Caso Juana Repetto: ¿Deberían todos los niños nacidos por donación acceder a la identidad de sus donantes?

Por: Luciana Mantero

El caso de Juanita Repetto, cuyo hijo, concebido con donación de espermatozoides podrá  conocer, si así lo quiere cuando cumpla 18, la identidad de su donante,  reavivó el debate: ¿La donación de óvulos y espermatozoides debería dejar de ser anónima? ¿Deberían poder acceder los nacidos por donación de gametas a la identidad de la persona que aportó esa célula?

Hace un tiempo Juanita Repetto, panelista de Intrusos, la hija de Nicolás y de Reina Reech, hizo público que será madre a partir de una inseminación de un donante, hoy anónimo, pero a cuya identidad su hijo a los 18 años, si así lo quiere, podrá acceder. Se aseguró de esto a través del Programa de Identidad Abierta (PIA) del centro de fertilidad en el que hizo el tratamiento, el único que existe en el país y que trabaja con donantes que acceden a que se revelen sus datos. Algunos especialistas en el mundo de la fertilidad lo critican, porque dicen que no hace falta pagar extra por ello; sostienen que en realidad el acceso a la identidad está garantizada de cierta forma (sólo falta la jurisprudencia) por el nuevo Código Civil que habla de que un juez puede autorizar el acceso a los datos del donante “cuando es relevante para la salud” o “por razones debidamente fundadas”. ¿Qué sería una razón fundada? El tema involucra al derecho a la identidad y se cruza con el debate sobre si la donación de óvulos y espermatozoides debería dejar de ser anónima ¿Deberían poder conocer los nacidos por donación de gametas a la persona que aportó esa célula?

Por lo pronto cabe aclarar que ese donante no tiene ninguna obligación ni compromiso filiatorio, económico ni de cualquier tipo. Y que, desde que el nuevo Código Civil puso el acento en la voluntad procreacional, no es padre quien pare o quien da la célula, si no quien expresa su voluntad de serlo. Se formalizó así la filiación de los bebés nacidos por técnicas de reproducción asistida. Esta voluntad de paternidad queda asentada en un legajo de cada niño, junto con su información sobre la técnica mediante la cual se concibió.

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El tema toca fibras muy íntimas y genera posturas encontradas. Hay quienes luchan por el libre acceso a la identidad de los donantes cuando los niños nacidos por donación de gametas lo piden, como la ONG Concebir. Otros, como algunas asociaciones de parejas igualitarias (del mismo sexo, cuya posibilidad de concebir depende del aporte de una gameta), entre ellas la Federación LGBT y 100% Diversidad y Derechos,  acuerdan con el derecho al acceso a la información sobre el origen, pero enfatizan en que esto no pasa por conocer la identidad del donante.

Para Marisa Herrera, abogada especialista y quien intervino en la redacción del nuevo Código Civil, hay cuatro modelos de donación en el mundo. El del anonimato cerradísimo; el de la apertura abiertísima, que produjo que el banco de gametas más importante de Inglaterra tuviera en 2015 sólo nueve donantes, alentando el mercado negro; el de doble ventana, que depende de la voluntad del donante en el momento en que el nacido con su material genético hace el pedido (el caso de la película Mi Familia, con Annette Bening y Julianne Moore), y la postura intermedia, adoptada en Argentina, en la que el acceso depende de la decisión de un Juez.

“Hay que construir esa cultura de la donación, de la idea de que son donantes, no padres -dice Herrera-. Por otra parte no todos los chicos quieren saber. De hecho por ahora ningún hijo nacido por donación de gametas, y el código tiene nueve meses, hizo el pedido a la Justicia”.

En 2015 se hicieron unos 20.000 tratamientos de alta complejidad. Se supone que el 30 por ciento de ellos, es decir 6000, fue con gametas donadas. De ellos sólo algunos terminaron en un embarazo pero, proyectando sobre estos números, se constata que el tema involucra directamente a miles de personas y cobra cada vez mayor relevancia. Ni hablar si se tiene en cuenta que la cantidad de tratamientos viene aumentando año a año con la postergación de la maternidad y sobre todo, dicen desde la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, los hechos con donación de óvulos o espermatozoides.

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“Salgo de bañarme cuando mi marido me muestra en su computadora portátil una nota  y un video. Iara Zlotogwiazda, una adolescente de 16 años, habla sobre el derecho que tienen los niños nacidos por donación de gametos como ella de conocer su identidad genética (…). Me quedo atónita. Se me disparan miles de temores. Mi cabeza explota con la imagen de mi futuro hijo o hija nacida por ovodonación, preguntándose en su adolescencia por su donante, buscando a esa mujer que no soy yo, de quien habrá heredado algunos de sus rasgos y quién sabe qué más.  Me siento en la cama con la mirada perdida mientras él lee el texto en voz alta. (…) En este preciso momento me doy cuenta de que lo que tengo por delante es todo un desafío no apto para cualquiera. De hecho, me aterra lo que vendrá”, relato en El deseo más grande del mundo (Paidós), el libro en el que cuento mi historia en la búsqueda de un hijo que no llegaba y la disyuntiva de si tenerlo con la donación de un óvulo.

“La formación del “yo” es gradual y comienza con los elementos con que cada uno nace, con su realidad genética, su origen cultural, social y económico continúa con la crianza familiar y la socialización escolar. (…) El derecho de todo ser humano a conocer sus orígenes, responde al interés superior de todo hombre a saber lo que fue antes que él, de donde se sigue su vida, que le precedió generacionalmente –tanto en lo biológico como en lo social-, que lo funda y hace de él un ser irrepetible. La identidad reconoce su fuerte en ese origen del ser humano, pero se proyecta en el tiempo de la existencia del hombre y hacia el futuro. (…)  Concebido el niño, ninguna supuesta intimidad o privacidad puede alegarse para frustrar sus derechos, ni durante su gestación, ni después de nacido”, argumentó Concebir en el debate del Código Civil.

«Nadie dice que los niños «deben» acceder a la identidad de sus donantes sino, «pueden» o «tienen derecho». Muchos investigadores confirman que el acceso a la información reduce la ansiedad, el temor y simplemente saber que está disponible mejora la calidad de vida. Cuando algo está prohibido o es anónimo lo que aparece son dudas, miedo, inseguridad, ansiedad, vergüenza», agrega Estela Chardón, la presidenta de esta ONG.
Para Greta Pena, de 100% Diversidad y Derechos, “el concepto de identidad no está solamente atado a lo biológico, tiene una dimensión multifacética”. “Nosotros defendemos el derecho a conocer su origen. Y su origen no está en la identidad del donante, sea del sexo que sea, su origen es su realidad familiar, el proceso que llevó a sus padres a tomar la decisión de tenerlo y la forma en que lo tuvieron por técnicas de técnicas de reproducción humana asistida (TRHA)”.

“El Programa de Identidad Abierta (PIA) de Reprobank no sólo da acceso directo con el banco a los datos identificatorios del donante, sino que entrega una carpeta que incluye fotos, ensayo motivacional, perfil de personalidad, intereses, estudios entre otros datos. Dentro del marco legal argentino una persona nacida por donación de gametos podría pedir los datos de la identidad del donante sólo mediante un amparo legal, alegando que tiene el derecho a conocer su origen genético, pero la decisión final de develar o no la identidad del donante la tomará un juez según considere apropiado”, aclara la doctora Vanesa Rawe del centro al que acudió Juana Repetto y en defensa del PIA.

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