El espectáculo conjunto de Soda Stereo y el Cirque Du Soleil se representará en el Luna Park hasta el próximo 14 de mayo con más de 70 funciones, antes de iniciar una gira por América Latina. #BORDER lo vio y te trae la posta.

1) Bien vale la aclaración: Séptimo día, el espectáculo conjunto de Soda Stereo y el Cirque Du Soleil, no es un show de rock, sino que es un show con rock. El trueque de las preposiciones es fundamental para apreciar la puesta en escena y dejar de lado el gran deseo inconsciente e imposible: el trío rockero más famoso de América Latina no aparecerá en vivo en el escenario. Las filmaciones de Gustavo Cerati son el hecho clave, ya que es en esa presencia donde su ausencia real toma su dimensión exacta.

2) El hecho de que Zeta Bosio y Charly Alberti junto a Adrián Taverrna (el sonidista histórico de Soda) hayan estado a cargo de los remixes y mash ups de los temas originales hacen que estos, muchas veces utilizados como interludios y/o como música incidental, ganen y dialoguen con precisión con la perfomance de la troupe de origen canadiense. Un buen ejemplo es hacia el final de la obra, cuando suena la pista instrumental de “Sueles dejarme solo”. Al abrirse los canales de la guitarra de Cerati el sonido le gana a lo visual y se festeja, al mismo tiempo que se extraña su talento al momento de digitar las seis cuerdas de viola.

3) Cuando Séptimo día se corre de lo meramente circense para darle paso a otras técnicas y texturas teatrales es cuando el show gana en técnica y emoción, ya que la belleza de espectacularidad se corre para darle paso al asombro. Sin caer en la tentación del spoiler (no diremos cuando) , hay aquadance  y hay técnica de animación con arena ejecutada en tiempo real. El publicitado hecho de que por primera vez una obra del Cirque Du Soleil tenga publico parado al estilo de un concierto de rock tiene sus pro y sus contras, ya sea desde lo visual hasta esos momentos en los que una voz en off le dice a la gente lo que tiene que hacer, algo que no pasa en un recital, sin contamos las arengas de rigor, como un pedido de palmas. Una cosa para señalar es que el público no interactúa con los actores como puede pasar con De La Guarda. Su rol es pasivo, más allá de que los hits sean cantados por todo el estadio.

4) Si bien ya se ha adelantado hasta el hartazgo el argumento de Séptimo… (la historia de un quinceañero cuya historia de vida cambia en el momento en el que conoce a una banda de rock), muchas veces se pierde el hilo conductor y el show termina siendo una suerte de coreografía relacionada con una canción específica. Un punto a favor es el look de los actores, asociado con los distintos vestuarios que supo usar Soda a lo largo de su carrera, con una licencia permitida: el traje de Principito que Cerati lució al momento de encarar sus temas en versiones sinfónicas.

5) En la misma semana en la que se estrenó Séptimo… el Indio Solari tocará en Olavarría, ante una concurrencia estimada de 200 mil personas: la misma cifra que se cree que pasará por el Luna Park hasta mediados de mayo en las más de 70 funciones. Ambos eventos manejan una idea de nostalgia desde el tiempo presente. Para muchos nuevos fans de Soda, Séptimo… representa el primer “recital” del grupo, y el mismo razonamiento aplica para aquellos seguidores de los Redonditos de Ricota que nunca vieron al combo en vivo y se conforman con seguir a Solari a donde vaya. Si pensamos que ambos espectáculos no compiten sino que se complementan, quizás este sea el momento preciso para, de una vez por todas, enterrar esa estúpida rivalidad entre Soda y los Redondos, y mirar hacia el futuro. Ya lo dijo el poeta: “Mañana es mejor”.