Cómo hacer para que la grieta no te arruine la navidad

Por: Leila Sucari @LeilaSucari

¿Tu cuñado es de Cambiemos y tu hermana milita en La Cámpora? Te contamos cinco estrategias claves para que las discusiones políticas no arruinen la mesa familiar.

Es cosa de todos los años. Entre los brindis, el vitel toné y el pan dulce resurgen viejos resentimientos y las papas hierven casi tanto como el clima de diciembre. Sobrevivir a la mesa familiar sin que se pudra el rancho antes de las doce suele ser un gran desafío. Y este año la cosa está más picante que nunca: las discusiones sobre política no dan tregua, muchos amigos se distanciaron y hasta la familia se dividió en bandos ideológicamente opuestos. Después de haberte puteado en el grupo de primos de WhatsApp y de haber bloqueado a tu tía del Facebook por defender al candidato que odias, reencontrarse en la cena navideña puede transformarse en una verdadera pesadilla. Si sos de los que piensan que se necesita el doble de esfuerzo para que la noche sea de paz y amor, seguí estos consejos y tomatelo con soda.

1- Evitá provocar con comentarios que enciendan la chispa. El día que tu hermana menor cayó a el bautismo del sobrino con la remera de Néstor, y terminó a los gritos con el marido de tu otra hermana porque él le dijo negra choripanera, la grieta intrafamiliar se abrió sin retorno. A partir de ese momento, la familia se dividió entre kirchneristas y macristas, y no hubo pollo al horno con papas que pudiera devolverles la unión que solían tener. En cada cumpleaños o asado dominguero la tensión fue en aumento y cualquier comentario sobre política desataba una batalla campal irreconciliable. Llega un momento en que la emoción puede más que los argumentos y los bandos no son capaces de escucharse ni de repensar nada, sólo se encargan de repitir cada uno su discurso. Si no querés que las pelotitas del árbol navideño terminen desparramadas por el living, mejor evitá hablar de las retenciones, el dólar y la inflación. ¿Te parece un reto imposible? Entonces optá por charlar sin ir al choque y escuchar lo que te digan aunque no estés de acuerdo. Si tenés un ringtone de la marcha peronista, conviene poner el celular en vibrador. Y si el regalo para tu sobrino era un globo amarillo, cambialo por uno celeste.

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2- Desviá la atención hacia la comida y el alcohol. Cuando la discusión sobre el precio del pan dulce y el aumento de la canasta navideña suba el tono de voz y le ponga los pelos de punta a la mitad de tu familia, enfocate en otra cosa. Focalizarse en el vitel toné, el matambrito relleno y el vino tinto es una manera excelente de romper el hilo de la discusión política antes de que a tu tío le suba la presión. Preguntá la receta de ese plato que tanto te gustó y convidales a los invitados. Proponer una cata de vino entre primos o descorchar el espumante aunque sean las diez de la noche, siempre suma para distender el ambiente.

3- Elegí un lugar estratégico en la mesa. Nunca te sientes al lado de ese familiar que piensa lo contrario a vos. El horno no está para bollos y mantener la calma cuando tire un eslogan de campaña puede llegar a ser muy difícil. Mejor prevenir las situaciones incómodas. Sentate al lado de ese primo buena onda que está a punto de irse de viaje al norte haciendo dedo, o enfrente de tu abuela que se la pasa recordando viejos tiempos. La idea es que, si surge un tema candente, sea en la otra punta de la mesa y lo dejes pasar por lejanía.

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4- Canalizá las ganas de mandar a todos a freir churros. Se acercan las doce de la noche, la mitad quiere recibir a Papá Noel con Canal 13 y el resto con el tema Avanti Morocha. La pelea entre tu hermana y tu cuñado no tiene escapatoria y el tono de voz se eleva mientras tu tío acusa a tu mamá de criar hijos planeros y tu mamá le grita gorila conservador. Todos los esfuerzos por mantener la paz y el amor dentro del núcleo familiar parecen a punto de irse por la borda. No te sumes a la hecatombe. Canalizá el desquicio que te producen las peleas haciendo centros de mesa con forma de mandala, podés usar higos y tomatitos cherry para la decoración. Otro gran plan, si tenés hijos o sobrinos chiquitos, es ser el payaso de la noche: disfrazate, jugá con ellos a las escondidas, salí a la vereda a tirar chasquibunes o llevalos a la terraza a ver si el gordo de traje rojo anda por ahí.

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5- Sacá a pasear al perro. Cuando la paciencia se te haya ido al subsuelo y no queden más alcaparras, huí de la mesa. La excusa de sacar a pasear al perro siempre es una opción maravillosa. Los animales suelen ponerse nerviosos durante las fiestas, antes de que sea medianoche y el cielo estalle en fuegos artificiales, sacá a la mascota a dar una vuelta y, de paso, tomate un recreo. Eso sí: ponele bien la correa, porque lo último que queremos es que un cohete lo asuste y se te pierda el querido perro. Si estás muy cargado de tensión familiar, aprovechá el paseo nocturno para llamar por teléfono a un amigo y compartir experiencias de la noche. Y a no desesperar: que cuando menos lo pienses ya vas a estar con los pies en el agua, disfrutando de tus vacaciones muy lejos de las lucecitas de colores y de las sospechosas felicidades.

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