Los mensajes con los que se intentó encubrir al policía que atropelló a una persona en las protestas del Congreso

Por: Karina Poritzker @karipori1

El agente Dante Barisone intentó convencer a un colega para que no declarar por WhatsApp. La declaración de su compañero que lo llevó de nuevo a la cárcel. ¿Hubo un intento de encubrimiento por parte de Asuntos Jurídicos de la Policía Federal? Sus compañeros, en la mira. Los costos de los destrozos el día del debate de la reforma previsional: más de 23 millones de pesos.

 

-«Amigo, la honda (sic) es q no se haga mediático».

-«Si amigo ya está yo iba a morir callado amigo».

El oficial Dante Barisone y Alejandro Irarzábal, su par y «operador» de la moto con la que el policía arrolló el 18 de diciembre pasado a Alejandro «Pipi» Rosado, intercambiaron mensajes por WhatsApp hasta que se rompió el pacto de silencio.

Los mensajes fueron considerados una prueba relevante a la hora de dejar preso a Barisone por riesgo de entorpecimiento de la investigación y peligro de fuga, en el marco de la causa que investiga los excesos e incidentes -de manifestantes y agentes de fuerzas públicas- sucedidos en la zona del Congreso, mientras se debatía la reforma previsional, el pasado diciembre.

Para los investigadores hubo una clara maniobra para intentar encubrirlo, después que los policías dejaron tirado en la calle al cartonero atropellado, sin asistirlo ni reportar lo ocurrido. Cuando la moto le pasó por arriba, Rosado estaba desvanecido por dos impactos de bala de goma recibidos segundos antes, mientras corría asustado.

El juzgado ordenó ahora identificar a los demás agentes que iban en diez motos del grupo de Barisone, porque sospecha que pudieron ser parte de un posible encubrimiento. 

El intercambio comenzó el 19 de diciembre al mediodía, cuando Irarzábal le envió a su compañero el video que ya circulaba en las redes sociales. Los diálogos, a los que accedió #BORDER, se reproducen textuales y como fueron tipeados en WhatsApp.

Huuu flash. Y bueno que se yo. No pasa nada. Han pasado cosas peores. Y no pasó nada. Cosas más serias”, fue la catarata de respuestas de Barisone entre las 12.06 y 12.08 a su colega.

“Listo paso no paso nada jajaj. El cagaso estuvo ayer”, le respondió el operador

“Si amigo. La honda (sic) es q no se haga mediatico , se ilusionó en vano Barisone.

“Si amigo ya está yo iba a morir callado amigo, prometió entonces Irarzábal.

“Jajja bien ahí perro. Igual mantengamos silencio por unas semanas”, quiso asegurarse Barisone.

Si por siempre porque si pasa algo nos re venden es así”, volvió a comprometerse Irarzábal.

«Que onda Dante que vamos a decir», inquirió Irarzábal.

«Lo Voi (sic) a negar. Ahi me preguntó. Le dije que no», contestó el policía que atropelló a Rosado.

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Los mensajes entre los policías Barisone e Irarzábal, claves en la causa que lleva el juez Torres.
Los mensajes entre los policías Barisone e Irarzábal, claves en la causa que lleva el juez Torres.

Los mensajes cesaron el 9 de enero, día en que su colega le pidió disculpas: había declarado como testigo en detalle lo que pasó en Hipólito Yrigoyen entre Tacuarí y Bernardo de Irigoyen, entre las 17 y las 17.30 de ese 18 de diciembre.

Pero, sobre todo, contó lo que pasó después.

El policía federal Dante Barisone, ahora nuevamente detenido.
El policía federal Dante Barisone, ahora nuevamente detenido.

El 29 de diciembre Barisone fue preso por primera vez y el 8 de enero quedó libre por falta de pruebas: El juez Sergio Torres ordenó a la Federal darle precisiones en 24 horas y, en ese lapso, se tensó la relación entre los hasta entonces compañeros de moto.

El 9 de enero a las 18.59 Barisone apenas atinó a escribir el nombre de su compañero:  “Ale”.

“Sinceramente disculpa amigo dije la verdad, fue la respuesta, a las 19.28.

“Huuuu. Amigo”, contestó Barisone, a las 19.36.

“Mi cabeza está igual que la tuya estoy al horno igual”, intentó excusarse el operador.

No creo q estés como yo. Me llamás de un público?”, le pidió Barisone.

«Amigo fuerza…Sos lo único. Me queda», insistió Barisone en otro intercambio, al parecer, escrito con premura.

Alejandro Irarzábal acababa de declarar en Comodoro Py, donde entregó su celular con la clave de acceso. En el juzgado del cuarto piso de los tribunales de Retiro, habló bajo juramento de verdad y expresamente pidió que no se dejase ingresar a los abogados de Barisone

El agente contó que ese día ambos habían estado en un operativo en la Casa de Moneda a bordo de la moto 1625 y desde allí los mandaron al Congreso Nacional y que se acoplaron a otro grupo operativo, el GOMF1, a cargo del principal Gabriel Ortega, porque se les había averiado una moto.

«Sentí que Barisone direccionó la moto hacia un costado y subió el cordón«, declaró. Dijo que él trastabilló y cayó de pie, pero el conductor cayó al piso con la moto completa.

«Pensé que había pasado por encima de la vereda pero cuando miré hacia el vehículo vi que debajo de la moto que conducía Barisone había una persona acostada sobre el piso, a quien mi conductor había pasado por encima con la moto. Como el vehículo seguía sobre esa persona, junto con Barisone y otro compañero levantamos la moto y ante las directivas para que nos fuéramos del lugar, nos terminamos yendo, dimos un par de vueltas y volvimos hacia avenida de Mayo», prosiguió Irarzábal en su declaración testimonial.

«No podía creer que Barisone lo había pisado, estaba en shock, nadie hizo comentarios al volver al cuartel. Estaba asustado y afligido», sostuvo el operador, con un año y medio de antiguedad en la fuerza.

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Pero tras contar el episodio, aportó otro dato que para los investigadores fue clave a la hora de dar por probado los intentos por ocultar los hechos y entorpecer la pesquisa: el agente reveló que pudo ver dos veces a Barisone entre el 29 de diciembre y el 8 de enero: mientras estuvo preso por primera vez.

En uno de esos encuentros hablaron solos. «Me mostró lo que había dicho en su indagatoria y me dijo que si Asuntos Internos me preguntaba algo en relación al hecho podía asesorarme antes con sus abogados, también me pidió que niegue haber visto cualquier situación«, precisó el agente operador.

Después de eso, Irarzábal explicó que en efecto se contactó con Asuntos Jurídicos de la Federal que en ese momento defendía a Barisone. «Me dijeron que si me citaban brinde una explicación similar a la que había efectuado Barisone, negara los hechos y no identifique a nadie«.

El 29 de diciembre Barisone había dado su primera versión: «Obviamente, como soy un agente nuevo me dieron la moto que peor andaba. Esa moto es la 1625. Nos ordenaron por radio restablecer el orden y empecé a recibir cascotazos por todos lados, a todo esto yo estaba estresado, con hambre y con sueño. Bueno y…empezamos a trabajar, a dispersar gente, la gente cedió, despejó sin haber maniobras bruscas ni nada».

Barisone dijo que vio cómo un compañero de una moto que iba adelante a la suya recibió un «botellazo de bomba molotov y después yo recibo otro también a la altura del tobillo».

En ese momento sostuvo que trastabilló, casi se cayó, sintió un «tirón como un desgarro» pero pese al dolor en su pierna, subió a la moto y aceleró para alcanzar a su grupo.

«Me gustaría aclarar que es la primera vez que voy a una manifestación grande y sinceramente estaba aturdido y gaseado por el gas lacrimógeno. Estaba aturdido y shockeado, Yo igualmente al ver el video que me acaba de mostrar, yo no logro identificarme y en ninguna de las fotos tampoco me veo«, concluyó, intentando despegarse del hecho.

El 8 de enero quedó libre pero el cerco se cerraba: el juez Torres, que investiga la causa, denunció por supuesto encubrimiento al jefe del Grupo de Operaciones Motorizadas Federales, comisario Oscar Hipólito y al principal Ortega, a cargo del grupo que integró ese día el acusado.

Dos días más tarde, su compañero se presentó ante Asuntos Internos, se hizo un acta con sus dichos y casi de inmediato contó lo mismo en el juzgado de Torres.

Barisone volvió a prisión y tuvo que buscarse abogado particular. Se sentó por segunda vez en el juzgado y cambió su versión: el día de los incidentes tenía «irritación en globos oculares» por los gases, la calle estaba llena de cascotes, «incontables», había manchas de aceite, vallas arrancadas: «Todo ello confluyó en un episodio, por lo que recuerdo, infortunado, en el cual al dirigirnos en dirección donde se había individualizado al grupo de manifestantes que previamente nos había agredido arrojando los elementos», redefinió.

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La nueva versión de Barisone continuó: «En momentos de aproximarme al cordón y tratando de detener el rodado, trastabillo con mi pie derecho, el de la pierna adolorida, sin lograr presionar el freno, por lo cual subo involuntariamente con la moto a la vereda, y por ese intempestivo direccionamiento no puedo mantener el equilibrio de la misma, ténganse en cuenta que mi estatura, de aproximadamente 1.62, dificultaba aún más lograr la estabilidad con la moto». Por ello, «caigo junto con esta hacia la izquierda, esto es sobre la vereda en dirección a los edificios y al incorporarme procedo rápidamente a levantar la moto con ayuda creo de Irarzábal y otro compañero, momento en que noto a un individuo que se hallaba en el suelo, creo, que parte del cuerpo sobre la calzada y parte sobre la vereda».

El «individuo» era el cartonero Rosado, de 19 años, que ni era parte de la manifestación: revisaba tachos en  la avenida 9 de Julio cuando vio llegar a los motociclistas policiales disparando y comenzó a correr con la multitud.

https://www.youtube.com/watch?v=bV7O0M9mHsU

«Se aproximaban personas que continuaban con la agresión, me vi superado y en riesgo mi vida, viéndome obligado a continuar la marcha junto con Irrazabal para acoplarnos a las  motos que se replegaban sin poder dar cualquier tipo de aviso en ese mismo instante a fin de dar asistencia a la persona que se encontraba en el suelo debido a que no tenía asignado elemento de comunicación alguno«. Así cerró el relato Barisone.

Romero, el hombre del mortero, aún prófugo.
Romero, el hombre del mortero, aún prófugo.

Además de la investigación por el accionar policial del 18 de diciembre, Torres procesó sin prisión preventiva a los militantes del Partido Obrero César Arakaki y Dimas Fernando Ponce mientras sigue la búsqueda del llamado hombre del «mortero», Sebastián Romero, sobre quien se sospecha sigue en el país.

También se trabaja en identificar a manifestantes que ocasionaron destrozos y a los que agredieron al periodista Julio Bazán.

Por otra parte, el juez ordenó cuantificar los daños a edificios y lugares públicos y a los comercios de la zona: ya hay en la causa informes preliminares que dan cuenta de daños y destrozos al patrimonio estatal por 23.381.439 pesos. Falta determinar el sufrido por los comerciantes, que tuvieron que concurrir a comisarías con comprobantes y fotos de los destrozos. Ese día se detuvo a 69 manifestantes, que fueron liberados pero siguen bajo investigación.

 

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