Grandes que hacen cosas de chicos

Por: Nuria Gómez Videla @nugovi

Para cortar con la rutina, bajar el estrés, disminuir la cantidad de pantallas que miramos por día, quizá, haya que ponerse a pintar como niños

Comprar una caja de marcadores y ponerse a pintar dibujos sin salirse de la línea. Sin celular, sin computadora, sin algo que interrumpa esta nueva tendencia que dejó de ser sólo una cosa de chicos para crecer y convertirse en un tema mayor. Libros para colorear para adultos, la nueva búsqueda de los grandes, que el mercado editorial vive con intensa demanda e importantes ventas.

El Jardín Secreto de la ilustradora escocesa Johanna Basford fue el iniciador a nivel mundial, el que abrió el camino tras convertirse en boom -agotado en la mayoría de las librerías argentinas- no se ha movido del top 10 de ventas de Amazon en el último año, y en Brasil por ejemplo, ha vendido 100.000 copias en seis meses. Con desconcierto, Basford sostiene: no empecé con esto intencionalmente, sólo quería compartir algo que me encanta y que ha traído paz y alegría a mi vida. No tenía idea de que iba a vender tantos ejemplares y mucho menos que se iba a imponer la moda de colorear entre los adultos.

Libro + autora

A nivel local también están quienes dieron luz a este hobby, la editorial argentina Imaginador fue la pionera en 2008 al editar el libro Mandalas para adultos -que ya lleva 11 títulos de 3 mil ejemplares cada uno, con más de tres ediciones en algunos casos-. Desde ese año no han parado, tanto que hoy el mayor ingreso de la editorial proviene de la diversificación y edición de estos libros. Marina Rodríguez Felder es la editora de Imaginador y habló con #Border: “nuestro proceso de trabajo ha sido siempre muy dedicado, somos un equipo que investiga las tendencias que tienen buena recepción en la gente y fue así que nos dimos cuenta que los Mandalas podían andar bien. No nos equivocamos porque nos convertimos en los pioneros del rubro en la Argentina”.

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Imaginador imaginó su mejor camino y luego del furor de Madalas lanzó en 2010 la colección Dibujos para el Alma, que ya lleva 10 títulos editados, de los cuales el más vendido ha sido Diseños Naturales” –40 dibujos para colorear vinculados a la naturaleza-. La última colección que han instalado se imprimió a fines de 2014 y aunque tiene un nombre raro, Zentangle -que significa enredo- ha acompañado las ventas de las dos primeras colecciones, ya que en menos de un año se imprimieron tres ediciones.

Imaginador

Anabella Patitucci y Mercedes Lara son diseñadoras gráficas que trabajan dentro del mundo editorial y fueron testigos de cómo los libros para colorear para adultos estaban respondiendo entre los visitantes de las librerías, entonces, este año se lanzaron a crear uno propio pero con una temática diferente: nos cansamos de ver libros para colorear que sólo planteaban patrones repetitivos, queríamos algo distinto, más actual. Fue ahí cuando nos cuestionamos: ¿Para qué trabajamos todos los días? y la respuesta fue unánime, ¡para viajar!” cuenta Anabella. Lo siguiente fue seleccionar cinco ciudades del mundo que habían visitado y empezar a contar la experiencia a través de los dibujos, aportando a la vez, relatos y datos curiosos sobre cada situación, también le sumaron surrealismo con animales fusionados con personas locales para quebrar la lógica de lo esperado. Todo dio como resultado el libro  Viajando despierto que estará disponible en las librerías para Navidad.

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Buscando su lugar

Si bien todavía no tienen definido su lugar dentro de las librerías, queda claro que no están en el sector de libros infantiles, pero se mueven un poco a los codazos entre la góndola de “Autoayuda, Yoga y Meditación» y la de “Novedades o Más vendidos”.

Los primeros libros para pintar para adultos que tuvimos en la librería fueron los de Mandalas, que empezaron a surgir hace cuatro, cinco años, un poco de la mano de la tendencia de la meditación, autoayuda y yoga. Quizá, El Jardín Secreto vino a marcar la diferencia estricta entre los libros para pintar para adultos y lo que era una cosa también de chicos –porque Mandalas también pintan los niños-. Pero como en la mayoría de los fenómenos editoriales -esto ya pasó con Paulo Coelho, Bucay y hasta con Rolón- la cosa comenzó a desvirtuarse y de unos pocos libros, ahora vienen en todos los formatos, con todas las temáticas, mechados con frases de grandes pensadores. Cuando el tema se cruza con la pata comercial todo cambia y el negocio, a veces, le gana a las buenas intenciones, sentencia, Christian Herbach, periodista, con 23 años de librero de una de las cadenas de librerías más grandes del país.

Del lado del productor, Rodríguez Felder cuenta: Al principio teníamos que explicar en las librerías en qué consistían los libros porque nadie entendía para qué eran: ¿para niños?, ¿para adultos? o ¿para qué? pero con el tiempo la demanda comenzó a crecer y fueron ganando su lugar en el circuito comercial. Hoy estamos en las librerías de todo el país y además en puestos de diarios y revistas. Haciendo un poco de futurología, el rubro va a tener pronto su propia góndola”.

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En un mundo vertiginoso

Pero, ¿dónde está el secreto que lleva a cada vez más adultos a inclinarse por esta actividad? ¿Qué genera en el cuerpo y en el espíritu?. Todos coinciden en lo mismo, hablan de un sentimiento de bienestar. Detener el tiempo, aquietar la mente, ejercitar la motricidad fina, no correr ni competir y volver a manipular objetos olvidados como -lápices, marcadores, pinceles, goma- son algunas de las características que se destacan.

En este mundo digital donde hay pantallas en constante actividad y conexión wi-fi el libro es un alivio para muchos de nosotros, una oportunidad para desconectar y disfrutar de una actividad sin la distracción de un chat, de Facebook o Twitter. Creo que un libro para colorear ofrece una desintoxicación digital para esta generación cansada de ver todo en la pantalla, sostiene la autora del best seller, El Jardín Secreto.

En la misma línea Patitucci dice: todo el mundo puede colorear, no hay que saber dibujar y eso creo que nos iguala, no hay frustración. Es muy liberador, te relaja, calma la ansiedad que traés de todo el día. Te olvidás del mundo por un rato y eso siempre es bueno. Volvés a jugar con los colores.

“Pintar relaja, es como volver a jugar un juego de niños, y no lo digo yo, lo dice la gente que compra nuestros libros. Y para probar si era verdad en algún momento me he puesto a pintar, y -te digo- funciona”, concluye Rodríguez Felder.

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