Sobrevivir en los tiempos de Google: bibliotecas

Por: Nuria Gómez Videla @nugovi

Todos hemos visitado una biblioteca alguna vez, pero ya no son tal cual las conocimos, están cambiando y en esta nota te contamos su presente y futuro.

Alguien dijo por ahí: cualquier tiempo pasado fue mejor, puede ser que sea cierto o no, lo que no se puede negar es que el mundo ha cambiado y que Internet -de la mano de la tecnología- se ha metido en la vida de todos casi como el aire que respiramos. Algunos lo sienten más que otros y frente a ello, diferentes prácticas, lugares, objetos y hasta profesiones han tenido que resignificarse y amortiguar el impacto de la mejor manera posible.

Las bibliotecas –no sólo locales sino del mundo- son un simple y conocido caso que ha sufrido de manera directa el golpe de las tecnologías de la información y la comunicación. Han tenido que transformarse, abrirse -dejando apenas en pie- el edificio que las contiene porque actualmente sus actividades y su alma máter -el libro- trasciende los muros.

Tanto es así que desde hace unas semanas se instaló la primera biblioteca virtual en la estación Plaza Italia de la Línea D de subtes, desde donde se pueden descargar gratis más de 200 libros. Con un dispositivo móvil se escanea un código QR para acceder al catálogo completo de la biblioteca y mediante BA WiFi, -disponible en toda la Línea D- se descarga el libro que elija el lector.

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Biblioteca Virtual. Estación Plaza Italia, línea D Subtes

Pero esto no surgió de un día para el otro, Alejandra Ramírez, a cargo de la Dirección General del Libro de la ciudad de Buenos Aires le cuenta a Border: ¨ya en el año 1999 a través de un convenio con Telefónica de Argentina, en la Biblioteca Joaquín V. González del barrio de La Boca, se creó un ciberespacio con 50 computadoras para los usuarios. En ese momento, el primer paso era la accesibilidad gratuita a Internet. Hoy existen en las bibliotecas de la Ciudad cinco clubes de programación que reúnen a los interesados en aprender a crear aplicaciones móviles o plataforma web”. Este es uno de los tantos cruces entre las bibliotecas y las iniciativas educativas que se dan hoy en el ámbito local. También, de a poco, se fue incorporando -a la red de 29 bibliotecas porteñas- el libro electrónico, con el fin de que los usuarios se familiaricen al nuevo formato de lectura. El ebook es un valor agregado de las bibliotecas, que sigue siendo una novedad para personas mayores -que sienten fascinación por los nuevos soportes de lectura-.

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Lejos del preconcepto de que Internet llegó para matar a las bibliotecas, Ramirez sostiene de manera categórica que: “no es así, Internet es un gran complemento, podemos decir que con la misma vocación humanística que la biblioteca, aunque con un sistema inevitablemente más caótico. Tampoco ha llegado para enterrar al libro en papel, bien sabemos hoy que nada indica que eso vaya a ocurrir, más bien han aprendido a convivir –ambos formatos- de manera pacífica.

Por su parte, Sebastián Noejovich, coordinador general de Opción Libros y del Observatorio de Industrias Creativas porteño señala: “No creo que corresponda evaluar a las bibliotecas por lo que actualmente ofrecen sino por lo que pueden dar, más aún existiendo hoy tecnologías y recursos de conocimiento que pueden devolverle a estos espacios y a los mismos bibliotecarios su relevancia en términos culturales y académicos”.

El rol del bibliotecario, una profesión poco común, también intenta de la mano de la digitalización mantener su espacio porque su labor sigue siendo fundamental e irremplazable, justamente en medio del caos informativo es quien resulta ser el promotor de la lectura, el orientador, el que recomienda qué camino tomar.

La biblioteca como espacio público

En nuestro país, las bibliotecas están yendo hacia un lugar de múltiples usos, donde se ofrecen agendas interesantes con actividades especiales, basta con consultar la web de la biblioteca nacional o la red de bibliotecas porteñas para encontrar grupos de lectura, entrevistas en vivo a gente de la cultura, ciclos para lectores, presentaciones de libros y exposiciones o muestras de diferentes tipos.

Pero como señala en nuestra charla Ramírez, modernizar una biblioteca no pasa sólo por incorporar nuevas tecnologías sino por crear una Ley que las proteja a nivel local y nacional -que hasta el día de hoy no existe en la Argentina- y además que los espacios tiendan a ser amables, con estantería abierta que permita al usuario buscar, mirar, tocar los libros, como parte del placer de la lectura, donde la biblioteca sea utilizada en todo su potencial: entrar para leer el diario, consultar una obra, cobijarse en un día de lluvia, pagar una cuenta o buscar refugio ante la vorágine que nos ofrece la gran ciudad.

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Y agrega, ¨nos queda pensar entre todos qué porción de nuestro desarrollo cultural pueden brindar las bibliotecas. Tal vez, en este nuevo milenio nos animemos a apostar a que la arquitectura de las mismas impacte en el espacio público como lugar de encuentro de la diversidad cultural”.

B. Ricardo Güiraldes
Biblioteca pública Ricardo Güiraldes

En la ciudad de Buenos Aires hay 29 bibliotecas públicas, la única red de bibliotecas de toda la Argentina porque en nuestro país no hay un sistema de bibliotecas que abarque el conjunto.  Además, pocos conocen la diferencia entre una biblioteca pública y una popular, mientras que las públicas son accesibles para el público, administradas por funcionarios públicos y financiadas con fondos públicos o estatales, las populares son administradas por una comisión directiva cuyos miembros son civiles autoconvocados, por ejemplo las bibliotecas de ONGs.

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Biblioteca Miguel Cané

En otros países las bibliotecas están en la calle y en la vida cotidiana, por ejemplo, en Bogotá, Colombia, existen bibliotecas en los parques, y los ciudadanos se cruzan todos los días con los libros, algo que quizá todavía aquí no hemos incorporado del todo por falta de costumbre, desconocimiento o por considerar que las bibliotecas son una especie de “templo del saber”.

Biblioteca en un parque de bogotá
Biblioteca en un parque de Bogotá

Sin embargo y aunque algunos pasos estén dados, los profesionales consultados por Border coinciden en las mismas asignaturas pendientes: agilizar los procesos de compra y reposición de material, y lo que es fundamental para los tiempos que corren, mejorar los procesos tecnológicos y la actualización del parque informático, todo de la mano de una Ley.

“No consiste en digitalizar alguna u otra cosa, sino plantear proyectos de digitalización masiva que requieran de una auténtica estrategia capaz de responder a diversas variables, como qué tipos de lectores o ámbitos buscamos impactar, qué servicios queremos ofrecer y, desde ya cómo resolveremos el costosísimo y complejo proceso de digitalización. En cualquier caso, y en lo que respecta a las bibliotecas nacionales, las estrategias de digitalización deben surgir de un consenso amplio de actores, donde los criterios tecnológicos y económicos puedan coincidir con los político-culturales. La experiencia desarrollada por buena cantidad de bibliotecas en distintos países (Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Brasil, etc) da cuenta de que la digitalización de acervos bibliográficos no solo es necesaria sino también insoslayable”, concluye Noejovich.

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Generación Google

Es la generación que nació a partir de 1993, cuyo primer contacto con el conocimiento fue a través de una pantalla y un buscador, son veloces en el teclado pero están lejos de sentirse cómodos con un lápiz, un cuaderno o un libro.

Un estudio realizado en Inglaterra por JISC y la Biblioteca Británica llamado “Information behaviour of the researcher of the future”, habla sobre esta generación y entre muchas afirmaciones sostiene que: los jóvenes no encuentran recursos respaldados por la biblioteca -tal como la conocemos- y por lo tanto prefieren utilizar Google o Yahoo, donde se les ofrece una solución familiar aunque simplista, para sus necesidades de estudio.

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También, otro informe realizado hace dos años por la consultora GfK, compañía alemana de investigación de mercado, con presencia en Argentina, señala que de un total de 37 mil jóvenes de 25 países, en la Argentina el 42% de los jóvenes de entre 15 y 19 años “lee libros”, mientras que la media entre Mexico y Brasil es de 46% y en Europa y Asia es de 57%. No pasa lo mismo con el interés por Internet y las nuevas tecnologías, donde Argentina supera al resto de los países de América. Y esto va de la mano con los últimos números de conectividad, que según datos del INDEC, en nuestro país durante -marzo 2014 y marzo de 2015- se observó un incremento de 9,5% en los accesos residenciales (particulares) a Internet y un 19,4% en los accesos desde organizaciones, es decir que mientras en marzo 2014 se registraron 13 millones y medio de conexiones a la red, en marzo de este año se contabilizaron 14 millones 600 mil conexiones, un millón y medio más que en 2014, sin computar los accesos desde bandas inalámbricas móviles.

Por su parte, y sólo en la ciudad de Buenos Aires, el Observatorio de Industrias Creativas (OIC) porteño dio a conocer que en el período 2005-2014 la cantidad de personas que visitaron anualmente alguna de las bibliotecas públicas descendió de 256 mil en 2005 a casi 114 mil en 2014, donde en casi una década se perdieron más de la mitad de los lectores que concurren a las mismas.

La inquietud frente al cambio está planteada y en proceso de realización, veremos cómo sigue la historia.

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