Es la “no campaña” de Aníbal Fernández. Confía en que el arrastre de Scioli le alcance para ganar la Provincia.

El candidato a gobernador bonaerense del Frente para la Victoria no hace grandes recorridas, ni tiene spots inundando YouTube, ni da muchas entrevistas mano a mano. Su campaña casi se reduce a su conferencia matutina diaria en la Casa Rosada, justificada por su cargo de jefe de Gabinete.

“Yo voy a flotar como un corcho en el agua”, fue la frase que le escucharon en algunas reuniones políticas luego de las primarias que lo consagraron como candidato oficialista, según contaron fuentes del peronismo a #Borderperiodismo. Y eso es exactamente lo que está haciendo. Deja que la marea sciolista lo lleve a La Plata.

Es una especie de “no campaña”. La mayor parte de las apariciones públicas de Aníbal son esas conferencias de prensa que le garantizan siempre un lugar en los medios. Probablemente, sea más mencionado por esos momentos (ya rutinarios) que por las dos o tres sencillas actividades de campaña que hace por semana.

Los micrófonos matinales son además la oportunidad de repartir dardos y chicanas entre la oposición. El PRO es su favorito. De hecho, sus apariciones en ese ámbito son la caja de resonancia de las denuncias que le llueven al espacio que lidera Mauricio Macri. Lo hizo con el caso Niembro y ahora con el Garrahan. Y es lógico que así sea porque, para la “no campaña” de Fernández, es clave que a Daniel Scioli le vaya lo mejor posible.

En algunas encuestas figura dos puntos por debajo de María Eugenia Vidal, su rival de Cambiemos, y además con una imagen negativa alta. Con las cosas así, Fernández trata de no pegarse demasiado a la campaña de Scioli, sino dejar que el candidato presidencial sea el que gane los votos necesarios para llevárselo a babucha a la Gobernación.

Para ello debe cumplirse con el teorema de las “puntas de la boleta”, según el cual los candidatos que traccionan una lista son el intendente y el Presidente, teniendo en cuenta un bajo nivel de corte de boleta. En estas elecciones la cantidad de cargos que se eligen hace que la categoría de gobernador quede perdida por el medio de la lista y se cree que esto juega a favor del arrastre presidencial.

Sin embargo, en estas elecciones también se viene dando un corte de boleta muy marcado. En las primarias, Vidal obtuvo más votos que Fernández y que Julián Domínguez (el vencido) y también más que Macri, lo que indica que muchas boletas se cortaron por ella. Puede ser la única fisura en la estrategia oficialista.

Además, las mismas encuestas que muestran a Vidal por arriba de Fernández también la ubican por encima de su propio líder. Es lo que en el PRO llaman la “V invertida”, con la candidata a gobernadora en el vértice, el presidenciable en una punta y los postulantes a intendentes en la otra. Eso indica que el corte de boleta sigue jugando a favor de la vicejefa de Gobierno porteño.

Entonces, Vidal se nutre de votos independientes, además de los de Macri, pero está tan atada a su candidato presidencial como Aníbal al suyo. Y si el líder del PRO pierde votos (como le ocurrió con el caso Niembro), ella baja con él. Por eso Fernández no deja pasar oportunidad sin tirarle al candidato de Cambiemos, porque es funcional a su propia estrategia.

En una de sus últimas conferencias de prensa, Fernández dijo que les ganará a Vidal “por más de 10 puntos” y a Felipe Solá (UNA) “por más de 15”. Y resumió: “Ya está. Es un trámite”. Una chicana lícita y una jactancia obligada para cualquier candidato. Sobre todo para uno que sólo necesita que el corcho siga flotando.