Misión imposible 5: Clásica y actual

Por: Pablo Strozza

La nueva entrega de la saga protagonizada por Tom Cruise es un thriller a lo Hitchcock que también reflexiona sobre la actualidad de la tecnología.

Durante 130 minutos, la quinta película de la saga de Misión imposible tiene la virtud de, dentro de una contemporaneidad rabiosa, abstraernos en la sala del afuera. En ningún momento el filme se nos hará largo, nunca nos preguntaremos por una decisión caprichosa y cada plano estará justificado en el posterior. El festival de acción que el espectador va a buscar a la sala estará garantizado, pero un guión de fierro y actuaciones más que correctas serán la garantía de que el tiempo y el dinero fueron bien invertidos.

Aparte de ser el protagonista, Tom Cruise es el productor de Misión imposible. Y, más allá de las bromas que se hagan sobre su vida privada y su devoción por la Cientología, si hablamos de cine Cruise es uno de los últimos especímenes de una especie de actores / productores que conocen muy bien de la que la va el negocio cinematográfico: de ofrecer el mejor producto posible, con altísimos estándares de calidad en su confección. Para eso, en la primera película no dudó y convocó nada menos que a Brian De Palma para su dirección: el hombre que mejor homenajeó al maestro del cine policial Alfred Hitchcock (chequear Doble de cuerpo y Femme Fatale). En este caso, el director elegido fue Christopher McQuarrie, que escribió Los sospechosos de siempre y que también recogió muy bien las enseñanzas del gran inglés (ver la cita homenaje a El hombre que sabía demasiado en la parte que transcurre en la ópera de Viena). Como camaradas de Cruise continúan Jeremy Renner, Simon Pegg y Ving Rhames, y se suma Alec Baldwin como el director de la CIA. Pero Cruise, que más sabe por zorro que por sus 53 años, se anota un par de porotos con la chica (Rebeca Ferguson, que protagoniza una escena en una piscina digna de James Bond) y el malo (Sean Harris): dos nombres no muy conocidos que ya se ganaron un futuro de ofertas millonarias tras su participación aquí.

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Y más allá de las escenas de acción (Cruise las protagoniza todas, ya que no acepta dobles de riesgo) y de chistes muy buenos, Misión imposible también reflexiona sobre la tecnología actual. Cuando éramos chicos, gran parte del atractivo de filmes como éste pasaba por la admiración de dispositivos tecnológicos de última generación cien por ciento improbables de tener para cualquier ser humano que llevase una vida común y corriente: el zapatófono de Maxwell Smart es, desde la parodia, un ejemplo insuperable. En Misión imposible, todos los gadgets que aparecen (teléfonos celulares, tablets, Google Glasses) son accesibles para (casi) cualquiera: el tema es el uso que se le da a esos equipos, las aplicaciones que poseen. Entonces, ahí es donde gana el guión y la idea que Ethan Hunt se sale con la suya por astucia y no por tener el último chiche creado en Silicon Valley.

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Londres, Viena y Casablanca (Marruecos) aparecen fotografiadas de manera perfecta, y la falta de escenas de romance y sexo no le restan nada a una película que no ganará ninguno de los premios de la industria pero que sí hará las delicias de todos los que la vean en el cine, ya que el sonido tiene un papel fundamental. Ante tantos superhéroes de historietas, Misión imposible 5 baraja, da de nuevo y propone un regreso a las raíces de Hollywood con un thriller clásico y actual, al que no le falta nada y que, a cambio, entrega todo lo que tiene a su alcance para que se trate de resolver el enigma que propone, y para que el disfrute sea total.

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