¿Querés chumbo? Tomá!

Por: #BorderPeriodismo

Por Leila Sucari

“¿Querés chumbo? Tomá chumbo”, gritó la jubilada antes de disparar. La semana pasada, la mujer de 77 años mató a un ladrón de 26 que intentaba entrar en su casa de Rosario. El joven la insultó mientras forzaba la puerta de la vivienda, entonces ella recordó que su esposo, ya fallecido, tenía un arma. Corrió a buscarla y apretó el gatillo: un delincuente escapó y el otro murió al llegar al hospital. La señora, una suerte de Violencia Rivas de la vida real, fue bautizada “Abuela justiciera” y amparada legalmente por actuar bajo legítima defensa.

Los intentos de asalto que terminan invirtiendo los roles entre la víctima y el victimario son muchos. En 2012 el caso de Baby Etchecopar reavivó el debate sobre temas como justicia a mano propia, tenencia de armas y legítima defensa. El conductor de C5N mató a un delincuente de ocho tiros e hirió a otro con dos impactos de bala. Años atrás, fue muy famoso el caso del ingeniero Santos, quien persiguió a dos jóvenes que le habían robado el pasacassete del auto y los mató de un balazo en la cabeza a cada uno. La inseguridad, el miedo y la falta de confianza en las fuerzas de seguridad pública llevan a mucha gente a comprar armas y a hacer  justicia por mano propia. Pero ¿Cuáles son los peligros? ¿Dónde quedan los derechos humanos? ¿Cuál es el límite de la defensa legítima? ¿Hasta dónde se justifica la violencia? ¿Matar a un ladrón te convierte en héroe justiciero o en asesino?

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La legítima defensa está contemplada en el artículo 34 del Código Penal y exime de pena a aquellas personas que actúen para defender su vida, integridad y derechos en un contexto en el que el Estado no pueda hacerse presente. Jorge Frank, abogado penalista director de la Academia Legítima Defensa (Renar), explica: “La ley deja libre de pena al que actúe en defensa propia cuando se dan estas circunstancias: agresión ilegítima, necesidad racional del medio empleado para impedirla y falta de provocación por parte del que se defiende. Esto quiere decir que quien se defiende debe hacerlo de manera “proporcional”, al poder ofensivo que sufre le debe oponer un poder defensivo equivalente. Pasa a ser delito cuando se superan los límites, por ejemplo si una persona golpea a un delincuente y lo desmaya, no hay necesidad de que siga golpéandolo. Hubo un caso donde después de provocar el desvanecimiento del ladrón, lo ahorcó. Eso es un exceso innecesario y debe ser castigado por la ley”.

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Distinguir entre la defensa y el abuso es la clave para preservar la democracia. La justicia por mano propia sólo sirve para incrementar la violencia y desatar el caos social. Jacson Zilio, doctor en derecho penal autor del libro “Legítima Defensa” (Ediciones Didot) señala: “Si la doctrina penal no avanza en definir los contornos exactos y precisos, de modo que preserve el monopolio estatal de la violencia, el nivel de inseguridad puede conducir a la sociedad al estado de terror.  Conceder al defensor un poder absoluto de utilización de un medio muy peligroso sería lo mismo que aceptar la legítima defensa como un derecho de naturaleza ilimitada». El requisito básico es comprender que el agresor, antes de ladrón, es un ser humano con derechos y que, por eso mismo, la defensa tiene que intentar neutralizarlo y no matar como primera respuesta.

¿Sirve esconder un arma en la mesa de luz? No. La mayoría de los especialistas coinciden en que tener un arma en la casa aumenta el índice de violencia y el riesgo de muerte en una situación de delito. Se calcula que en Argentina hay alrededor de 1.500.000 armas legalmente adquiridas. Un informe del Plan Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego, señala: «Justificado por la inseguridad se adquiere un arma, pero el arma misma representa un factor de amenaza. Puede suceder que una persona armada se defienda de sufrir una agresión de un delincuente. Pero también, puede usar su arma para agredir a otros, argumentando su propia defensa, aunque solo esté en juego su honor, su imagen, y no su propia vida. La violencia social armada pone en peligro las libertades y los derechos de las personas. Se retroalimenta, dando lugar a comunidades temerosas y reaccionarias».

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Entre el 2003 y el 2012 se redujeron las autorizaciones de tenencia de armas en un 92%. Hoy existe un programa de desarme del Renar: el objetivo es evitar muertes y concientizar a la población de que las armas y la justicia por mano propia no sirven como métodos de defensa personal. Si bien todavía buscamos una solución a los problemas de inseguridad, sabemos que más armas en la calle alimentan el círculo vicioso de la ley de la selva.

Más información:

www.desarmevoluntario.gob.ar

www.almendron.com/tribuna/la-legitima-defensa-preventiva-en-el-informe-del-grupo-de-alto-nivel/

www.iusp.uncu.edu.ar/upload/practica.pdf

www.jorgeleonardofrank.com.ar

 

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