Subiela, el director del hemisferio derecho

Por: Fernando Sommantico @ferlegend1

Requiem fílmico para un cineasta argentino (1944-2016). Un repaso de su obra, para conocedores y desmemoriados. Un paseo por el lado sensible e intuitivo de la vida y las preguntas que odió contestar. Eliseo Subiela, el que pensó en imágenes.

 

 

Dice la neurociencia que el cerebro está dividido en dos mitades: el hemisferio izquierdo, racional y analítico; y el derecho,  intuitivo, emocional y también el que piensa en imágenes.

El cineasta falleció el 25 de diciembre.
El cineasta falleció el 25 de diciembre.

Si prestamos atención a la bibliografía cinéfila de Eliseo Subiela podemos observar que casi todas sus películas (al menos las más trascendentales), están escritas y filmadas desde este lugar del cerebro. En sus personajes están expuestas ciertas facetas de su propia personalidad: el poeta, el creyente, el místico, el cineasta, y algunos más. Subiela era un director que a pesar del tipo de películas que se dedicaba a hacer nunca tuvo la apariencia del estereotipo de “artista loco”; sus discursos o reportajes jamás estuvieron sobrecargados de frases raras con mucho ropaje de sanatas. Todo lo contrario,  parecía un burgués más entre los mundanos.

El ejemplo lo vemos en sus personajes.

Rantes, de Hombre mirando al sudeste.
Rantes, de Hombre mirando al sudeste.

Rantes, el inolvidable personaje de Hombre mirando al sudeste, a pesar de decir que viene de otro planeta, no es verde, no tiene antenitas ni bajó de una nave espacial: es uno más entre nosotros. El personaje está inspirado en un flaco enfermo de amor que vivía en Vicente López y se paraba sobre la avenida Maipú para mirar el cuarto piso del edificio donde vivía su amor prohibido.

En El lado oscuro del corazón, Oliverio es un escritor más que sueña con el ideal de mujer, viste trajes y no tiene la apariencia del obsesivo, borracho y quemado que tal vez hubiese creado el mundo Hollywood.

En la película No te mueras sin decirme a dónde vas, Leopoldo, el protagonista, es un inventor que tiene la apariencia de un tipo normal,  de esos que uno puede ver con frecuencia en la salida de la facultad de ingeniería. Su amigo que lo ayuda con los inventos también, lejos de la apariencia del profesor quemado de Volver al futuro.

En Pequeños milagros la protagonista es una cajera de supermercados cuya apariencia es la más común, no es muy bella,  y no viene de un castillo angelical.

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Subiela hablaba desde el corazón de sus personajes -por eso siempre escribió el guión de sus películas-, y no desde las apariencias de los mismos. Huía de esto que se está haciendo cada vez más evidente en el cine, en donde hay una fantasía sobre el estereotipo del personaje y luego se le ajusta un relato al mismo. Por eso hay que ver sus películas con el “hemisferio derecho “  

Estas cuatro películas resumen el corazón, la magia y la creatividad del director. Veamos por qué

Hombre mirando al sudeste

Rantes cuenta que viene de otro planeta y tiene una misión especial: salvar a la humanidad. Cada tarde, desde el centro psiquiátrico donde se refugia por considerarlo un lugar seguro, se comunica con otros extraterrestres de origen desconocido. Allí es atendido por un médico que lo toma por chiflado, pero con el paso del tiempo  y después de varias pruebas comienza a sospechar que puede ser verdad lo que comenta. Nuestro amigo del espacio tiene una costumbre: se para hacia el sudeste y mira el cielo para recibir señales. Además no pestañea, pone su cuerpo rígido, abre los ojos muy grandes y pocas veces cruza miradas otros. Si alguien sonríe, él le sonríe; si alguien lo mira, él lo mira; si alguien siente pena, él lo abraza. Para Rantes todo esto es una conducta aprendida, todo aquello que nosotros llamamos sentimiento o emociones, son sólo una conducta que va o viene desde la razón.

En algún momento Rantes menciona que no quiere que lo sanen, sino que quiere que lo entiendan. En lo más profundo de su ser, Rantes conoce sus virtudes, sabe lo que carece, quizás solo necesita afecto. El mismo afecto que tiene de sobra para el mundo, no lo tiene para él. Manifiesta rabia, en alguna ocasión, con el mundo, con los otros locos y con los locos de terno, corbata y delantal. Una mujer tan misteriosa como él se suma con su relato para hacer más confuso el diagnóstico del psiquiatra y el final… queda para aquellos que no la vieron quienes la quieran recordar.

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Una de las preguntas más frecuentes que le hacían los periodistas a Subiela, y sin duda la que más le molestaba era por qué Beatriz se cambiaba constantemente los zapatos, un detalle que consideraba que no sumaba al nudo del relato pero que tenía que explicar una y otra vez.

 

El lado oscuro del corazón

Este filme narra la historia de Oliverio, un poeta de Buenos Aires que busca a una mujer que sepa volar. A él lo acecha la muerte, representada por una hermosa mujer vestida de negro quien le dice que se busque un “trabajo y una vida normal”. Oliverio se va dando cuenta que se está enamorando de una prostituta destinada a hacer volar todas las fantasías de un hombre, al menos para un bohemio.

En este film Subiela hace hincapié en lo irreal que puede ser llevar una vida de poeta; la inconsistencia de la misma y lo duro que es para un bohemio llevar una rutina miserable.

Este relato quedará en el recuerdo junto a la famosa cama traga-mujeres“Sabés que me parece que sos una muerte de acá… medio berreta… medio pelotuda. Poco profesional… aburrida. No sos una muerte torera… una muerte guerrillera… una muerte fórmula 1… Sos una muerte cola de jubilados, una muerte tristeza de manicomios…una muerte monoblock de departamento, una muerte de barrio y de programas de televisión… Una muerte mediocre. Anónima. Cobarde. Por qué no te comprás un lindo vestidito y vamos a emborracharnos por ahí, y te digo esas cosas que no te dijeron nunca. Te vas a olvidar de todo… Si dios existe, te lo va a perdonar. Y si no, vivís un poco…Y yo quedaría como el hombre que venció a La Muerte enamorándola… Cambiaría el planeta… «

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https://youtu.be/Wk3BhcMuBDI

Para cerrar esta obra  llena de poesía, los textos de Mario Benedetti, Oliverio Girondo y Juan Gelman llegan aun más al corazón de este film

 

No te mueras sin decirme adonde vas

Leopoldo trabaja como proyeccionista en un cine en Buenos Aires. Lleva años intentando construir una máquina capaz de grabar los sueños humanos. Un día consigue grabar un sueño en el que se enamora de una mujer que vivió 110 años antes. Ella le revelaría que en 1885 él había sido su marido y que era un joven inventor al servicio de Thomas Alba Edison. Leopoldo no consigue recordar nada de Raquel, pero ambos se enamoran. El problema surge cuando Raquel le confiesa que está harta de reencarnaciones, que le teme a la vida y que por eso prefiere seguir muerta, mientras que Leopoldo desea permanecer vivo , le tiene un miedo atroz a la muerte.

En su última entrevista con el diario Clarín, Subiela contó que después de su infarto ya no le temía a la muerte.

 

Pequeños milagros

Rosalía es una joven que vive sola a causa del divorcio de sus padres, se gana la vida como cajera en un supermercado y, de a poco, empieza a sospechar que es un hada. En su tiempo libre, lee poesías a un anciano buena onda, le hace compañía a no videntes y ayuda a estudiar a una compañera en la universidad. Luego, gracias a la aparición de unos poderes, comienza a ayudar a niños en condiciones desfavorables. No lo sabe pero tiene un admirador: un astrónomo que pretende tener contacto con alguien del espacio y, mientras chequea su computadora, observa a Rosalía en la parada del colectivo y se pregunta quien será. Después de un tiempo, al joven lo invade la ansiedad y por miedo a no verla nunca más va a su encuentro.

Y allí comienza una relación que merece ser vista y no contada-

«No soy un director de culto, mis películas lo son», solía mencionar una y otra vez Subiela. Y quedarán en un lugar destacado de nuestra historia.

 

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