Tras el caos de la jornada electoral del domingo y las acusaciones cruzadas de hoy entre los principales candidatos, la oposición todavía no reconoció aún el triunfo del FPV. Alta tensión en Tucumán.
En el inicio de la tarde de hoy y con el 80 por ciento de las mesas escrutadas, el oficialismo consagró a Juan Manzur como nuevo gobernador de Tucumán, con el 54 por ciento de los votos. El candidato oficialista le sacó 14 puntos de diferencia al opositor José Cano. Pero también pasado el mediodía se confirmó que se quemaron 42 urnas, lo que empañó definitivamente los comicios.
El secretario de la Junta Electoral de Tucumán, Darío Almaraz, confirmó que cuatro decenas de urnas habían sido destruídas. Los fantasmas de un pasado político caótico ensombrecieron esta elección en la previa de las presidenciales. Mal comienzo.
Pero Almaraz minimizó el hecho y dijo que, como las urnas quemadas representan poco más del 1 por ciento del padrón, “no modifican el escenario electoral». Los únicos dos detenidos hasta ahora por ese hecho vandálico están vinculados al frente opositor Acuerdo para el Bicentenario (APB) que encabezó Cano y que integran macristas, massistas y una parte del peronismo tucumano.
Cuando las hordas de Luis Barrionuevo quemaron urnas en las elecciones de Catamarca en 2003, los comicios se suspendieron y se volvieron a hacer. Pero esta vez, como todos tienen algo que perder, ni oficialismo ni oposición hacen demasiado escándalo.
Mañana a las 18.00 empezará el escrutinio definitivo pero no alcanzará para aplacar los ánimos. Más allá del resultado que arroje el recuento definitivo, Cano presentará denuncias, según pudo confirmar #Borderperiodismo, por irregularidades tales como cortes de luz en escuelas y urnas que antes de la elección ya llegaban cargadas con boletas del FpV, como ocurrió en la escuela Alfredo Cosson, del barrio Ejército Argentino.
Los incidentes, que en algunas zonas de la provincia estuvieron teñidos de violencia, recalentaron el clima nacional que ya venía caldeado por episodios oscuros como los de Jujuy. Los principales candidatos presidenciales se metieron de lleno en la situación de Tucumán por tratarse de la primera provincia en la que se refleja nítidamente la polarización entre el peronismo alineado en el FpV y la variopinta oposición.
Mauricio Macri y Sergio Massa respaldaron juntos a Cano en estas elecciones. Los 14 puntos de diferencia son un mal augurio para ambos y la pila de irregularidades les da el argumento para desconocer el triunfo del Frente para la Victoria y reclamar la reapertura de las urnas. Las que quedaron sanas, claro. Las otras, al parecer, ya se dan por perdidas.
«No tenemos otra alternativa que ir a las urnas y abrirlas para verificar lo que pasó», dijo Macri, quien consideró «inaceptable» que se haya registrado, según sostuvo, un «clima de
violencia» con «personas golpeadas, gendarmes atacados y urnas quemadas».
Massa, por su parte, sostuvo que «absolutamente no se puede decir que Manzur es el nuevo gobernador, en una provincia en la que hasta la una de la mañana no se había cargado un sólo telegrama». Para el candidato presidencial del frente UNA, «algo tapaba la carga». Al igual que Macri, opinó que «hay que ser muy responsables e ir a la apertura de urnas».
Con los incidentes minimizados, el oficialismo cerró filas detrás del resultado. Daniel Scioli reclamó que la oposición reconozca el triunfo de Juan Manzur y denunció que «se quiere empañar que ha sido una victoria muy clara». Para Scioli, la postura de sus rivales «no es un hecho aislado, también pasó en Santa Fe, cuando pierde el PRO empiezan a objetar el resultado». Finalmente, subrayó que «son 14 puntos de diferencia» y reclamó «que lo feliciten a Manzur públicamente».
Todos quedan a la espera del escrutinio definitivo. Pero tanto barro no se limpia tan fácil.
