara que vio cuando le pegaba. Su madre también fue procesada por no cuidar la integridad de su hijo. Agustín iba desde marzo al jardín Nro 2 del Distrito 12 de Flores. Según su maestra, Alejandra Bellini, era un niño alegre. Para las dos veces que apareció con moretones, y la vez que apareció sin dientes, hubo explicaciones de la madre y hasta certificado de un odontólogo. El viernes pasado, el Ministerio de Educación de la Ciudad dispuso la separación preventiva y transitoria del cargo de Bellini, la docente, y de la directora del establecimiento, Elsa Vincova, mientras se investiga si procedieron mal al no avisar al Equipo de Orientación Escolar o al no detectar signos de lo que estaba ocurriendo. Los padres y los docentes reaccionaron de inmediato.

El miércoles, unas cinco mil personas, en su mayoría, docentes, se juntaron frente al Jardín Nro 2 del distrito 12 en el barrio de Flores, en medio de un paro de 24 horas convocado por cuatro sindicatos, UTE, Sedeba, Ademys y Camyp. No sólo pidieron la reincorporación de las docentes, sino que exigieron políticas públicas efectivas que garanticen los derechos de los niños, niñas y adolescentes. En un contexto de violencia familiar, institucional, social, los maestros, dicen, se sienten sobrepasados y solos.

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Ante estos pedidos, los funcionarios del Ministerio de Educación dijeron que no iban a hablar sobre el tema. Ese mismo miércoles, por la noche, Horacio Rodríguez Larreta decía en televisión lo que antes había dicho Mauricio Macri, que se había tratado de un paro político, por la proximidad al ballotage del domingo y en medio de las elecciones en general. En el acto, en Flores, Alejandra Bellini, que había decidido romper el silencio luego de días de asedio periodístico, dijo varias veces: “Agustín no eligió morirse en junio. Lo mataron”. De hecho, a ella y a la directora, el Ministerio de Educación las apartaron del cargo el viernes pasado y ese acto, y el paro y el abrazo solidario al colegio de hace unos días, fueron en respuesta a eso.

Varios eran los docentes que repetían que necesitan con urgencia ayuda y mayor presencia de equipos psicológicos. “No son nuevos problemas; son más visibles – decía Sofía, una maestra de la escuela Provincia del Chaco, en donde funciona el Jardín Nro 2-. Ahora empezamos a mirar con otros ojos porque se le da más contenido a las leyes de educación sexual integral, y hay cuerpos muertos por violencia familiar, muertos por un incendio en un taller”. El Equipo de Orientación Escolar al que, se supone, debería haber acudido la maestra, consiste en cuatro profesionales que atienden a todas las escuelas de educación inicial y primaria por Distrito. Ese era uno de los mayores reclamos.

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¿Y qué pasa en un grado o en una sala cuando uno de los compañeros muere? ¿Cómo se lleva adelante un duelo? En la escuela La Pampa, por ejemplo, donde asistían Rodrigo y Orlando, los dos nenes que murieron en el incendio del taller textil ilegal en mayo de este año, a pocas cuadras del jardín al que iba Agustín, ya pasaron por eso. “El equipo del Ministerio de Educación vino a decirnos que no habláramos de pérdida delante de los chicos y fue un día de reunión y nada más”, dice Juan López, un maestro de la escuela. El caso de los dos nenes muertos en mayo fue recordado junto al de otros niños que murieron este año: los chicos y chicas víctimas de diferentes tipos de violencia: social, familiar, e institucional. En esa lista se suma también Gastón, el chico de trece años que murió ahogado en un pozo ciego en la villa Rodrigo Bueno. El SAME había llegado al lugar cuarenta minutos después de que cayera y luego de varios llamados para pedir ayuda.

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La enumeración de niños en edad escolar que murieron fuera de los colegios apareció en boca de muchos docentes. “Los maestros están desbordados: los cierres de grado, la inscripción online, el sistema electrónico para la cuestión administrativa, la falta de gabinetes psicológicos y psicopedagógicos….hay veces que hay tanta carga administrativa que se pierde de eje lo pedagógico – explicó Juan López-. Hay un colapso y en ese contexto, una sociedad cada vez más violenta en la que los docentes no tienen todas las herramientas para identificar y acompañar en todos los casos ¿Cuándo y cómo identificás que los derechos de los niños están siendo vulnerados? ¿Qué pasa cuando la madre te presenta un certificado médico que justifica? Por cada nene que pega, si no, tengo que suponer que en la casa lo golpean y convocar a un equipo”. A una semana de la medida que tomó el Ministerio de Educación con respecto a las docentes del Jardín Nro 2 de Flores, la discusión sigue y esperan respuestas.

 

 

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