El topo: Cristina sabía que Stiusso la escuchaba

Por: Javier Álvarez

Nisman destapó una olla que tiene ingredientes más pesados que su dudosa denuncia contra la Presidenta. El rol de la SI y Stiusso. ¿A qué están jugando EEUU e Israel? ¿Quién es el ex intendente bonaerense que le advirtió a la jefa de Estado lo que se venía? Y la convulsión política en el año de cambio de Gobierno. Todos los detalles, en esta nota de #BorderPeriodismo.

 Por Javier Álvarez @JaviAlvaBa

La presidenta Cristina Kirchner sabía desde agosto de 2014 que desde la ex Side iban a dispararle. No había precisiones entonces del calibre de la bala. Hasta que a principios de diciembre sintió el impacto: la causa AMIA, con integrantes de la Justicia como operadores y la CIA estadounidense en el flanco de apoyo. Estaba informada que sus comunicaciones telefónicas, las de sus funcionarios de primera y segunda línea, y de otros dirigentes políticos del oficialismo como gobernadores, intendentes y legisladores se encontraban intervenidas ilegalmente. Recibió varias advertencias y pruebas en Olivos. Incluso la llamó uno de los mejores amigos y socio político de Néstor Kirchner, Mario Ishii, para advertirle que algunos de los que marcaron a los “pasajeros involuntarios” de los Falcon verde entre el 76 y el 83, la estaban apuntando. “Nena, te tienen en la mira, tenés que limpiar la SIDE”, le dijo el senador bonaerense.

“A los que mataron a nuestros compañeros los tiene el Gobierno y el Gobierno ni sabe que los tiene”, había expresado el ex intendente de José C. Paz y actual senador en una sesión de la Legislatura bonaerense, el 4 de junio de 2014. Horas después, lo amenazaron de muerte. Pero la única respuesta desde la quinta Olivos fue la parálisis. Se refugió en su estrecho círculo de colaboradores y le confió su defensa a Carlos Zannini y a La Cámpora, esa agrupación de jóvenes militantes que aún no descifró cuál es el real escenario de seguridad nacional y las amenazas latentes.

Zannini algo veía venir desde fines de 2013 y cuando quiso levantar la cabeza, lo cercaron con una denuncia sobre enriquecimiento ilícito contra Carlos Liuzzi, su hombre de confianza en la Secretaría de Legal y Técnica de la Presidencia. De lo demás se encargaron los medios de prensa opositores. Incluso María Teresa García, presidente de la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos de Inteligencia, estaba al tanto de lo que se venía engendrando en el corazón putrefacto de la contrainteligencia interna, aunque lo haya negado en una entrevista televisiva del viernes último por la noche.

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EL TARDÍO DESCABEZAMIENTO DE LA SI

La Secretaría de Inteligencia (Ex Side, ahora SI) venía manejando jueces y fiscales a su antojo, bajo extorsión por información sensible respecto de cuestiones personales y familiares de los funcionarios judiciales, casos de corrupción, contactos con el narcotráfico, la trata de personas y el proxenetismo.

El titular de la SI, Héctor Icazuriaga, y el subsecretario de Inteligencia, Francisco Larcher, eran dos hombres puestos por Néstor Kirchner en 2003. Pero lo cierto es que jamás manejaron la oficina. El jefe era Antonio “Jaime” Stiusso, enquistado allí desde 1972, sí, más de cuatro décadas. Stiuso tenía el cargo de Director General de Operaciones. Tras el desplazamiento de Icazuriaga y Larcher y el desembarco de Oscar Parrilli, renunció. El nuevo jefe de la SI le allanó de hecho y en persona las oficinas que tenía en la calle Estados Unidos, en el barrio porteño de San Cristóbal. Este espía, cuyos inminentes movimientos ahora son impredecibles, tenía formalmente un contacto directo con la Inteligencia estadounidense (la CIA) e israelí (el Mossad). Dos de los más grandes poderes económicos, bélicos y con capacidad de espionaje en todo el mundo.

Esos dos poderes, el norteamericano y el israelí, no escaparían al giro forzado de la causa AMIA, con pruebas hasta ahora no comprobadas sobre la responsabilidad de los cinco funcionarios iraníes acusados. En este contexto posible, sus embajadas destrozaron al Gobierno por haber “pactado” con Irán para indagar a los acusados en Teherán. Que la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), controlada en los hechos por la Casa Blanca, busque a cinco iraníes nada prueba que los encargados de hacer volar la mutual judía hayan sido ellos, como la prensa crítica intentó instalar para bombardear la Casa Rosada.

Las relaciones diplomáticas entre Israel y Cristina Kirchner han llegado al extremo del cólera. El 24 de septiembre de 2014, ante la 69 Asamblea General de las Naciones Unidas y luego ante el Consejo de Seguridad del organismo, la jefa de Estado sorprendió al revelar que el ISIS (Estado Islámico) la había amenazado de muerte. «Como nota de color les recuerdo que el ISIS me ha amenazado, pero no creo que el ISIS se ocupe de la República Argentina. Sería por mi amistad con el papa Francisco y porque reconozco la existencia de dos Estados, Israel y Palestina«, afirmó. Lo cierto es que la SI –con contacto directo y permanente con la CIA y el Mossad- jamás se lo avisó. La noticia llegó a través del gobierno italiano.

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LA CAUSA AMIA: ¿UNA EXCUSA YANKEE?

En un escenario histórico de guerra latente entre Oriente Medio y Occidente, en parte por el interés irrestricto estadounidense sobre las reservas de petróleo y gas, no debería descartarse que se hayan infectado las pruebas y desviado la investigación de la causa AMIA para enemistar a Irán con América Latina. Es noticia vieja que no es del agrado estadounidense y su inteligencia, la ola de “gobiernos populistas” que se llevaron puesto –por ahora- parcialmente al neoliberalismo que supo implantar a través de organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial hasta hace diez años en la Región.

Las casualidades no existen. El lunes 29 de septiembre la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires publicó en su página web un comunicado en el que alertaba a los turistas norteamericanos por distintos hechos de inseguridad en la Argentina, justo el mismo día en que el juez Thomas Griesa declaraba al país en desacato en el litigio contra los fondos buitres. «Si me pasa algo, que nadie mire hacia el Oriente, miren hacia el Norte», se despachó la mandataria dos días después (1 de octubre) en un discurso en la Casa Rosada. Allí, reparó en los «sectores económicos concentrados que quieren voltear al Gobierno» y especuló incluso con la posibilidad de que atenten contra ella.

Así, en ese escenario complejo y diversos de tensiones y choque de intereses entre actores políticos y económicos, se engendró la denuncia que el fiscal Alberto Nisman le tiró por la cabeza a la jefa de Estado y a su canciller, Héctor Timerman, impulsores del memorándum de entendimiento con Irán para intentar esclarecer la causa AMIA. La denuncia de Nisman apareció tras el descabezamiento de la SI, en plena feria judicial, en el arranque del año electoral en el que se renovará la Presidencia y con pruebas construidas sobre la base de escuchas realizadas sin autorización de un juez, en plena violación de la Ley de Inteligencia Nacional (25.520).

En una carta enviada a García el 24 de julio de 2014, Ishii solicitó que se investigara la relación entre Stiusso y Javier Fernández, este último señalado por medios de prensa críticos como el hombre que mueve hilos en la “Justicia K”. Esa misma Justicia que ahora se le vino encima a Cristina Kirchner; Ishii denunció a Stiusso por escuchas y otras maniobras ilegales en la Legislatura bonaerense ante la presencia de la Agrupación Hijos. Y en ese mismo discurso alertó sobre las “movidas políticas de la Justicia”, con jueces que tenían “miedo” y no respondían más que a la SI. Pero no halló respaldo alguno. Días después fue amenazado de muerte y, según dijo en una denuncia presentada el 11 de junio ante la Justicia Federal, se convirtió en el blanco de noticias sobre hechos de corrupción en los medios que él asegura son del espía Stiusso. Y lo denunció ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En definitiva las advertencias de Ishii respecto de la SI y su incidencia en la Justicia se hicieron carne con la resonante presentación de Nisman, el fiscal que dará explicaciones al Congreso sobre cuáles son sus pruebas y fundamentos para imputar a Cristina Kirchner y a Timerman por encubrimiento en la causa AMIA.

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En el Gobierno están seguros que detrás de la denuncia de Nisman está el despecho de Stiusso por haber sido corrido de su cargo tras 42 años en él. Y no tienen dudas ahora, después que lo advirtiera Ishii, que hay conexiones con la CIA estadounidense que aún faltan aclarar. El fiscal, puesto a investigar la causa AMIA por el propio Néstor Kirchner en 2004, supo visitar el ministerio de Interior y la mismísima Casa Rosada acompañado del espía en años de relaciones amigables. Si bien la imputación de Nisman contra la Presidenta suena más a una patraña mediática que a una certera y legal investigación y el kirchnerismo la subestimó señalándola de mentirosa, lo que preocupa al seno del oficialismo es la superestructura del show, en la que Stiuso y la CIA aún bailan una milonga ligera y con un final impredecible.

Las dudas están puestas en por qué la jefa de Estado no reaccionó con inmediatez tras enterarse en agosto de 2014 que la estaba escuchando desde la SI. Y la respuesta, quizás, esté en su aislamiento político de los círculos de confianza y construcción de poder que supo construir su ya fallecido esposo. En tanto, si las explicaciones de Nisman no convencen al Congreso y se confirma que tiene en su poder escuchas ilegales e incurrió en mal desempeño como funcionario judicial, su destino sería la cárcel. 

 

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