Brian Eno: la luz y el sonido de un “no músico” en Buenos Aires

Por: Pablo Strozza

El inglés visita por primera vez la Argentina para presentar dos instalaciones audio lumínicas en el CCK.  Qué dijo de Trump. Por qué pidió que lo definieran así en el pasaporte. Bowie, Bono, Coldplay, Talking Head y la historia musical de alguien que la hizo.

 

Su nombre de pila completo es Brian Peter George St John le Baptiste de la Salle Eno, pero todos los conocen como Brian Eno, o simplemente como Eno. Nacido en Suffolk, Inglaterra, en 1948, una enumeración incompleta de su currículum vitae incluye su participación destacada en los dos primeros discos de Roxy Music como tecladista para luego abandonar a la banda pionera del glam rock; cuatro álbumes como solista que sentaron las bases del pop del futuro en los años 70 (Here Comes The Warm Jets, Talking Tiger Mountain (By Strategy); Another Green World y Before and After Science); la fundación de la “música ambiental” desde Discreet Music y Music for Airports; colaboraciones con Talking Heads que lo establecieron como miembro honorario del grupo; una participación estelar en la “trilogía berlinesa” de David Bowie (las placas Low, Heroes y Lodger) el padrinazgo de la escena No Wave de la Nueva York de fines de los 70; discos a dúo con Robert Fripp, los alemanes Cluster, David Byrne, John Cale y Jah Wobble; y su trabajo como productor de Ultravox!, Devo, U2 y Coldplay. Como verán, un hombre clave dentro de la cultura rock de los Siglos XX y XXI.

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Brian Eno.
Brian Eno.

Como otros grandes del rock inglés como John Lennon y Pete Townshend, Eno fue educado en las escuelas de arte inglesas de la post guerra: un ámbito de libertad creativa que lo llevó a experimentar con grabadores de cinta abierta y con distintas formas pictóricas. Su trabajo como músico lo hizo abandonar su pasión por la pintura, más allá de que su trabajo en el estudio de grabación (hecho que lo hizo autocatalogarse como un “no músico”, llegando a elevar el pedido de que esa categoría figurara en su pasaporte) develara un accionar más propio de la coloración de un lienzo que de la ejecución formal de un instrumento: para Eno, el estudio de grabación es su instrumento, más que los teclados o la guitarra. Sus experimentos con cámaras de video hogareñas y softwares lo llevaron a traducir la pintura a luz, y a generar distintas instalaciones audio lumínicas, más cercanas al video arte que a la pintura en sí.

"77 million paintings".
«77 million paintings».

Esta es la faceta que Eno vino a presentar al país, en dos instalaciones que se podrán ver en el CCK desde el 2 de diciembre. Por un lado, 77 Million Paintings: una obra generativa que crea para el espectador una atmósfera envolvente de sonidos e imágenes. 77 Million… consta de una estructura de doce monitores, cuyas pantallas van proyectando combinaciones aleatorias de imágenes. Y a ellas se suman las capas de música compuesta por Eno, que también se van emitiendo en combinaciones también azarosas. Los “77 millones” del título se refieren a las combinaciones posibles de imagen y sonido: se estima que el espectador tendría que pasar 450 años delante de la muestra para experimentar dos veces la misma combinación visual y auditiva.

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Una puesta de audio y sonido.
Una puesta de audio y sonido.

Y por el otro, The Ship. Una instalación que toma como punto de partida conceptual el hundimiento del Titanic, la Primera Guerra Mundial y, según aclara el artista, “la oscilación constante de la humanidad entre la arrogancia y la paranoia, la entrega y el control”. Cabe recordar que la obra The Sinking of the Titanic del compositor contemporáneo Gavin Bryars fue el primer lanzamiento de Obscure Records, sello discográfico creado por Eno en los años 70, lo que habla a las claras de la fascinación del inglés por la historia del barco hundido más famoso de todos los tiempos.

Eno y la instalación de "The Ship" en Barcelona. Su obsesión con el Titanic, la inspiración.
Eno y la instalación de «The Ship» en Barcelona. Su obsesión con el Titanic, la inspiración.

El pasado miércoles 29 de noviembre, en una charla abierta en la Sala Sinfónica del CCK, Eno recorrió parte de su trayectoria con un finísimo humor inglés y una postura didáctica más parecida a la de un profesor universitario piola que a la de un hombre de su palmarés.

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Junto a Bowie.
Junto a Bowie.

Se refirió poco y nada a sus instalaciones, habló de sus influencias (Terry Riley, My Bloody Valentine, el doo wop, Fela Kuti), recordó con alegría a David Bowie e hizo hincapié en la postura política del arte, en estos tiempos en los que Gran Bretaña dejó a la Unión Europea y Donald Trump fue elegido como presidente de los Estados Unidos. “Todo arte es político. Las redes sociales no son actores políticos, y quejarse no es una forma de hacer política. Si quieres cambiar las cosas, involucrate, no mandes un tweet puteando a Donald Trump”, dijo. En tres oraciones, un diagnóstico actual mucho más certero que el de muchos gurúes 2.0.

Otro motivo más, y van, para darse una vuelta por el CCK y contemplar parte de su obra. La otra parte está, claro, en sus discos.

 

 

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