Las muertes entre hinchas del mismo equipo de fútbol se duplicaron desde el 2000

Por: Juan Agustín de Stefani @JuanDeStefani22

De los 121 casos de muertes en el fútbol que se registraron en los últimos 17 años, 35 fueron en incidentes protagonizados por integrantes de la misma hinchada o barrabrava. En el mismo período, las muertes totales subieron un 31 por ciento. Cómo se pasó de la violencia “entre rivales”  a la institucionalizada por los negocios y luchas de poder. El efecto de las corridas y los loteos de las tribunas. Un fenómeno preocupante que paraliza a todos menos a la pelota. 

 

Es sabido que la violencia en el fútbol creció en forma desmedida. Pero los fríos datos estadísticos no dejan de generar escozor, más aún cuando se habla de muertos vinculados directamente a lo que debería ser un deporte para algunos y un entretenimiento para otros.

Emanuel Balbo, el hincha de Belgrano asesinado.
Emanuel Balbo, el hincha de Belgrano asesinado.

El cruento asesinato de Emanuel Balbo, el hincha de Belgrano de Córdoba arrojado desde la tribuna popular a un acceso, perseguido por una turba de la misma hinchada, es el caso 35 que se registra como una muerte causada dentro de una misma facción desde el año 2000, de acuerdo a un relevamiento que hicimos en #BORDER, en base a las estadísticas de la ONG Salvemos al Fútbol, presidida por el ex juez Mariano Bergés. Si bien los enfrentamientos entre hinchadas rivales son la postal clásica que se presume como violencia en el fútbol, el crecimiento de las muertes “intrahinchadas” es un fenómeno preocupante que explica hasta qué punto llega un problema que parece crónico. Si se comparan los datos desde 1979 a la actualidad, el panorama es inquietante:

  • Mientras las muertes del fútbol en general crecieron un 31 por ciento, las protagonizadas sólo por hinchas del mismo equipo aumentaron un 106 por ciento, es decir, superaron el doble, de 17 a 35 casos.
  • Las muertes producidas dentro de la misma hinchada pasaron de representar el 18 por ciento de los casos, entre 1979 y 1999 a subir al 29 por ciento desde el 2000 a hoy.
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Poner el foco en las muertes dentro de las mismas hinchadas del fútbol demuestra un fenómeno que creció a la par del empoderamiento de las barrabravas, de la proliferación de negocios que manejan y, por consecuencia, de disputas de poder.  La reventa de entradas, la caja de los estacionamientos y el rol de los cuidacoches, incluso en recitales, hasta los tours en tribunas populares para extranjeros o la organización de viajes se volvieron negociados habituales de las barrabravas cuyas facciones disputan tanto el poder dentro de la tribuna como el vínculo con dirigentes y políticos. En ese escenario, hasta el color de la camiseta se transformó en un detalle menor a la hora de ejercer violencia.

Las estadísticas de Salvemos al Fútbol incluyen todo tipo de casos, desde crímenes sucedidos en las canchas, en los traslados, en instalaciones de los clubes o en cruces de facciones en la calle, hasta accidentes provocados por persecuciones o avalanchas en estadios. Y presentan casos desde el fútbol amateur hasta la máxima categoría. El crecimiento de la tendencia es exponencial.

Desde 1922, cuando se produjo la primera muerte registrada en la historia del fútbol argentino -un adolescente que cayó desde las tribunas de Sportivo Barracas al vacío, hacia fuera de la cancha- hasta 1978 se habían registrados 103 muertes, de las cuales sólo 4 involucraron incidentes entre hinchas del mismo club, esto claro, sin contar las 71 víctimas de la mayor tragedia de la historia en un estadio: el caso de la Puerta 12, aquella avalancha en las tribunas de River Plate que implicó 71 muertes. En las instalaciones del mismo club se dio uno de los enfrentamientos intrabarras más recordados de los últimos tiempos, el que se conoció como “La batalla de los quinchos”. La sangirenta pelea entre diferentes facciones de la barra brava, en 2007, terminó sin condenadas en 2013, pero fue el origen de lo que sería el crimen de otro barra, Gonzalo Acro.

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Oscar "Sapito" Gómez, acusado de instigar el crimen de Balbo.
Oscar «Sapito» Gómez, acusado de instigar el crimen de Balbo.

Por la muerte de Balbo hay seis detenidos, entre ellos, quien robó las zapatillas del hincha luego de que cayera al vacío. Y el que se presume instigador del hecho: un barra conocido como Oscar “Sapito” Gómez, quien había matado al hermano de Balbo, Agustín, en un accidente de tránsito, cinco años atrás. Al club Belgrano se le suspendió el estadio y se le prohibió la localía en la provincia de Córdoba. El fútbol sigue con su show en marcha, a pesar de la barbarie transmitida por televisión.

Gustavo Grabbia, periodista especializado en el devenir de las barrabravas detalla el cambio casi cultural donde se producen las nuevas muertes del fútbol. “Las grandes peleas o enfrentamientos entre barras bravas de grandes equipos serían hoy perjudiciales para los intereses que ellos mismos ponen juego, ya que la justicia les estaría y así todos podrían perder el negocio, sostiene. Otra vez, la economía paralela y paraestatal, incluso grativante por sobre la rivalidad, que según Grabbia “creció en escala sideral, desde que los barrabravas se interesaron por el dinero y notaron que podían controlarlo. Según el especialista, las corridas y persecuciones en las tribunas son una postal habitual en las tribunas argentinas. “Hechos como el de Balbo ocurren infinidad de veces en todos los estadios, sólo que no suelen terminar en muertes como esta vez”, explica. ¿Las razones? Las disputas territoriales de la facciones de una barrabrava, que demarca jerarquías de poder, la colocación de las banderas o las meras rencillas personales o comerciales son de la partida. Una entrada no garantiza un lugar en la tribuna. Para acceder hay que ganárselo o merecerlo, de acuerdo a los códigos instaurados a la fuerza. La tribuna es hoy otro territorio que los violentos lotean. “El Gobierno no aprobó la ley que obliga a poner butacas en los todas las tribunas de los estadios, porque Daniel Angelici hizo lobby para que no suceda”, sostiente Florencia Arietto, conocedora de las rencillas del fútbol y dirigente del Frente Renovador, de Sergio Massa.

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Los disparadores para las corridas pueden ser desde la xenofobia hasta la acusación de “ser un infiltrado” del rival en la tribuna, como sucedió en el caso de Balbo, una metodología que ni siquiera necesita ser cierta para activar el efecto de la turba reaccionaria. Y también pueden ser las drogas. “Los líderes de las barras se convirtieron en punteros narcos -sostiene Arietto, ex jefa de seguridad del club Independiente- la violencia intrabarra creció por la lucha constante por el poder y el negocio, amparada por la corrupción e impunidad latentes. Emerge ante la falta de organismos de control y ante el abuso de grupos de poder que no respetan la ley y les es redituable”. Parece que la violencia siempre beneficia a alguien, en algún momento. Mientras tanto, las muertes en el fútbol argentino ya suman 318 víctimas. Maradona dijo que la pelota no se mancha. Pero en la Argentina, sangra.

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