Recomendado Cine: Los juegos del hambre

Por: Pablo Strozza

El final de la saga basada en los best sellers de Suzanne Collins es la más previsible de las cuatro películas, pero no por eso deja de ser más que atractiva.

Dentro del cine mainstream, este año que se va fue el año en el que las sagas brillaron y brillarán. Ahí está el regreso de Terminator, una nueva 007 y el retorno de Star Wars, que promete romper las taquillas de todo el mundo, tanto cinematográficas como de merchandising. Pero también 2015 presenta el esperado final de Los juegos del hambre, una seguidilla de cuatro películas distópicas que llevaron a Jennifer Lawrence al estrellato, secundada por un elenco de notables, gracias a la persona que supo ver que los best sellers de Suzanne Collins, adaptados a la pantalla grande, iban a ser un hitazo entre los públicos de todas las edades. Objetivo cumplido, y con creces.

Sinsajo: el final no es la mejor de las cuatro películas que forman la colección de Los juegos del hambre. Es la más previsible, quizás porque sea la que debe cerrar la historia por completo, entrega pistas por doquier que permiten adivinar su final, y ese final no deja de tener un sabor amargo, más allá de ser feliz. Más allá de la referencia madre a Battle Royale (la obra maestra de 1999 de Kinji Fukasaku en la que actúa Takeshi Kitano, que arrancó en su momento ovaciones de pie cuando fue proyectada en el BAFICI), en este caso hay citas a Titanic y a Alien: Resurrección en la forma en la que actúa el agua en el filme. Y así como se recuerdan estas películas un detective cinematográfico podría seguir. Pero eso no importa: cuando uno ve a los adolescentes suspirar ante el efectivo triángulo amoroso que conforman Lawrence, Josh Hutcherson y Liam Hemsworth todo se diluye, y todos caemos rendidos ante lo que ofrece la pantalla. Las escenas de acción son intensas, los efectos especiales no se roban la filmación sino que suman a la misma, los villanos (Donald Sutherland como el más poderoso y Julianne Moore como la más astuta) son odiosos, los amigos (Woody Harrelson) son fieles e incluso hay un par de guiños a los adictos a las series, al aparecer un par de personajes del reparto de Game Of Thrones.

Pero lo interesante de toda la saga de Los juegos del hambre es su costado político. Si el mundo actual combina la ciencia ficción de Philip K. Dick y J.G. Ballard (sus lados represivos y ecológicos, respectivamente) con las paranoias de Thomas Pynchon, el mérito de estas películas es acercar al gran público y a los adolescentes esta forma de ver el mundo. Como desconfiar de los poderes y como permanecer leal a quienes siempre mostraron lealtad. El look de Lawrence como Katniss Everdeen puede recordar a la Patti Smith de los 70, cuando se auto presentaba como la Mariscala de Campo del Rock & Roll, antes de su retiro. Sexy pero ambigua, con un marcado costado masculino, lo que hace doblemente sensual, pero al mismo tiempo con todo lo que tiene que tener para que las chicas se identifiquen con ella. Esa es la gracia de Los juegos del hambre: su plataforma multitarget, apta para las chicas de quince y los grandes de cuarenta y pico. El año que viene, cuando nos demos cuenta del todo que las desventuras de Katniss no volverán, la extrañaremos como corresponde. Como a esas heroínas que tienen su lugar muy bien ganado.

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