Puerperio: el tiempo silenciado de la maternidad

Por: Natalia Gelós @nataliagelos

Danielle Haines un día se sentó frente a la computadora en su casa en Phoenix, Estados Unidos, y subió a Facebook una foto suya. La compartieron más de ventidos mil veces. Es la que ves acá arriba: ella con el torso desnudo y su bebé muy muy pequeño en brazos. Sería una foto más de recién parida si no tuviera Danielle esa mueca de congoja y un texto al lado en el que cuenta su desesperación.

“Esta es una foto mía tres días después de dar a luz. Estaba convaleciente y tan expuesta que estaba hecha una mierda. Amaba a mi bebé, echaba de menos a su padre (que había vuelto al trabajo ese día), estaba cabreada con mi madre, me dolía pensar en mi hermano porque mi madre nos había abandonado y ahora tenía un niño que se parecía a él, mis pezones estaban agrietados y sangraban, la leche casi me había subido, mi bebé estaba cada vez más hambriento, me sentía triste porque la gente matase niños intencionadamente, no había dormido desde que me puse de parto, no sabía cómo colocar mis pechos, mi vagina estaba irritada de sentarme todo el rato para dar de mamar, estaba muy cerca de volverme loca”.

En unas cuantas líneas resumió eso que no aparece en las publicidades, ni en el curso de preparto, pero que de a poco se retoma en blogs, en columnas de opinión, en espacios de compartir experiencias, en libros, en películas. Es la escena del llanto en la ducha de Julieta Zylberberg en Mi amiga del parque, un llanto quedo debajo del chorro de agua que hay que contener para correr la cortina y ver al bebé en el carrito, del otro lado, a la espera.

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Nadie avisa. Llegarás a casa y verás que los muebles siguen igual, las camas, las plantas, todo en su lugar, pero no… a partir de ese momento todo va a ser diferente. No hay tutorial infalible para lo que se viene. Claro que luego la angustia termina y todo encuentra su cauce, pero esos primeros días…Primero quedémonos tranquilos: Danielle Haines también encontró su camino. Las fotos en su Facebook siguieron y el bebé creció y compartieron salidas, y tuvo sus caricias, y demás, pero ese momento, ese umbral que va desde el parto hasta el reacomodamiento, eso que llaman el puerperio, puede ser un túnel oscuro y hermético del que hasta hace poco nadie se animaba demasiado a hablar con honestidad. Como si el estreno de la maternidad fuera sólo luz, azúcar y algodones.

El puerperio no aparece en las publicidades, no. Ese limbo en el que el cuerpo sufre una estocada de cambios en un flash y el alma no termina de ajustarse a esa nueva realidad parece estar, muchas veces, tapiado por un silencio cómplice. Alejandra Libenson es psicóloga especialista en crianza y dice: “Es bueno mostrar que esta etapa de inauguración como mamá está atravesada por sentimientos de ansiedad y felicidad que se unen. La felicidad convive con el miedo. Y hay un tema físico, lo hormonal que se dispara, y como toda experiencia novedosa también hay miedo y un desborde de alegría y tristeza. El tema es que la madre no se sienta culpable por tener todos esos sentimientos y pueda pedir ayuda. No es fácil hacerse cargo de un bebé ¿Quién contiene a esa mamá? Se trata de un dolor medio invisible, difícil de mostrar. Lo preocupante es si esa sensación de angustia está por sobre la sensación de felicidad y si eso no permite el vínculo con el bebé”.

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¿Es necesario advertir que por unas semanas se ingresará en un universo húmedo, afiebrado y sin tiempo? ¿Es hora de romper el mito? Lo que más hiere es el silencio, ese shhhhhh en forma de sonrisa beatífica con el que dibujan esos días. Algo de eso pensaron las mujeres que, a partir de la foto de Haines, armaron un grupo: Confesiones desde el postparto, y empezaron a volcar allí todo lo que sintieron, lo que sienten. La red ayudó a Haines. Lo cuenta en su sitio: sus amigas, las mujeres del blog que contaron sus experiencias ayudaron. Libenson va por ahí cuando dice: “Lo ideal es nutrirse de redes que ayuden. Ahora las familias están más atomizadas, las abuelas son más jóvenes entonces no están tan disponibles para acompañar a las madres, por eso ayudan los grupos de amigas, de crianza, que luego del parto se reúnen para compartir experiencias y legalizan esos sentimientos”.

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Hacé la prueba. Googleá “Día de la Madre” y clickeá en imágenes: hay flores, corazones, y rubias con bebés sonrientes y rechonchos. Todo rosa, rosa, rosa. Del otro lado del muro color pastel, lo que empieza a dar pelea es el claroscuro. Porque un momento así de trascendental no tiene por qué ser sí o sí inmaculado, y porque aceptarlo, y visitar los rincones oscuros hacen que el recorrido sea menos, mucho menos, solitario; entonces, hay algo cambia. Mamá Mala. Crónicas de una maternidad inesperada, el libro de Carolina Justo von Lurzer, está entre los discursos que buscan quitar el velo. Hay toda una legión que busca explorar desde otro lado, igual de luminoso, pero que bombardea el domo de merengue con el que muchas veces encierran a la maternidad.

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