Lo que dejaron las PASO: el desafío de Scioli y Macri

Por: Pablo Sieira @psieira

Ganó el oficialismo pero el 62 por ciento se los votos se repartió entre opositores. Es el coto de caza en el que disputarán Scioli y Macri rumbo a octubre. Massa tiene el número mágico. Vuelven al juego el “círculo rojo” y el gen peronista. En el conurbano, a los pistoleros se les mojó la pólvora.

La consagración está para cualquiera. Los resultados de las primarias son tan auspiciosos para Daniel Scioli como para Mauricio Macri, depende por dónde se los mire: el candidato del Frente para la Victoria sacó una ventaja que le permite soñar con ganar en octubre sin pasar por el purgatorio del ballotage, pero el 62% de los electores votó a la oposición y ahí se ancla la esperanza del postulante de Cambiemos. Los dos necesitan sumar más e inevitablemente compartirán el coto de caza.

Terminado el papelón del escrutinio que dejó en evidencia la caducidad del sistema actual, Scioli salió de las PASO como el candidato más votado, con el 38% de los votos y le anotó una victoria parcial al oficialismo. En el voto por voto, lo embocó a Macri con 14 puntos de ventaja y 8 en el resultado global del Frente para la Victoria contra la coalición opositora Cambiemos. El bonaerense se aseguró el respaldo del kirchnerismo puro pero enfrenta un escenario muy distinto al del triunfo aplastante de 2011: seis de cada 10 votantes le huyeron. Y para asegurarse un triunfo en primera vuelta, tendrá que tratar de seducirlos.

Ocurre que en esa misma franja pesca la oposición, con Macri a la cabeza. El líder del PRO surgió como el opositor más votado luego de ganarles fácil al radical Ernesto Sanz y a Elisa Carrió, que rápidamente se pusieron en fila detrás suyo. Ahora necesita que ellos dos puedan enfilar también a sus respectivos votantes, entre los cuales hay varios reticentes. Por eso dependerá enteramente de Sanz y Carrió mantener el 30% alcanzado por Cambiemos para darle un piso de votos sólido al candidato presidencial que le permita acortar desde allí la diferencia con Scioli o incluso darla vuelta.

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Entre el 62% que no optó por el oficialismo y que Scioli y Macri se disputarán, está Sergio Massa, que se confirmó como el candidato del frente UNA tras sacarle dos millones de votos de ventaja al cordobés José Manuel de la Sota. Entre ambos sumaron el 20%. Massa tiene la cifra mágica para Macri: consiguió por sí solo poco más de 3 millones de votos, que es la diferencia que le sacó Scioli. A eso se le suma que De la Sota tiene un perfil opositor (en lo público), por lo que Cambiemos supone que en esa pileta también hay agua.

Es por eso que ya se puso en marcha el juego del establishment o “círculo rojo”, que con seguridad intentará de aquí a octubre, otra vez, que Macri y Massa se junten. En forma de operaciones de prensa y conversaciones entre políticos y empresarios vendrán los dolores de cabeza para Jaime Durán Barba, el asesor del PRO que hasta ahora insistió en mantener la “pureza” macrista y, a la vista de los resultados, se quedó corto.

Los mensajes entre Massa y Macri ya empezaron. El candidato de UNA invitó anoche a todos los opositores a “dialogar” y “discutir”, un eufemismo para “todo es negociable”. La respuesta más contundente fue la de Carrió: “Hay un solo candidato opositor y es Mauricio Macri”, afirmó, pero abrió la puerta para que lo acompañen todos. Es decir que le marcó la cancha pero le contestó “te escucho”.

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Pistoleros con pólvora mojada

Fue notable la elección de la macrista María Eugenia Vidal. Beneficiada por la división de votos entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez en la interna del Frente para la Victoria, se impuso como la candidata más votada. Si bien en la sumatoria el oficialismo ganó con el 40% de los votos, contra el 29 de Cambiemos, el PRO se envalentona con su nueva joya.

En el distrito que concentra al 40% del padrón nacional, Fernández será el candidato de Scioli y para los opositores eso puede ser una ventaja. El flamante postulante a la Gobernación puede convertirse en el flanco débil del oficialismo debido a que, por su rol de jefe de Gabinete, está muy expuesto a las críticas, sumado al daño que sufrió su imagen a partir del informe televisivo que lo vinculó con el tráfico de efedrina.

Pero como en el Frente para la Victoria todos entienden que eso fue parte de la virulenta interna peronista, también confían en que ahora el peronismo cerrará filas detrás de Fernández para retener el 40% que sumaron entre él y Domínguez, que le dio más pelea de la que muchos pensaban. Los sciolistas confían en que la repulsión por la derrota (único pecado imperdonable en el justicialismo) los acomode a todos en la misma vereda.

Los resultados de la Provincia muestran, por otra parte, que empezó a cambiar el mapa de poder en la provincia de Buenos Aires: los intendentes a los que se los conocía como “barones del conurbano” pasaron a ser pistoleros de pólvora mojada y caciques a los que de a poco se los desplaza al retiro. Llegan al inevitable destino del recambio generacional. En primer lugar, la mayoría de ellos esperaba ver derrotada a la fórmula de Fernández y Martín Sabbatella, por el resentimiento con el segundo, que durante toda la década los molestó con listas colectoras. Preferían a Domínguez pero perdieron. En segundo lugar, algunos de ellos cayeron derrotados en las internas frente a jóvenes contendientes impulsados por La Cámpora o incluso por el PRO. En Merlo, el sciolista Gustavo Menéndez, asociado a La Cámpora por el atributo de la juventud, le ganó con amplia ventaja a Raúl Otacehe, uno de los duros de verdad que, tras más de 20 años de reinado, quedó fuera de carrera. Hasta altas horas de la madrugada de este lunes no había datos cargados de la elección en ese distrito, pero con eso no alcanzó para esconder el resultado.

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La misma suerte corrió Mariano West, el caudillo de Moreno que perdió frente a Walter Festa, camporista puro. Y en Tres de Febrero le llegó la hora a otro cacique como es Hugo Curto, uno de los más legendarios pistoleros del oeste del conurbano que esta vez tiene una parada difícil, porque quedó apenas a un punto de perder con Diego Valenzuela, un PRO originario que el triunfo definitivo al alcance de la mano.

Tanto a nivel nacional como provincial e incluso municipal, la verdadera disputa por el poder empieza ahora y promete ser agitada.

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