Su obsesión por recortar las cuentas de las cajas políticas y demostrar que la provincia hace los deberes fiscales. El pánico y las confabulaciones del peronismo, un perjudicado seguro. La mirada puesta en los contratos y las jubilaciones. La caja negra de la legislatura provincial.
Si alguien piensa que la gobernadora María Eugenia Vidal va solamente por el recorte ejemplificador de la caja negra que es la Legislatura provincial, se equivoca.
Fuentes muy cercanas a la mandataria confiaron a #BORDER que lo que la gobernadora llama “el recorte de la política” incluirá a los tres poderes del Estado, y se encamina, lento pero seguro, a abalanzarse sobre propios y extraños antes de que termine el año.
Se podrá decir cualquier cosa, menos que no lo avisó. “Para reducir el déficit fiscal tiene que haber un violento ajuste de la política en cargos y asesores”, había dicho antes de las PASO.
Claro que lo dicho en campaña tiene un peso relativo. Todos creyeron que era para darse un baño de populismo. Y nadie la tomó en serio. Hicieron mal.
Hoy en el equipo de Vidal y en las filas de Cambiemos en la provincia todos saben que sus palabras van en serio, y aunque el tema “está verde” según lo definieron, el recorte o “el ajuste”, como lo llama ella, será inexorable.
“Es un gesto político, pero sobre todo una necesidad financiera, que nos va a ayudar a bajar el déficit de la provincia”, explicó a este medio un colaborador de trato cotidiano con la gobernadora.
El discurso de Vidal entre los suyos es que no pueden seguir pidiendo ayuda permanente a las arcas de la Nación si no demuestran que están dispuestos a ajustarse el cinturón ellos mismos primero.
Sin demasiada pompa, Vidal ya aplicó esa receta cuando llegó a la Gobernación. En su entorno confiaron que en total, recortó un 20 por ciento de los cargos políticos de la estructura bonaerense, agigantada hasta límites impensados por el kirchenrismo y el sciolismo, en particular.
Ahora viene la segunda etapa. “El ajuste se lo va a pedir a la Legislatura, se lo va a pedir a la Justicia, y nos va a pedir lo mismo a nosotros, los del Ejecutivo”, se sinceró alguien de su equipo, que no sabe por dónde vendrá la tijera.
Pero si sus deseos de achicar gastos políticos traen ciertas reservas entre los suyos, en el peronismo despiertan una mezcla de desconfianza, repulsión y pánico. “¿Qué se cree, que va a poder con nosotros?”, se envalentonó ante #BORDER un peronista que supo pasar varios períodos en la Legislatura platense.
En el PJ cae muy mal la intención oficial de terminar con el mecanismo llamado “doble firma”, un invento que hace años armaron entre peronistas y radicales para asegurarse que si el Presidente del cuerpo (siempre oficialista) gastaba plata, la vicepresidencia (ocupada por la segunda fuerza) se llevaba otro tanto como moneda de cambio.
“Que se necesite una ‘doble firma’ para autorizar las erogaciones no fue garantía de mayor control, sino el modo de que si hoy gastás vos y yo te pongo el gancho, mañana vos me lo ponés a mí”, explican en la Legislatura bonaerense.
Ese tema ya tiene sus días contados, y es un secreto a voces que Vidal repasa con su hombre fuerte, el presidente de la Cámara de Diputados Manuel Mosca -esposo de la candidata oficialista Gladys González- qué otros cambios llevarán adelante. El recorte de contratos, asesores, viajes y viáticos son las opciones principales.
El tema llega en un momento complicado. Con un peronismo que se avizora dividido entre K y no K, el massismo pensó que había llegado su momento de recibir (en plata) los favores que le hizo al gobierno bonaerense en el primer año de Gobierno. Pero no le resultará fácil.
Otro punto fundamental de una eventual reforma son las jubilaciones de privilegio, un agujero negro en las arcas provinciales.
Hoy para jubilarse los legisladores deben tener 55 años y 30 de servicio, pero se computan los de cualquier caja estatal o privada, y sólo dos años como legisladores. Esto hace que alguien que sólo fue legislador un período y trabajó de cualquier otra cosa, a los 55 años se jubile con un haber envidiable.
El plan de Vidal es equiparar las jubilaciones de la Legislatura con las del resto de los empleados públicos bonaerenses (salvo los docentes que tienen un régimen especial porque aportan más durante toda su carrera), con un mínimo etario de 60 años y un haber que sea el 70 o bien el 80 por ciento del salario.
Por donde se lo mire, el tema será resistido por la corporación política. En el entorno de Vidal, sin embargo, confían en que la resistencia será tan mal vista por la opinión pública que no tendrán más remedio que callarse la boca.
Sin embargo, las facturas podrán venir a la hora de votar. Después de todo, aunque Cambiemos crezca en votos en relación a las PASO como señalan algunas encuestas, nunca será suficiente para dejar de necesitar los votos legislativo del eterno peronismo, ese socio siempre sediento de más poder y recursos.