Ganó Tabaré, ¿las pasteras seguirán siendo la piedra en el zapato de la relación bilateral?

Por: #BorderPeriodismo

El regreso del Vázquez a la presidencia charrúa llevó a la prensa a reinstalar la polémica por la ex Botnia. Pero aquí nadie se asusta en la política y los medios por la contaminación de los ríos a manos de una decena de pasteras en seis provincias argentinas. Algunos puntos para pensar en esta nota de #BorderPeriodismo

 Por Javier Alvarez

 Ganó Tabaré Vázquez y la prensa argentina comenzó a especular sobre cuál será el tratamiento que el mandatario le dará a la vieja disputa con la Argentina por la papelera finlandesa UPM (ex Botnia) y su contaminación del Río Uruguay. Antes de consagrarse el domingo en la segunda vuelta con el 53,6% de los votos sobre el 41,1% de Luis Lacalle Pou, el médico y político prometió una nueva y menos conflictiva etapa en la relación con la Argentina.

 La anterior había sido áspera: en octubre de 2011 reconoció que durante el conflicto diplomático en 2008 consideró la hipótesis de una guerra e incluso llegó a hacer gestiones con el gobierno norteamericano de George W. Bush en busca de apoyo externo. El jefe de Gabinete local, Jorge Capitanich, dijo este lunes que las relaciones bilaterales se verán “fortalecidas” a partir del triunfo de Vázquez. Nadie puede asegurar que así será, pero al menos ambos gobiernos le pusieron optimismo al asunto.

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 Pero la prensa parece no vivir de la paz. El periodismo necesita conflictos. Se nutre de las diferencias. Y más cuando el grupo económico que controla un medio de prensa equis tiene un interés determinado, como el de encontrarle flacos a un Gobierno. El tema que se plantea es: ¿Qué pasa con la decena de pasteras que hace décadas vuelcan químicos a las aguas de los ríos que transitan el territorio argentino? ¿Por qué nos la agarramos sólo con Uruguay?

 No se trata, claro, de sepultar el diferendo bilateral por el daño ambiental que la UPM le genera al lecho del Río Uruguay –que separa ambos países- y al ambiente en general, sino de atacar también los problemas iguales que se generan fronteras adentro.

Existen denuncias y causas judiciales iniciadas por particulares y ONGs contra las pasteras en el país. Estas fábricas no configuran sólo una amenaza para el medioambiente sino también para la paz social por el desalojo de campesinos e indígenas en su afán de concentrar tierras para el monocultivo. Las papeleras de capitales extranjeros y nacionales que operan en la Argentina no parecen un problema para la prensa. ¿Será porque no contaminan o porque sus grupos controlantes pagan suculentas sumas en publicidad? Como son los gobiernos provinciales los responsables, no existe oportunidad de atacar por allí a la Casa Rosada.

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Sólo en Misiones, por ejemplo, hay tres fábricas similares a la ex Botnia y son las mayores proveedoras de pulpa de celulosa del país. Todas están cuestionadas por organizaciones ambientalistas pero ningún Gobierno jamás atendió las denuncias. Mientras, los expedientes duermen en cajones de los lentísimos tribunales.  La más grande es Alto Paraná SA –de capitales chilenos-, instalada desde 1975 en Puerto Esperanza, al norte de la provincia, y dedicada a la producción de celulosa y papel. Esta firma, que tiene un patrimonio forestal de 263.394 hectáreas, produce entre 1.000 y 1.300 toneladas al día de pulpa celulósica.

 En 1942, Celulosa Argentina produjo un giro en la vida de Puerto Piray con la instalación de su fábrica, pero en la década de los ‘80 comenzó un gradual decaimiento al quebrar Celulosa Argentina. Se reconvirtió varias veces y hoy es conocida como Santay. Y también está Papel Misionero, en Capioví. Una planta fabricante de papel Kraft, con una capacidad de producción de 100.000 toneladas al año. Esta firma es propiedad del Grupo Zucamor, que también tiene Puntapel, con la que fabrica bolsas multipliego en San Luis.

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 A esas hay que sumarles Papelera del Tucumán, (Lules); Ledesma (Libertador General San Martín, Jujuy); Papelera del NOA (Palpalá, Jujuy); y Celulosa Argentina (Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe). También podríamos hablar de Papel Prensa (San Pedro, provincia de Buenos Aires); la Ex Massuh, ahora en manos de Papelera NOA (Quilmes, Buenos Aires); y Productos Pulpa Moldeada (Cipolletti, Río Negro).

 Ninguna de las papeleras locales alcanza por sí sola los 1.365.000 toneladas de producción que genera UPM al año. Pero la pregunta es: ¿No es igual de repudiable la contaminación propia que la externa? Para pensar.

 

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