La «grieta» llegó al oficialismo: el peronismo se molesta con los K por la campaña

Por: Pablo Sieira @psieira

Reina un ánimo derrotista en el peronismo. Tratan de evitar una caída histórica pero sienten que el kirchnerismo duro patea en contra.

Nunca lo admitirán en público, pero se ven perdidos. Los peronistas hacen lo posible por acompañar a Daniel Scioli en su intento de darle un nuevo envión a la campaña del FpV ante la difícil parada que les espera el 22 de noviembre, pero ven con preocupación las movidas del núcleo duro del kichnerismo, que opacan al candidato.

Fuentes de los bloques oficialistas de ambas Cámaras del Congreso indicaron a #Borderperiodismo que la controvertida jugada del kirchnerismo en Diputados para nombrar a los dirigentes de La Cámpora Julián Álvarez y Juan Ignacio Forlón en la Auditoría General de la Nación (AGN)  no cayó bien entre los peronistas.

Fue la contracara de lo que sucedió el mismo día en el Senado. Allí, el bloque oficialista, donde los ultra K son minoría, decidió suspender una reunión de comisión en la que se aprobaría un subsidio anual de $15.000 para la fundación que preside Susana Trimarco. Las fuentes consultadas indicaron que los senadores quisieron evitar una posible polémica que empañara aún más la campaña.

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Sus pares de Diputados, en cambio, no fueron tan cautelosos. Ese bloque, que tiene una fuerte presencia camporista, avanzó con la polémica designación de auditores a pesar del escándalo que armó la oposición, quien acusó al oficialismo de apurarse con el único fin de acomodar a los ultra kirchneristas antes de dejar el poder. Es la misma opinión que empieza a extenderse en el peronismo ortodoxo.

«No ayudan y opacan al candidato», definió uno de los consultados por este portal. Los peronistas comienzan a creer que a Cristina Kirchner y a La Cámpora solo les preocupa ubicar a los propios, aunque ello repercuta negativamente en la campaña de Scioli. Desorientados, se mueven entre dos hipótesis: el kirchnerismo juega a perder o ya se desentendió.

El desánimo en el peronismo se da porque sienten que, mientras ellos intentan bancar a Scioli, los K les patean en contra. El ejemplo de esta situación de crisis lo dieron el salteño Juan Manuel Urtubey, que criticó la llamada «campaña del miedo», y el vicepresidente del Banco Provincia, José Pampuro, quien le pidió a «algunos compañeros que se callen un poquito».

Ambos dirigentes enviaron así un mensaje para los protagonistas del «fuego amigo», como podrían ser el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que cuestionó al funcionario sciolista Gustavo Marangoni; el ministro de Salud, Daniel Gollán, que tuiteó sobre el supuesto riesgo que correrían los pacientes oncológicos si gana Mauricio Macri; y para La Cámpora, principal impulsora de la estrategia del «miedo».

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Si bien no confrontará con la presidenta Cristina Kirchner, Scioli parece haber entendido que la clave para captar votos independientes es marcar diferencias con su gestión. En esta semana ofreció varios gestos en ese sentido.

Se animó a decir que el kirchnerismo «en algunas cosas no cumplió con las expectativas de la sociedad»; reconoció la inflación y autorizó a su eventual ministra de Economía, Silvina Batakis, a reconocer que se debe «transformar el INDEC» y volver a «hacer mediciones» sobre la «pobreza», por mencionar algunos ejemplos.

Sin embargo, al peronismo, preocupado por una derrota de Scioli que los arrestre a todos, no le alcanzan los dirigentes para seguir atajando los pelotazos en contra.
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