Todos contra todos: ¿por qué en el primer mundo se matan entre ellos?

Por: Quena Strauss

Hay un dato central  que muchos parecen haber perdido de vista por estas horas: los últimos ataques terroristas en Europa fueron perpetrados por ciudadanos de esos países. De hecho, hoy  Europa “exporta” y no “importa” violentos.  Aquí, algunas claves para entender el fenómeno. 

Por  Quena Strauss

No eran inmigrantes hambreados, ni comandos recién llegados al lugar del ataque, ni ninguno de esos lugares comunes en los que solemos incurrir en Occidente para explicar esta clase de cosas. No. Aquí no hubo ni gente con turbante recién llegada de Asia o de Africa, sino ciudadanos franceses (como en el caso de los hermanos Kouachi) o británicos (como en el caso del Abdel Bary, el rapero inglés que se unió a la “guerra santa” y terminó decapitando al periodista norteamericano James Foley).  Y, a la hora de ensayar una respuesta para esto que para muchos resulta impensable (ciudadanos atacando a sus conciudadanos, en su propio país y del más violento de los modos) tal vez haya que tener en cuenta datos como los que siguen:

  • Crisis económica generalizada

En una Europa económicamente estancada, la crisis se hace sentir de muchos modos y la falta de empleo es uno de ellos. El punto es que, ante la desaforada oferta de mano de obra, jóvenes como los Kouachi suelen ser los principales perjudicados. Porque no cuentan con mayores credenciales educativas, pero también porque la regla tácita de elegir a los nuevos trabajadores según su origen étnico sigue vivita y coleando. De hecho, y por sólo citar un ejemplo, Hayat Boumadienne (la mujer del terrorista que atacó el supermercado kosher en París, matando a 4 rehenes) “afrancesó” su apellido agregando un “dienne” para tratar de evitar problemas a la hora de conseguir trabajo.

  • Inmigración masiva
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Según precisa la economista italiana Loreta Napoleoni, éste es el momento de toda la historia de la Humanidad con mayor cantidad de refugiados por motivos económicos. Hablamos de millones de personas que se desplazan movidos por el hambre que azota sus naciones de origen pero también de muchos otros que directamente escapan no ya para comer sino para salvar sus vidas de lugares como  Somalía, Nigeria o Siria. Según cifras de Amnistía Internacional,  es gente que huye de la pobreza y de la violencia, a menudo en viajes que terminan constándole la vida. De hecho, desde 1988, 20.250 personas perdieron la vida tratando de llegar a Europa a través del Mediterráneo.  Pero los que logran llegar a salvo no por eso van a tener todo resuelto. “A una Europa en crisis profunda que no necesita más mano de obra llega un contingente muy grande de personas, que se suman a los propios parados europeos y a los inmigrantes provenientes del Este de Europa”, declaró Napoleoni en una entrevista. Evidentemente, esto potencia las fricciones, instala la sospecha y en muchos casos impulsa a quienes se sienten perseguidos o rechazados a considerar alternativas que antes ni siquiera hubiesen considerado. ¿Implica esto justificar el terrorismo? Desde luego que no, pero sí es útil para tratar de entender cómo es este nuevo fenómeno de franceses o ingleses atacando a sus propios compatriotas.

 

  • Discriminación

Aun cuando sean franceses, italianos o ingleses por nacimiento, evidentemente con eso no alcanza. Por razones culturales que van desde el idioma a la religión, la vestimenta y las costumbres, a menudo los inmigrantes terminan aislados en guettos de donde sus hijos y nietos nacidos en el país adoptivo ya no logran salir. Hoy, los musulmanes son 6% de la población de Francia y alcanzan los 3 millones y medio de personas.  Pese a eso, y por más que no esté explicitado en ningún lado, son “europeos de segunda” y sus chances reales de lograr cierto progreso parecen canceladas desde el vamos. Así lo recuerda Marco Teruggi, inmigrante argentino en París en su maravilloso artículo Charlie Hebdo: Aprender del fuego al decir que “En teoría todos íbamos a ser franceses. Así nos dijeron. Pero pronto se comenzó a hablar de franceses de diferentes categorías –la película La Haine (que significa el odio), del año 1995, refleja de manera clara esa realidad. Apareció al descubierto y en el debate público la política cotidiana de discriminación encubierta -en el mejor de los casos- por portación de apellidos y rostros”. ¿Un solo dato? Antes de las elecciones que entronizaron a Francois Hollande, Marine Le Pen (la candidata del ultraderechista partido Frente Nacional) lideraba las preferencias entre los jóvenes de 18 a 24 años. Y es la misma candidata que prometió “poner de rodillas” al Islam radical en Francia.

  • Desempleo
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En Francia hay 3. 300.000 desocupados y la mayoría son jóvenes. Pero su tasa se duplica en el caso de los jóvenes franceses  hijos de inmigrantes, que sólo acceden a trabajos informales. Así, los Kouachi repartían pizzas mientras que Hayat Boumedienne era cajera de supermercado, del que fue despedida cuando se radicalizó en el Islam y quiso ir a su trabajo vestida con una burqa (el velo que cubre todo el cuerpo de la mujer hasta al cabeza, dejando sólo los ojos a la vista).

  • Radicalización y sentido de la vida

En esos ghettos en los que miles de jóvenes se ven entrampados, florecen las mezquitas y los centros de formación religiosa en los que muchas veces imanes radicalizados y que hacen una lectura por demás sesgada del Islam promueven su credo de odio, resentimiento y venganza . Y, en este contexto de violencia y marginación, dotan de sentido  y les dan una “causa” por la que pelear (y llegado el caso, morir) a muchos jóvenes definitivamente huérfanos de futuro. De hecho, en el caso de la terrorista Boumedienne, en 2010 fue interrogada por las autoridades francesas a raíz de otro acto ilegal (el intento de liberación del terrorista Smain Ali Belkacet, que atacó el subte de Paris en 1995) y no tuvo reparos en declarar que se había criado en un hogar de tránsito luego de que ella y ocho hermanos perdieran a su madre. Tuve un pasado difícil y esta religión respondió a todas mis inquietudes», les dijo a las autoridades policiales. Sin embargo, no es la única expuesta a esta clase de mensajes violentos encapsulados en forma de una devoción. A poco del atentado en París, en la ciudad de Toulouse, un religioso islámico hablo en una mezquita ante cientos de jóvenes y les aclaró que “uno no se puede mezclar con aquellos que justifican las caricaturas del profeta”.  ¿El dato? Según el titular de Europol (la Interpol europea), entre 3000 y 5000 ciudadanos europeos se enrolaron para pelear por la Jihad en Siria y en Irak.

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Es teniendo en cuenta esta clase de escenario –más complicado, más incómodo, lejos por donde se lo mire del ideal aquel de la Revolución Francesa a propósito de la “Libertad, igualdad y fraternidad” que se pude comenzar a entender (de nuevo: no a justificar) la génesis de semejante locura. Y, más aún, el verdadero polvorín sobre el que descansa Europa por estos días. Y desde hace años.

Para saber más:

1)https://www.youtube.com/watch?v=H0mZQC_AdZI

2)http://www.liberation.fr/societe/2015/01/09/dans-une-mosquee-de-toulouse-on-ne-peut-pas-se-melanger-avec-ceux-qui-justifient-les-caricatures-du-_1177254

3)http://www.diariolasamericas.com/440_mundo/2873490_terrorismo-pesadilla-de-europa.htm

4)http://www.infobae.com/2014/08/23/1589744-identificaron-john-el-yihadista-ingles-que-decapito-james-foley

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