La leyenda de Gerald Bostock, amparo para los jóvenes duros en tiempos de dictadura

Un niño poeta, una injusticia, una denuncia, un mito urbano y una melodía que marcó a los jóvenes argentinos que entraban en los años más oscuros de nuestra historia. Semblanza de la mítica banda Jethro Tull y la nostalgia de aquellos que hoy peinan canas, pero aún creen en las portadas de los discos.
La leyenda de Gerald Bostock, amparo para los jóvenes duros en tiempos de dictadura
Créditos: La leyenda de Gerald Bostock, amparo para los jóvenes duros en tiempos de dictadura
Por: Fernando Sommantico @ferlegend1

La leyenda es una narración popular sin datos fehacientes que acrediten un hecho tal como fue. En general, se va transmitiendo de generación en generación, de boca en boca, con la tenacidad del rumor y con la erosión del tiempo, que suele acoplarle detalles y algunas narraciones menos sustentables, pero que aportan a un todo para convertir algo en una historia aceptable y, a veces, aceptada casi como verídica.

unnamed-1El  viernes 7 de enero de 1972, la portada del diario St. Cleve Chronicle & Linwell Advertiser tenía como su noticia más importante la del joven Gerald Bostock, de tan solo 8 años y apodado “Little Milton” (en homenaje a John Milton, el autor de El paraíso perdido) quien había ganado un concurso de poemas, cuyo premio luego se le sería quitado porque se lo consideraría algo así como que estaba loco.

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En una de las páginas interiores del diario, Gerald vuelve a aparecer en el título de otra noticia. En ésta se informa sobre una joven de 14 años llamada Julia Fealey (a la izquierda de Gerald en la fotografía de la portada), quien aparentemente está embarazada y acusa al joven poeta de ser el padre. El reportaje continúa con el testimonio del doctor de la joven, quien asegura: «obviamente estaba mintiendo para proteger al padre real«. 

unnamed-2Una historia de lo más cruel. Un niño precoz con talento para escribir una poesía tan profunda y perturbadora, capaz de ganar un premio, es despreciado por gran parte de una sociedad luego de que se lo viera leer su poesía en un canal de televisión, mientras se le escapaba alguna que otra puteada.

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Poco tiempo después y como para calmar los ánimos de la sociedad, el premio fue otorgado a una niña que había escrito un poema sobre “la ética y el cristianismo. Su poesía rezaba:

Gerard Bostock
Gerald Bostock

Mira! Ha nacido un niño

y le declaramos apto para luchar. 

Tiene espinas en los hombros

y se mea por la noche.

Haremos de él un hombre

metiéndole en el negocio,

le enseñaremos a jugar al Monopoly

y a cantar bajo la lluvia.

El poeta y el pintor

proyectando sombras en el agua

mientras el sol juega con la infantería

a su regreso del mar.

El mercenario y el pensador sin concesiones mutuas

como la luz del ocaso ilumina

la creencia del mercenario

El fuego del hogar encendido: 

la tetera a punto de hervir

pero el amo de la casa está lejos.

Los caballos patean – su cálido aliento empaña

el desabrido amanecer del día.

unnamed-3Esta historia, tal vez el primer meme artesanal pintado como noticia, llegó a la Argentina en 1973, y no fue a través de algún medio televisivo o escrito, sino en la tapa de un disco de Jethro Tull, una buena banda progresiva de los años 70, en tiempos en que brillaban Led Zeppelin y Yes. El formato de las carátulas en las primeras ediciones era el doblés de una tapa de diario en donde se podía ver aquella portada de diario del supuesto niño prodigio mansillado.

Ese disco con tapa provocativa -bizarra para algunos- nos daba a conocer a los argentinos la historia de esa poética injusticia. Pero ese mismo mundo cruel también contenía gente noble capaz de saldar esos actos y desafiar las creencias populares tratando de imponer otro punto de vista. Que Jethro Tull haya llevado a nuestro conocimiento esta historia se ganó la admiración de muchos jóvenes y adolescentes por esos años, embelesados por el condimento que aportaba la creatividad heroica del pequeño Milton.  

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Jethro Tull
Jethro Tull

Combo perfecto de rebeldía: tapa del disco, su formato, las letras y, como si fuese poco, la hoy impensada propuesta de que tuviera sólo una canción que abarcaba los dos lados, lo que la hacía imposible para las radios.

Esta producción discográfica, inimaginable en estos días, fue un éxito total, y quedó como uno de los discos más originales en la historia del rock. En la Argentina de entonces no había televisión a color e internet era la fantasía de unos pocos.  En 1976 se produjo el último golpe militar, y a partir de allí muchas cosas cambiaron, entre ellas los contenidos y las informaciones que llegaban desde el exterior.

Fue a partir de 1983, con la llegada de la  democracia, cuando Argentina le volvió a abrir las puertas a nuevas bandas y estilos musicales. Thick as a brick, “grueso como un ladrillo», cayó entonces en el olvido, con su historia de noticias también.

Ian Anderson, el líder de la banda.
Ian Anderson, el líder de la banda.

¿Que habría sido de la vida de ese pequeño genio adolescente?, se preguntaban más de un nostálgico de esos años. Cuarenta años después, Ian Anderson, el cantante de Jethro Tull, volvió a jugar con el imaginario colectivo de la gente. Sin dar pista cierta de lo que fue de la vida del pequeño Milton nos entrega cinco arquetipos en los que pudo convertirse: un codicioso banquero de inversión, un homosexual sin hogar, un soldado en la guerra de Afganistán, un chanta predicador evangelista o un simple burgués. gerente de una tienda de ropa, casado y sin hijos.

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Con esas suposiciones lanza lo que sería la segunda parte del exitoso Thick as a brick en donde el destino de Gerald parece no ser otro que el de llevar adelante una vida solitaria y gris.

Anderson siempre mencionó casi sin querer que se acreditase que Gerald Bostock fue un personaje ficticio creado por él. Por eso esta historia prevaleció en el tiempo como una leyenda. En tiempos en los que se necesitaba creer las historias y en las que no existía la viralidad, la mínima aclaración en la tapa de aquel disco que daba cuenta la ficción de aquel diario, pasó casi desapercibida. 

Pese a esto la gran mayoría de la gente que curtía rock por esos años aún cree que aquel niño y su pequeña gran tragedia fueron de verdad. Mientras tanto esos jóvenes hoy con canas se deleitan poniendo el disco y al compás de la música le van contando a sus hijos y nietos la leyenda de Gerald Bostock.

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