PARÁ!

Por: María Julia Oliván @mjolivan

Marean las peleas de niños, las chicanas políticas y la competencia por quien es más gallito en la política argentina.

Ayer la CGT le hizo el primer paro general al kirchnerismo. La CTA se sumó pero no es la primera vez que le hace paro a los K.

El acatamiento fue alto. Y también se registró un fuerte impacto en las calles por la imposibilidad de viajar de muchos trabajadores que no se sentían convocados por las centrales obreras.

Desde el oficialismo se dijo que el paro fue menor, que si no fuese por los piquetes no pasaba tanto.

Desde el gremialismo se dijo que les fue mejor que lo que esperaban.

¿Qué pedían los gremios?

Varias cosas. La Asignación Universal por Hijo para todos los trabajadores y no sólo para los desocupados; que a los asalariados no los maten con el impuesto a las ganancias (suba del mínimo no imponible) y también repudiaban la sanción de la ley de ART que impide que un laburante accidentado acceda a una indemnización de la ART y luego litigue ante  la Justicia contra su empleador.

El gobierno, ¿va a subir el mínimo no imponible?

Analiza hacerlo el año que viene pero no se sabe cuándo. Seguramente quiere que la medida no sea interpretada como una respuesta al reclamo de las centrales, nunca el gobierno hace anuncios de esas características cuando lo arrinconan.

¿Esto pasa porque Moyano está lanzado a hacer política?

Bueno, todo hecho es político. Pero es obvio que Moyano tiene aspiraciones de armado político y justamente cuando el gobierno de Cristina Fernández limitó esa posibilidad de armado en la conformación de las listas de candidatos a diputados de 2009 fue que la CGT empezó a alejarse seriamente del oficialismo.

¿Hubo violencia?

Los hechos fueron registrados. Es raro, com dicen los moyanistas, suponer que los propios gremialistas vayan a empiojar la cancha y a romper locales y poner miguelitos cuando eso les jugaría directamente en contra de sus propios intereses.

Conclusión.

Hubo paro en el mismo mes en el que cientos de miles de personas se movilizaron ante consignas descoordinadas (8N) pero mostrando un claro descontento con el gobierno.

Ningún partido político y ningún gremio pueden armar semejante lío por sí solos. Hay una base de malestar social. Pelear contra lo que pasa, negarlo, es retrasar la resolución del conflicto.

Y perder la capacidad de reacción, es debilitar el poder.

Está claro que para este gobierno debilidad es actuar en respuesta a un pedido de un sector, sobretodo si no está encolumnado. Pero una presidenta tiene que ir un paso adelante. Es obvio que a un jefe de Estado lo van a «correr», lo van a «apretar», es normal. Es la persona más poderosa del país.

Pero se espera de ella que mire más allá de la política. Piense en el ciudadano común que metió el voto con su nombre  en la urna hace un año y poco y admita que hay cosas que arreglar. Y que no hay mucho tiempo para perder peleando discursivamente frente a una audiencia reducida y sicristinista.

 

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