¿Volvió el doble comando?

Por: #BorderPeriodismo

CKF acusó recibo del desgaste tras 10 años en el frente de batalla. Como puntal legislativo de su marido primero, desde el Congreso, y dos veces presidenta de los 40 millones de argentinos, como le gusta decir a la simpática locutora oficial, Cristina volcó todo de sí en la titánica tarea de conducir el rumbo de la Nación. Y en el medio de la batalla perdió a su compañero.

Jorge Capitanich viene a ocupar el lugar que nunca pudo-supo Amado Boudou, ya hasta el cuello de denuncias por corrupción y un estilo vociferante pero ineficaz para el ejercicio del poder.
El economista de centro, peronista clásico, dialoguista y de alto perfil (que además cuenta con un caudal propio de votos importante) va a ser el jefe de los ministros, a transmitir lo que CFK ya no tiene ganas de decir en voz alta. Dará las peleas para adentro en el momento más crítico del kirchnerismo. Para afuera será ella, como siempre, la responsable de los grandes anuncios. Pero allí colocó a Axel Kicillof, otro economista, ya no de centro sino de izquierda, para profundizar las medidas que el Gobierno considera esencial para transitar a buen paso los dos largos años que quedan hasta el 2015.
Lo más importante para CKF es mantener el nivel de empleo, tener un cordial trato con los mercados internacionales, cortar la fuga de dólares y tener resto para cumplir con la demanda energética (ya se comprando, o invirtiendo para generación propia). YPF es, claramente, la bandera de CFK. De allí proviene el nuevo ministro de Economía, y sus negocios resultan vitales para dar un salto cualitativo hacia el autoabastecimiento, una palabra que suena como música para los oídos del kirchnerismo duro.
La presidenta, inteligentemente, se está rodeando de las personas que realmente puedan acompañarla porque están a la altura tanto en capacidad profesional como en personalidad de afrontar la recta final de la maratón kirchnerista campeando los avatare económicos.
CFK entendió que ni (Guillermo) Moreno, ni (Amado) Boudou, ni el propagansita Abal Medina, ni el cada vez menos influyente (Julio) De Vido,  eran los compañeros de ruta adecuados.
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