Duran Duran: El glamour no pasa de moda

Por: Pablo Strozza

El décimo cuarto disco del grupo inglés coquetea con el R&B y demuestra que tanto su música como su look no tienen fecha de vencimiento.

Desde aquellos jovencitos ingleses dispuestos a conquistar el mundo con una banda que combinase el refinamiento de Roxy Music con la energía punk de los Sex Pistols a estos elegantes señores que viven en mansiones a ambos lados del Atlántico y se reúnen de tanto en tanto para mantener esa banda que supo ser de las más conocidas del mundo en los años 80, han pasado kilos y kilos de maquillaje. Pero Duran Duran no se rinde, y 2015 encuentra al ahora cuarteto editando Paper Gods, su décimo cuarto álbum de estudio, con su postura más firme que nunca.

La olvidada movida Romo (Romantic Modernism) inglesa de mediados de los 90, Courtney Love (que supo versionar “Hungry Like a Wolf junto a Hole para su MTV Unplugged), Beck, Franz Ferdinand, Justin Timberlake, Alison Goldfrapp y, más que nadie, Brandon Flowers de The Killers: todos miembros de una lista incompleta que admite haber sido influido en lo musical y en lo estético por Duran Duran. Hay que, entonces, remitirse una vez más a la manoseada década de los 80, con MTV despuntando como un canal musical de 24 horas que competía mano a mano con la radio y el arte del videoclip que empezaba a despuntar. Y recordar, entonces, a los Duranes en aquel yate en donde sonaba “Rio”, arriba de un elefante en “Save a Prayer”, como guerreros futuristas a lo Mad Max en “Wild Boys”, en blanco y negro mientras bailaban “Notorious” o en Arena, mítico recital en vivo documentado. Si hubo un combo que supo aprovechar ese matrimonio entre imagen y sonido, esos fueron los Duran Duran. Y, encima, cada uno de ellos tenía su atractivo: Simon Le Bon y su carisma de cantante, John Taylor y su alta facha de lungo flaquísimo mientras aporreaba su bajo, la ambigüedad de Nick Rhodes desde los teclados, el look rockero del violero Andy Taylor y la sobriedad de Roger Taylor tras los parches. Y tras idas y venidas que incluyeron la formación de dos subgrupos (Arcadia y Power Station), una separación y la vuelta de la formación original, esta versión actual en la que, salvo Andy Taylor, toda la formación inicial dice presente.

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Así es como Paper Gods dice presente, con una multitud de invitados a la fiesta: Nile Rodgers de Chic, la diva neo soul Janelle Monae, John Frusciante (ex guitarrista de los Red Hot Chili Peppers), el Sex Pistol Steve Jones, la cantante house Kiesza y hasta Lindsay Lohan, que pone su voz en la explícita “Danceophobia”. El single “Pressure Off” marca el pulso de un disco en el que el grupo coquetea de manera más que digna con el R&B actual y escapa de la nostalgia de producir, en esta era retromaníaca, una segunda parte de Rio, su gran obra maestra. De eso de trata para Duran Duran: de mantenerse en el candelero sabiendo que los viejos días de gloria no volverán, pero con el prestigio de la permanencia y el tributo de los colegas. Y de despuntar el vicio de tanto en tanto con alguna gira mundial para desempolvar viejos éxitos y alternarlos con algunas nuevas canciones. Dentro de su actual vestimenta de impecables y sobrios trajes a medida, los Duran Duran saben a la perfección que el maquillaje y el rimmel que supieron utilizar y aún utilizan, no se manchan.

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