Los 10 errores de la campaña de Scioli

Por: Daniel Seifert @SeifertDaniel

Los costos de Scioli y la responsabilidad de la Presidenta. Un #TopTen de fallas en un triunfo con gusto a derrota.

Daniel Scioli ganó pero la sensación es otra. El cimbronazo electoral ha transformado en un hervidero al oficialismo, que vacila entre echar culpas a propios y ajenos y apenas reacciona para enfrentar un escenario complejo de cara al balotaje. El shock de la derrota en la provincia de Buenos Aires es más que una alarma para un candidato que se debatirá entre ser fiel a sí mismo o alinearse aún más a un espacio como el kirchnerismo que parece haberle marcado ya su techo. ¿Cuánto se equivocó Scioli? ¿Cuánto fue la Presidenta la que encorsetó al heredero que nunca quiso? En #BORDER analizamos un #TopTen de errores que el oficialismo pagó caro y que ahora intentará superar para lograr superar su victoria más amarga. Y un #BONUSTRACK desopilante al final de esta nota, sobre cómo una canción de campaña puede sonar como una broma pesada para un presente complejo.

 

    1. Bajar a Randazzo.
      Randazzo, el candidato que no fue.
      Randazzo, el candidato que no fue.

      La decisión de la Presidenta de hacer caer la precandidatura del ministro de Transporte, Florencio  Randazzo, en la interna oficialista llevó a la militancia más kirchnerista a desencantarse desde el inicio con la propuesta electoral de su espacio. Una cosa es votar lo que pidió Cristina; otra, trabajar para construir ese espacio que no se sintió propio. Una interna hubiese al menos dado un espacio para sentirse parte. La ausencia de La Cámpora en el bunker de Scioli y la frialdad de los jóvenes K durante toda la campaña, son prueba del error.

    2. Un vice que nunca pidió votar por el candidato.
      Zannini no dice que vota a Scioli.
      Zannini no dice que vota a Scioli.

        La elección del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, como el vice fue aplaudida por el núcleo duro K. Pero para el votante independiente, fue un desgarro, parafraseando a Carta Abierta. Zannini, un monje negro sigiloso del kirchnerismo, el hombre del andamiaje legal del poder de Cristina, es un símbolo demasiado evidente. Lo que Scioli quiso vender como signo de una continuidad moderada, parece haber sido leído por el electorado como un comisariato político en el seno del poder por venir. Más aún cuando hasta los propios asesores de campaña sciolista deslizaban el detalle de que nunca Zannini pidió votar a Scioli. Cuando habló, pidió por “el proyecto”, “el espacio” o “la continuidad de lo hecho por Néstor y Cristina”.

    3. Las cadenas de Cristina.
      La saturación de cadenas de CFK.
      La saturación de cadenas de CFK.

       La saturación que produjeron las más de 40 cadenas nacionales de Cristina, mayormente en el primetime televisivo que afectaba a una audiencia multitarget, fue contraproducente. Con un récord de tres cadenas en una semana antes de la veda y con mensajes insólitos, como el recuerdo de cómo Néstor no nadaba sino chapoteaba, el abuso del recurso le dio letra a los opositores y cansó a un electorado ya saturado por el sobrecargado cronograma electoral y la inundación de propaganda electoral. Para colmo, Cristina no dejó de marcarle la cancha a Scioli que debió asumir que le dijeran hasta que no se gobernaba con sonrisas y palmaditas.

    4. Aníbal, pero también Sabbatella.
      Sabbatella y Aníbal, una derrota histórica en la provincia.
      Sabbatella y Aníbal, una derrota histórica en la provincia.

      Con los números del lunes, Aníbal Fernández se transformó en la excusa fácil para explicar un resultado complejo. La síntesis de que el jefe de Gabinete es el “mariscal de la derrota” o el Herminio Iglesias de Scioli, es simplista. Cierto es que Scioli hizo poco por resistir la candidatura de uno de los políticos con peor imagen del gabinete K en su propio terreno electoral e hizo agua cada vez que lo consultaron por las graves acusaciones en su contra. Pero la explicación de una derrota del peronismo jamás vista en la provincia de Buenos Aires, también se interpreta por la resistencia que generó Martín Sabbatella, un funcionario rechazado por el peronismo ortodoxo, que perdió en su municipio, con la candidatura de su hermano en Morón, y en el pasado había sido un furioso opositor en el terreno bonaerense. Otro premio de Cristina a un funcionario fiel que costó caro.

    5. Scioli se cristinizó. El discurso moderado y más independiente de Scioli viró en la campaña -y aún se exacerba, según se vio en la conferencia de prensa posterior a la elección- hacia el folklore kirchnerista. Escuchar al candidato hablar de continuidad, de modelo y proyecto, de corporaciones o de “todos y todas” se vieron como gestos impostados, entre el discurso del optimismo, la esperanza, el turismo y el deporte, bastión de la comunicación sciolista. Que comparara tapas de Clarín en la recta final de campaña o que tildara de “la derecha” a Macri, en su discurso poselectoral son ejemplos de un Scioli ajeno a sí mismo. El apoyo de los actores que son ícono de la militancia cultural K, mezclados con los Pimpinella, Ricardo Montaner y Nacha Guevara, también reflejó ese giro. Y el corte abrupto del candidato en una entrevista con Andy Kusnetzoff mostró el peor costado de un candidato otrora afable.
    6. Scioli sin debateLa ausencia en el debate. Que Scioli desdijera a su alfil de campaña, Jorge Telerman y no participara en un ningún debate fue un costo duro para el candidato oficial. Fue prometer y no cumplir. El gesto del minuto de silencio propuesto por Massa en el convite organizado por Argentina Debate fue simbólico. Una fortaleza de Scioli que, a diferencia de Cristina, se muestra accesible a los medios de comunicación, se vio mancillada por una decisión de campaña muy cuestionada. Curioso es que, a pesar de ser ganador, ahora Scioli sea el que quiera debatir con Macri, quien esta tarde ya aceptó el desafío. Una reacción tardía en otro error simbólico.
    7. El viaje de Scioli durante las inundaciones. La coincidencia fue fortuita, pero el manejo de la crisis, catastrófico. Muchos creen que el costo de ese viaje a Roma de Scioli fue pagado en las internas, pero el electorado bonaerense no olvidó. El símbolo de un gobernante lejos de la tragedia de sus gobernados ha sido una imagen demasiadas veces aplicada por el kirchnerismo y tal vez una de las actitudes que más costos le ha generado al oficialismo, con la tragedia de Once como hecho bisagra. La reacción de Scioli fue lenta y toda la oposición mantuvo, desde la inundación, el tema de las obras hídricas no realizadas en la provincia como una constante de la agenda de campaña. Cristina ayudó a eso, cuando criticó a Vidal por “vestirse de lluvia”, cuando la Presidenta había hecho lo mismo tiempo atrás, en La Plata.
    8. La fortuna de Scioli. La presentación de la declaración jurada del candidato fue otro hecho simbólico. Por un lado, se reveló un crecimiento patrimonial que Scioli nunca pudo ni tampoco quiso explicar. La famosa lancha declarada en 1.700 pesos fue un grotesco, para un tema sensible, como el hartazgo social ante la presunta corrupción kirchnerista. Pero además, fue tortuosa la demora previa a la revelación. Como gobernador, nunca había expuesto sus bienes, porque las leyes locales no lo obligan, 8 años de atraso institucional en el acceso a la información pública, algo incluso más radicalizado que el del gobierno nacional. Scioli no pudo, por razones obvias, hacer foco en una arista de la campaña: la transparencia.
    9. La tardía promesa de Ganancias. El sciolismo prometió una adecuación del piso del impuesto a las ganancias desde los 30 mil pesos de un sueldo en el último minuto de la campaña. La intención fue sorprender al electorado y seducir votos de la clase media, pero el resultado de la maniobra pudo ser un boomerang. Primero, porque todos sus rivales ya proponían modificaciones impositivas al respecto. Y Scioli, sin responsabilidad directa en el tema, es el candidato del oficialismo, que bien podría haber corregido esa norma recesiva, de haberlo querido. Muchos interpretaron esa última revelación de Scioli como una picardía contra los propios que se tradujo en una ironía para los ajenos. De haber planteado esa modificación durante la campaña, tal vez habría sufrido la reprimenda, en la voz del ministro Axel Kicillof o de la propia Presidenta. Como fuera, el gesto lo mostró condicionado.
    10. Apostar a arrasar en primera vuelta.
      Scioli y una estrategia a todo o nada.
      Scioli y una estrategia a todo o nada.

      En su discurso poselectoral, Scioli se encargó de remarcar que ganó, pero la sensación fue otra. ¿Por qué ganar se siente a perder? Si bien los números de un balotaje nunca fueron promisorios para el escenario de Scioli, la estrategia de la recta final de la campaña, de instalar la idea de que ganarían en primera vuelta, lejos de afianzar una posibilidad, pudo haber asustado al electorado disidente e incentivado el “voto útil”, la estrategia macrista que el propio sciolismo venía combatiendo. La soberbia de declarar un triunfo contundente hace de una victoria ajustada una derrota.

 

#BONUSTRACK

El hallazgo del periodista Carlos Pagni, sobre la canción de campaña oficialista, se torna una broma pesada hecha casi realidad para el panorama de Scioli de cara a la segunda vuelta. La canción Viva la Vida! de Coldplay, ha sido el soundtrack de los spots sciolistas elegido por el publicista Ernesto Savaglio. La letra de la misma, no debe resultar simpática hoy para el candidato oficialista.

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