Días después de que la Unión Industrial Argentina (UIA) saliera a cuestionar los acuerdos comerciales y de cooperación firmados con China, la polémica estalló al interior de la organización. El presidente de la UIA se pelea con un vocal y ahora, desde el Observatorio de Energía y Tecnología, también se suman voces al debate. ¿Acuerdo beneficioso o cuento chino?
Luego que la Unión Industrial Argentina (UIA) ganara los titulares con inquietantes afirmaciones sobre lo que le depararían a Argentina los acuerdos firmados por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner durante su gira por China (se dijo, entre otras cosas, que a partir de esas negociaciones los chinos podrían asegurarse licitaciones automáticamente, prescindir de la mano de obra local y hasta “puentear” el control legislativo), la bomba estalló al interior de la entidad. Sí, la UIA pasó de arrojar una bomba a hacerla detonar en sus propias filas y desde entidades técnicas los cruzaron con fuerza.
¿Quiénes son los “bandos en conflicto” al interior de la UIA? Por lo pronto su presidente (Héctor Méndez) y su ex presidente (Ignacio de Mendiguren, hoy además legislador por el Frente Renovador) salieron con los tapones de punta a criticar los acuerdos que ya tienen media sanción y serán debatidos en la Cámara de Diputados el 25 de este mes. Según aseguraron, el pacto (que en realidad no es uno sólo sino más de una docena que abarca temas tan cruciales como energía atómica, construcción de represas hidroeléctricas y telecomunicaciones, entre otros), dejaría a la Argentina en situación desfavorable frente al gigante chino, que podría adjudicarse obras de infraestructura automáticamente, obviar los controles legislativos y dar preferencia a los proveedores y trabajadores asiáticos sobre los locales.
“Nosotros no estamos en contra de un acuerdo con China. Nos oponemos a las concesiones otorgadas en este convenio. China tiene dos maneras de negociar, Una es con países serios como Brasil o Europa donde hay acuerdos pero no contemplan la adjudicación directa de las obras, ni el ingreso de trabajadores o la importación sin límite de productos chinos, Otros convenios son los que permiten ese tipo de ventajas con países a los que los chinos consideran de segunda. A juzgar por este convenio hemos negociado como un país de segunda”, sostuvo De Mendiguren.
Frente a esto, estalló la polémica al interior de la UIA cuando algunos otros socios salieron a despegarse de esta postura. Entre ellos el representante de la Asociación de Industrias Metalúrgicas (Adimra), Juan Carlos Lascurain,. quien habló de “apresuramiento” y de “intencionalidades políticas” en el comunicado. “Acá se marca claramente que la UIA responde a los intereses de algunos y no de todos. La UIA se sigue manejando con un grupo de cinco o seis personas con intereses muy marcados; algunos son intereses políticos y otros son otro tipo de intereses», declaró.
Pero no sólo los industriales se expresaron en esta oportunidad. También desde el Observatorio de Energía y Tecnología (OETEC) hubo comentarios y hasta algunas aclaraciones pertinentes. Su director general, Federico Bernal, explicó que la cuarta y quinta represa a construirse a partir de estos acuerdos “sumarán en conjunto una potencia instalada de 1.740 MW y comercializarán anualmente 5.250 GWh en promedio. Hoy en día ese dato equivale a satisfacer algo alrededor del 4% de la demanda nacional de energía, beneficiando a 1,5 millones de hogares. Podrán ahorrarle al país US$ 1.200 millones anuales en sustitución de importaciones de gas natural licuado».
En el mismo sentido se expresó el Director de Investigación Científica y Tecnológica del OETEC, Ricardo De Dicco, quien sostuvo que los acuerdos suscriptos son «una excelente noticia para la industria metalúrgica nacional. Acordar la construcción de la 4ª y la 5ª centrales nucleares consolidarán el esfuerzo de inversión en infraestructura, equipamiento y formación de recursos que venimos haciendo los industriales desde el relanzamiento del Plan Nuclear en 2006”
En cuanto a la potencial “amenaza” que esta alianza podría representar para la producción y mano de obra argentina, aseguró que “en los convenios para ambas centrales nucleares se establece, entre otros, que deberá asegurarse el máximo contenido local de bienes y servicios, y que deberá proveerse la transferencia de tecnología para la fabricación de componentes a empresas argentinas. De lograrse tal consolidación, en el futuro nuestra industria metalúrgica nuclear se encontrará en condiciones de ofrecer en asociación estratégica con China reactores del tipo PWR en toda Latinoamérica».
Mañana el Comité Ejecutivo de la UIA volverá a reunirse y no sería extraño que el tono de voz volviera a elevarse. Hay demasiados intereses en juego y, sobre todo, demasiadas dudas por despejar en torno de las implicaciones reales del acuerdo.
Seguramente, una presentación por parte de las autoridades de una explicación transparente y precisa de qué es lo que se ha firmado y qué alcances tiene sería de rigor. Pero esto es Argentina y lamentablemente mucha de la información que debería ser pública y estar al alcance de cualquier ciudadano circula por carriles invisibles y, por eso mismo, sospechosos. Porque es justamente ahí donde hasta el mejor de los planes puede quedar en sombras, y hasta el mejor de los proyectos puede quedar convertido en otro cuento chino.
