Reclamos, indignación e historias conmovedoras, a 10 meses de la tragedia de Soul Dance

Por: Mauro Fulco @maurofulco

Familiares de las víctimas organizaron una marcha al Obelisco. El copiloto del micro trucho que chocó en Mendoza y dejó 15 muertes -su hijo chofer incluido- volvió a manejar sin registro y fue detenido. Pero la Justicia no lo imputa en este caso. Las críticas al profesor que contrató el viaje sin controles. Historias de dolor constante.

 

Hace 10 meses el mundo dejó de ser mundo para muchos de ellos. Sus familiares, amigos, hijos, padres e incluso ellos mismos viajaban en el micro que se estrelló en la ruta 144, en San Rafael, Mendoza, provincia a la que habían viajado para representar a la escuela de danza Soul Dance de Grand Bourg. Y desde ese momento todo cambió.

La convocatoria al Obelisco de los familiares.
La convocatoria al Obelisco de los familiares.

15 personas murieron a causa del choque y otras 21 resultaron heridas, pero muchas más quedaron dañadas para siempre. Este 25 de abril, se juntan en el Obelisco y convocan a una manifestación para reclamar justicia y de esa forma conseguir algo de sosiego.

La causa, que tiene más de diez cuerpos, no tiene resolución. Hay un dictamen de parte de la fiscalía que pide el sobreseimiento del padre y de la viuda del chofer, que se llamaba Damián Pinelli, manejaba la unidad y murió en el accidente. “Está claro que esto fue evitable y que el otro chofer estaba al tanto de los desperfectos, porque él manejó el micro antes que su hijo”, asegura la abogada querellante Carla Spagnolo Dainotta respecto de Jorge Pinelli, co-conductor del micro, y de Marta Villagra, que figura como titular registral del vehículo. “Quien tomó la decisión de continuar el viaje aun sabiendo cómo estaba el micro fue él, y esto fue lo que puso en peligro a toda esta gente”, resalta.

Pinelli, el chofer, murió en el accidente. Su padre, copiloto, fue detenido por seguir manejando ilegalmente.
Pinelli, el chofer, murió en el accidente. Su padre, copiloto, fue detenido por seguir manejando ilegalmente y por intentar coimear a la policía.

Pero si el dolor aún carcome a los sobrevivientes y familiares, la indignación fue mayúscula cuando se conoció la noticia de que Pinelli padre había sido detenido tres meses después de la tragedia. Fue el Día de la Madre. Gendarmería lo detuvo en Ceres, al norte de la provincia de Santa Fe. Iba como chofer de un micro en similares condiciones: es decir, sin habilitación ni controles. No tenía licencia de conducir y el micro tenía papeles truchos.

Ese domingo, Pinelli padre llevaba a un equipo de fútbol de José C. Paz a jugar un partido a Santiago del Estero. Al momento de su detención, quiso coimear con 500 pesos a las autoridades, pero quedó detenido por cohecho. Los pasajeros intentaron quejarse, pero cuando les explicaron que su chofer estaba involucrado en uno de los más graves siniestros viales de la historia argentina guardaron silencio.

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“Él era el dueño, mecánico y chofer del colectivo, pero como manejaba el hijo no quedó imputado en la causa, se lamenta Daiana Bauzá. Ella es la mamá de Danna Maite Reynoso Bauzá, que con 8 años era la más chiquita del contingente de bailarinas y bailarines que hicieron aquel viaje a Mendoza. Era la nena mimada del grupo de baile. La víctima fatal más joven.

Matie, la víctima fatal más joven.
Maite, la víctima fatal más joven. 8 años.

Su mamá estuvo junto a ella durante el viaje, también al momento del impacto y, cuando nombra a su hija, la llama por el segundo nombre. Habla rápido, repleta de información. Abunda en detalles respecto de la irregularidad del micro: La prórroga de la habilitación venció en 2016 y nosotros viajamos en 2017. Era una bomba de tiempo”.

Pide innecesarias disculpas por la velocidad de sus palabras y mete un punto seguido en la charla cuando se le pregunta por su nena. Resopla, toma aire y los segundos parecen eternos. “¿Qué querés que te diga de mi hija?”. Le duele recordar aquel momento, y -no sin esfuerzo- resume: “El escenario fue terrible. Hubo muchas víctimas”. También revela que no se dejó atender por ningún médico y que recibió asistencia psiquiátrica. “Mi única secuela física es que me pelaron, nada más”.

Priscila Alaniz tiene 14 años y, después de la tragedia, ya pasó 17 veces por el quirófano. Como mínimo restan dos más, una para soldar su tibia y otra para realizar un injerto de hueso en su pierna.
Su familia la acompaña en forma incondicional. Van con ella al Hospital Garrahan, donde se atiende y hace kinesiología, la llevan al colegio y -como viven en un primer piso- la alzan para salir a la calle y para volver a su casa.

Alaniz 2

A Priscila la operaron 17 veces y aún le quedan cirugías por delante.

Su papá, Darío, antes del accidente trabajaba en negro en una empresa, pero renunció para permanecer junto a su hija. No le pagaron un centavo. Ahora sobrevive vendiendo ropa puerta a puerta. No se queja. No importa, las prioridades están claras: “Dentro de todo vivo una situación feliz porque ella está viva, pero también es muy triste por toda la gente que murió. Nos conocíamos todos”.

Priscila -describe su padre- a veces está feliz y a veces está triste. Su cuenta de Facebook es el lugar donde la adolescente vuelca sus sentimientos. Abundan las fotos de Soul Dance, videos de cuando podía bailar, la añoranza de un pasado que hasta hace un año era cotidianeidad.

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"No puedo bailar, pero sí sentir la música", escribió la joven sobreviviente.
«No puedo bailar, pero sí sentir la música», escribió la joven sobreviviente.

«Mi plan es bailar hasta que todo se solucione…Puedo tener miles de cicatrices pero no puedo dejar de expresar lo que siento a través de la danza hoy en día no puedo bailar pero si puedo sentir la música y tratar de volar alto para poder creer que nada pasó!!! Recuperar tarda años todos dicen que estoy viva no?? pero nadie sabe mi sufrir nadie vio lo que vi yo !! El accidente más caótico lo pasé yo y todas las personas que estaban en ese micro y es terrible no volver hacer lo que más amo mi cuerpo pide todos los días moverse de acá para allá pero lamentablemente hay que seguir esperando para volver a lo de antes…Es tan difícil… Pero soy tan feliz con solo elongar”, escribió el 23 de abril por la noche acompañada de una foto en la que se la ve elogando.

Fotos con sus amigas, poesías y, cada día 25, un recordatorio de lo sucedido buscando respuestas, buscando consuelo. “He visto a mi hija golpearse la cabeza contra la pared, y es algo que…imagínate”, dice su padre. Y es difícil imaginarlo. “Ella fue al psicólogo tres veces y no quiso ir más. Al principio nos hablaba mucho de lo que había pasado, pero ahora no lo tiene tan presente en el día a día. Está grabado en su cabeza”.
Priscila, por el momento, es hija única. Y su familia vive para ella. “Es como si viviéramos dentro de un embudo. Cuando parece que vamos a salir volvemos a caer”, sintetiza Darío Alaniz.

El caso de Claudio Giménez es diferente. Era el director de la academia de danza Soul Dance y en el accidente sufrió fractura de pelvis y costal y tuvo un neumotórax. También está en una silla de ruedas. Su devenir luego de la tragedia carga además con la cruz de haber sido quien contrató el irregular servicio de micros. Y muchos familiares no perdonan. Tanto que Giménez no pudo ir a la misa y a la vigilia que se realizó en homenaje a las víctimas a los seis meses del accidente.

Además hay que sumar la indignación que en algunos ocasiona el hecho de que el profesor y bailarín haya vuelto a dar clases o haya participado en eventos, como si estuviera dispuesto a lucrar con la tragedia. No pueden entenderlo. Mucho ven una responsabilidad, al menos civil, en sus acciones.

Giménez regresó a los escenarios en diciembre del año pasado, convocado por una productora y colega, que difundió su presencia en cadenas privadas entre profesores y bailarines, para evitar la furia de los padres, ante el inoportuno homenaje. Ya este año, el profesor llevó un grupo a bailar en un evento de la firma Puma en el Lolapalooza.

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Un posteo de Giménez en Facebook produjo la reacción de la madre de una víctima.
Un posteo de Giménez en Facebook produjo la reacción de la madre de una víctima.

Daiana Bauzá tuvo un cruce vía FB con Giménez en el que le dedicó palabras muy duras. Si tanto te remuerde la conciencia como decís, tenés el alma rota, estás depresivo y querés matarte Claudio Gabriel Giménez entonces andá y volate la cabeza. Basta con la lástima!!! Si querés hacer algo por tus alumnos presentá ese maldito contrato! Querer morirse es lo que siento yo todos los putos días hace 10 meses por no tener a mi hija!.

De parte de los Alaniz, con otra realidad –es cierto- Darío es claro respecto de Giménez. “Yo enfoco mi energía en que se cure Priscila. No tengo tiempo de ponerme a pensar en él, aunque reconoce: “Muchos familiares le quieren decir de todo menos lindo”. Las heridas están a flor de piel y, por el momento, lejos de cicatrizarse.

cartelA 10 meses de uno de los mayores siniestros viales de la historia argentina, los familiares buscan justicia y sienten que su tragedia quedó relativizada. “En San Rafael y en todo Mendoza el caso tiene mucho interés, pero parece que lo que no sucede en Buenos Aires no existe. Lamentablemente es así”, analiza la abogada Spagnolo Dainotta. “Vamos a marchar también para que haya una reforma para no limitar al conductor la responsabilidad en este tipo de hechos, anuncia.

Darío Alaniz se lamenta. En sus palabras no hay enojo. Apenas un dejo de resignación, o la certeza de que su energía debe estar concentrada en apuntalar a su hija. Me cansé de mandar mensajes y llamar a los canales y a los diarios, pero no pasa nada”. Daiana Bauzá sí tiene bronca. Y no es para menos. Busca respuestas. Trata de entender lo inentendible: “Estamos tratando de asimilar que hay un vacío legal porque el copiloto no estaba al volante al momento del impacto”.

Y cierra la charla con una reflexión que bien podría convertirse en lema: “Esto no fue un accidente, porque los accidentes se pueden prevenir: esto fue una tragedia”.

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