El fin de semana la describieron como un Rottweiler, siempre dispuesta a “atacar a quien amenace a la república”. Lo cierto, sin embargo, es que Elisa Carrió elige estratégicamente a sus nuevas presas y que ahora esté apuntando contra Daniel Scioli no es un detalle menor, pensando en que está decidida a jugar de lleno en la política electoral bonaerense en 2017.

En su equipo lo niegan, y aseguran que fue una casualidad y no una estrategia electoral; que la información les llegó sin buscarla. Pero Carrió está acostumbrada a recibir datos, denuncias, sospechas o chismes, y ella decide con cuáles avanza y cuáles no. Avanzar contra Scioli, en este caso, es un juego a múltiples bandas: no sólo le pega al ex gobernador bonaerense, que mantiene una imagen aceptable en la Provincia, sino que también pone en la mira el accionar de dos dirigentes que vienen midiendo alto en las encuestas, como Sergio Massa y Margarita Stolbizer. Hoy aliados, los dos hicieron su carrera política en la provincia de Buenos Aires, y los lilitos buscan instalar que nunca presentaron una denuncia contra quien manejara los hilos bonaerenses durante los últimos ocho años.

Poco tiempo después de que apareciera la caja fuerte dentro de la estatua de un dragón en la casa del tesorero de la campaña de Scioli, en las filas de la Coalición Cívica sacaron a relucir las críticas que Stolbizer había hecho a la denuncia de Carrió. La había tildado de “disparate” y se había diferenciado diciendo que ella no hace denuncias “que no pueda probar”. Así, se se convirtió en un capítulo más de la pelea histórica de Carrió con Margarita, que te contamos en #BORDER.

Pero esta vez no es Carrió la que dispara. Hay algo que la frena a ser ella la que muerda a Scioli, por lo que decidió que sean referentes de su espacio los que hablen de las novedades de la causa por supuesto lavado de activos y defraudación al Estado. Así fue como la legisladora Paula Oliveto, el asesor de Lilita Juan Manuel López, y el senador provincial Andrés Di Leo fueron los encargados de salir a defender la denuncia en los medios.

La chaqueña conoce a Scioli desde fines de la década del 90’, cuando compartían la Cámara de Diputados, una como legisladora del radicalismo y el otro como uno de los exponentes del menemismo. A principios de este siglo, compartieron la emblemática comisión bicameral para investigar casos de lavado de dinero. Allí también estaba, entre otros, Cristina Kirchner. Cerca de la ingeniera de Cambiemos recuerdan que Scioli, entonces menemista, hizo un dictamen propio, que el resto llamó «la monografía», porque no mencionaba ningún nombre caliente y se dedicaba a teorizar sobre el lavado.

Más cerca en el tiempo, Carrió contó que en los principios del kirchnerismo, cuando Scioli presidía el Senado (por ser el vicepresidente) y Cristina ocupaba su banca representando a Santa Cruz, tuvieron varios cruces. «En un momento, cuando Cristina lo retó tanto en el Senado, Scioli me habló y me dijo que Cristina lo quería matar. Acá tengo los emails: ‘Defendeme'», relató Lilita. Y agregó: “Yo salí a defenderlo, y después de 20 días salió abrazado con Cristina Kirchner y Karina Rabolini en el Colón. Él estaba desesperado”.

Carrió, sin embargo, mantuvo el contacto. Scioli, para ella, no es parte de la política tradicional, del aparato, y eso es algo que ella rescata entre íntimos. Así y todo, no siempre Lilita le tiró rosas a Scioli. En la última campaña, cuando compartía fórmula con Carlos Zannini, no sólo insinuó que lo podían terminar matando, sino que lo tildó de “imbécil”.

Este año, se volvió más ciclotímica su relación. Dice que no le quiere pegar directamente, pero le presentó la denuncia más fuerte que tuvo hasta ahora el ex gobernador. “Scioli es muy amable, pero queremos saber si robó”, manifestó Carrió a principios de agosto. Es que quienes la conocen de cerca dicen que no tiene un encono personal con el ex motonauta y que incluso le cae bien, pero que por eso sólo puede tener el gesto de no aparecer ella ladrándole.

Ahora la investigación promete seguir adelante, sobre todo luego de la aparición del dragón, donde no se encontró dinero pero se corroboró que una información que había recibido el fiscal tenía asidero: sostenía que en esa casa del country Abril se desarrollaban reuniones donde se repartía dinero (Carbone era responsable económico de la campaña) y que había una caja fuerte.

El equipo de Carrió tiene previsto seguir aportando más vías de investigación para una causa que viene avanzando. Esta semana se conoció también que quien fuera jefe del IOMA (Instituto de Obra Médico Asistencial) durante la gestión de Scioli, Antonio La Scaleia, forma parte de una sociedad offshore involucrada en los Panamá Papers. Precisamente, el IOMA es una de las “cajas negras” de las que habló Carrió, razón por la cual una nueva denuncia que presentaron desde la asociación de profesionales de la obra social recayó en el mismo fiscal: Alvaro Garganta.

Así, La Scaleia se suma al listado de sciolistas que quedaron bajo la órbita de la Justicia, como Walter Carbone (el hombre del dragón), Luis Alberto Peluso (ex titular del Instituto de Loterías de la provincia, otra de las supuestas cajas negras) y Guillermo Scarcella (ex titular de Aguas Bonaerenses y señalado como supuesto testaferro de Scioli). A ese listado, desde la Coalición Cívica esperan que se sume en breve el principal lugarteniente del ex gobernador: Alberto Pérez.

Carrió acaba de volver de un viaje por Italia, con su amiga Lili Miedvietzky, dueña de las empresas de traslados y turismo Funtime y Firenze Viajes. En parte fue a descansar y a cuidar de su salud. Pero no pudo con su genio: anduvo averiguando sobre el empresario Stefano Garrilli, quien salió a proclamarse dueño de las estancias de Tandil que desde la Coalición Cívica sindicaban como del ex gobernador, para algunos, un paso en falso de la denuncia. Lilita dice tenerle estima a Scioli, pero está dispuesta a seguir sus rastros hasta en el viejo continente, de ser necesario.