Las palpitaciones superclásicas de Tuqui previas al Boca-River

Por: Tuqui

Nuestro analista de gracias y desgracias se disfraza de comentarista deportivo y repasa todo lo importante que de ahora hasta la revancha nos va a dejar de importar. La necesidad de una alegría y la grieta que puede abrazar a macristas y kirchnerista en un sólo grito.

Para Carlos J.

Nos despertaremos como siempre, con las alarmantes y monótonas sorpresas cotidianas: subió el dólar y aumentó la nafta, o bajó el dólar y aumentó la nafta, o hay que esperar Juego de Tronos hasta el año que viene y aumentó la nafta. Pero no será lo más relevante del día, ni eso ni que estén un poquito más caros el aceite, los fideos, el tomate y… en fin, elegí tu artículo preferido. Tampoco que haya caído la producción ni que la timba financiera siga drenando. Ni los delitos cotidianos ni los cortes de calles ni los enfrentamientos entre Gobierno y sindicatos tendrán la misma importancia. Ni los programas de noticias mayormente encargados de mostrar la pérdida de tiempo de hacerle zancadillas a un presidente que al parecer se tropieza solo.

Ni siquiera el tiempo transcurrirá del modo habitual. A medida que avance el día el corazón irá latiendo más lento, el aire se irá cargando de magnetismo y casi todo el universo irá desapareciendo, hasta que entremos en una especie de singularidad deportiva: no habrá espacio, ni tiempo, ni gravedad. Solamente un enfrentamiento nunca producido y a la vez irrepetible (1) entre equipos de fútbol.

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Nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, nosotros mismos, hemos considerado casi una utopía que una final de copa Libertadores entre Boca y River se produjera durante nuestro tiempo de vida.

Hasta el menos futbolero sabe lo que eso significa. Se alterará el pulso del país, y tal vez se paralice como en El Día Que la Tierra se Detuvo.

Ya que estamos, les recuerdo que se triplicará el riesgo de infarto entre los más apasionados. Así que háganse ver, muchachos, y si se cruzan con el tano Pasman intérnenlo.

La desagradable grieta que nos divide desaparecerá por un rato, reemplazada por otra grieta, más festiva. Podría hasta ser emocionante ver a macristas y kirchneristas abrazados y gritando el mismo gol.

La contracara de ese latido único que llegará hasta los confines del país será la diversidad doméstica. Las cábalas más insólitas (además de los rezos y cadenas de oración que le demostrarán a alguno de los dos equipos que dios no existe) se multiplicarán de casa en casa. Desde quien por misteriosas razones no quiere enterarse antes del partido de la formación del rival hasta las más complejas modificaciones ambientales y escenográficas (ese sillón va ahí, vos te sentás acá, ponete la camiseta con el agujero en la espalda, traigan el mate del abuelo).

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Uno sospecha que todos saben que ni ponerse una careta con la imagen del director técnico, ni prender velas negras ni colgarse un collar de dientes de tiburón afectará el resultado del partido. Seguramente es otro pequeño juego, parte del juego mayor.

Esperemos que sea un encuentro para disfrutar, aunque lamentablemente luego de ambos partidos muchos corazones estallen de alegría mientras otros se estrujan de tristeza.

Pero todavía queda un rato para que el tiempo se siga estirando, hasta llegar al primer latido de noventa minutos, y luego el corazón haga lo que pueda hasta el partido definitivo.

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Dos latidos en 180 minutos.

Desde la razón, serán dos partidos de fútbol sumamente importantes y que serán comentados durante meses. Pero el fútbol, para el hincha, tiene poco de razón y mucho de pasión.

Para el que lleva los colores de su equipo corriendo por las venas éste no es un simple enfrentamiento: es un acontecimiento que empalidece la llegada del hombre a la Luna, el descubrimiento de América y hasta la invención de la rueda.

Ojalá ambos pudieran ganar, porque no hay en este país sufrido y pisoteado ninguna persona honesta que no merezca esa alegría.

Suerte para todos.

 

Tuqui

 

  1. Me dicen que a partir de la próxima edición la final se resolverá en un solo partido, en cancha neutral; de ser así, ésta será la única vez que jueguen cada uno en su propia cancha para lograr el título.

 

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