La fastidiosa espera de mi dulce bebé

Por: María Julia Oliván @mjolivan

No hay enamoramiento con la panza y otras verdades del embarazo de nuestra intrépida amiga. (Vendría a ser yo)

Estuve esperando seis meses para contarles la historia rosa de esta panza en la que va creciendo mi bebé. Claro, tanto luché para quedar embarazada que no podía decepcionarlos. Era casi un deber contarles lo genial que era tener, al fin, a mi niño dentro.

Presa de la culpa por el diario negro de mi embarazo que escribí en mi cabeza, decidí guardar silencio. “Te juro que se pasa Julita”, me decían mis amigas mamás. Esperé y esperé y no se me pasón un soto. Así que amigas con la verdad por delante siempre acá les cuento la embarazosa historia sobre mi hijo y yo, semana 25.

Resulta que como el 90 por ciento de los periodistas o de los argentinos estresados tengo una furiosa gastritis que con la llegada de mi niño sólo ha empeorado.

Mis días de embarazada son así: me despierta una náusea furiosa, me sigue el asco a todos los olores que pezca mi olfato y que incluyen al santo de mi novio a quien le tengo prohibido usar perfume con el agregado de que para colmo le tomé idea al aroma de su piel que antes me encantaba.

A eso de las 11 ya siento náuseas de nuevo y espero al almuerzo como soga salvadora. No tengo un solo antojo porque toda la comida me da bastante asco. Una buena para esta gordita que gusta de todos los alimentos de la góndola pero una mala para la vida cotidiana de todos los días. 

O sea, por un lado, aumenté de peso como las modelos -obviamente sin el espectacular cuerpo de ellas – pero a promedio de un kilo por mes; pero por otro perdí toda chance de disfrutar una cenita rica o de almorzar y seguir mi día como si tal cosa.

Después de ingerir comida viene el capítulo de la acidez y a veces los vómitos.

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Lo de los olores me tiene mal traer todo el rato. Por ejemplo tuve que pedirle a la señora q me ayuda en casa que destierre el enjuague de la ropa y los desodorantes de piso. Ahora la limpieza se hace a pura lavandina y Odex, como cuando era chica.

El aroma a la ropa de cama tampoco lo aguanto y además de cambiar acolchados y fundas compré una almohada nueva porque la anterior me daba asco. El olor que siento cada vez que subo a mi auto me hace vomitar: si ven una loca en un bólido blanco abriendo la puerta y escupiendo en cada semáforo en rojo ésa soy yo.

Los cubos de basura de la “Ciudad Verde” emanan unos 30 aromas mínimo que mi nariz detecta a la perfección.

Tengo sueno todo el tiempo y me agarró una especie de fobia a la tele. No es que me haga la cool onda Juanita Viale, les juro lo mío es pura hormona revuelta.

No se si saben -tal vez lo intuyan- que soy de levantar temperatura bastante rápido cuando algo me enoja. Bueno, ahora el doble de rápido y me agarra taquicardia.

Lo último: tengo sialorrea que significa que produzco una cantidad enorme de saliva y me la paso escupiendo. Ah, y una vez por día tengo ataques de tos de 10 minutos pero ése es el mal menor.

En el celular me bajé la app de Tu embarazo hoy me avisó hace como 8 semanas que -en ese momento- iba a sentir una vitalidad enorme y que no me preocupe si no sentía ya síntomas de embarazo ya que era normal, junto con una intensa energía sexual que iba a ser la bendición de la pareja.

Zafé, me dije!

Mmmm.. No me habría sucedido ninguna de esas cosas, queridas amigas. Un fiasco de piba eso es lo que soy. Una embarazada grunona que tiene miedo al parto y al post parto.

Cuarenta anos creyendo que esto iba a ser sólo un trámite hasta verle la cara al amor de mi vida para encontrarme nadando en este mar de quejas.

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Les juro que intento ponerle onda. Viajé a Uruguay a intentar unas vacaciones y volví a los dos días más revuelta que el Río de la Plata.

Arranqué a entrenar y no logro cumplir con todas las clases porque según el día la cosa se pone más furiosa.

La gente me saluda y me felicita por la calle y me pregunta: estás feliz? la respuesta es sí pero me siento como la mona.

Qué más les puedo contar?

Mi hijo se llama Valentino mide 30 centímetros y está totalmente formado. Orejitas, manos, piernas, ojos, bueno.. todo. Escucha si le hablo y si me asusto se asusta. Hasta huele!

Me contó mi amiga Fernanda Sández -periodista de Border– que unos científicos descubrieron que los bebés cuando nacen se guardan en el cuerpo algunas células de la madre y la madre hace lo mismo con las células del bebé.

O sea que mi chico será -de verdad, no como metáfora- una parte de mí suelta en el mundo. Digo suelta porque quisiera criarlo libre e independiente aunque después me de miedo que ande por ahí.

Valentino pesa 700 gramos y tiene unos piecitos chiquititos que me patean abajo del ombligo porque todavía no se dio vuelta. Yo cierro los ojos y pienso en cómo será. Entonces hago algo bastante estúpido: me concentro para que salga parecido a mí físicamente. Ya sé que mi novio es lindo y que suena egocentríco mi deseo, pero él tiene un gemelo y un hijo idénticos a él. Esta ronda me toca a mí. Quiero que aunque sea tenga mis cejas.

Cuando llore voy a hablarle mucho porque leí por ahí que los recién nacidos no ven bien y están como perdidos en un mundo con luz y sin agua, muy distinto a la bolsita de agua calentita que los cobijaba en el vientre. Y pobrecito..  porque quién se siente a gusto si de pronto sin la menor explicación lo largan así a un mundo sucio, lleno de luz y CON TELEVISION!!!

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Así que le voy a comprar discos y munequitos porque no quiero que se acerque a un aparato electrónico por unos cuantos meses. Mejor que toque el pasto.

Dice Ariel que cree que va a tener los labios gruesos como yo y se acerca a la panza y le dice “vos sabés la vieja que tenés? Qué huevos que vas a tener Pirisito (le tocó el apodo porque así le decían a mi viejo) ! Yo le hago hambre con la boca y le digo y qué otra le queda al pibe?

Estoy muy ansiosa y también me da miedo el tema de si se va a prender a la teta y si amamantar duele mucho. Pero me dijo mi mamá que cuando tu hijo te agarra el pecho, toma leche y te mira fijo no te duele nada. Al contrario, te ríe todo.

Otra cosa: toda la vida dedicada a trabajar, no me imagino repartiéndome entre el nene y el periodismo pero lo voy a hacer como lo hacen todas las mujeres trabajadoras. Obvio. Bueno, yo que siempre estoy tan segura de todo, de esto estoy insegura. De pronto el librito se te arruga un poco.

Encargué una cuna y me arrepentí. No se si comprar moisés o praticuna ustedes qué dicen?

ya quiero tenerlo en mis brazos, besarle toda la cara y las piernitas y contarle cuentos. Debo reconocer que cuando paso por las casas de ropa para niños miro con nostalgia los vestidos y las vinchas de nena. Pero bueno, es una estupidez de tanto haber peinado mi muñeca.

Por supuesto que se jugar a la pelota y al tenis y nadar y treparme a los árboles y contar cuentos y todo menos jugar a lo bruto con espadas y pistolas.

Yo calculo, que cuando lo agarre nos las vamos a pasar regio juntos, como diría Calamaro, por este rato … que es toda la vida.

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