El viernes 3 de junio se cumple un año de la multitudinaria marcha, las organizadoras convocaron a un tuitazo contra la violencia de género. Miles de historias llenaron las redes sociales. Bajo los hashtag #VivasNosQueremos y #VolvemosALasCalles las mujeres cuentan sus experiencias de abusos y maltratos en primera persona. ¿Por qué es mejor hablar? ¿De qué sirve que las consignas se vuelvan trending topic? ¿Compartiendo el dolor y mostrando las heridas abiertas nos hacemos más fuertes?
Por Leila Sucari @LeilaSucari
A Mariana el ex la golpeó hasta romperle la nariz porque consideraba que era una puta, y las putas merecen castigo. A Natalia el padrastro la obligaba a sentarse sobre sus piernas y la tocaba por debajo de la pollera. De Marta abusaron cuando tenía diez años y a Francisca un maestro de la escuela primaria le daba besos de lengua en secreto. Las historias de mujeres maltratadas, golpeadas, humilladas, violadas y abusadas sexualmente son tantas que no entran en una ni en cien notas.
Ninguna de nosotras está exenta, todas sufrimos algún tipo de violencia de género, tanto en la calle como en nuestras propias casas y lugares de trabajo. Creemos que estamos solas, que somos las únicas, pero cuando miramos para el costado nos damos cuenta de que las historias se repiten, que el dolor y la vergüenza se comparten. Y también la fuerza y la necesidad de decir basta. Ayer el tuitazo #NiUnaMenos fue trending topic en Twitter y llenó el Facebook de relatos fuertes y conmovedores. «Fue un éxito porque logramos estar en el tercer lugar de tendencias en Twitter, pero más allá de lo cuantitativo, fue un espacio para habilitar voces, para poner en común, para alentar a otras a encontrar salidas comunitarias a las violencias», dijo Marta Dillon, una de las organizadores.
La semana que viene se cumple un año de la histórica marcha de #NiUnaMenos, en la que millones de personas de todo el país se movilizaron contra los femicidios y la violencia de género. Este 3 de junio se renueva la convocatoria. Motivos hay de sobra: en 2015 hubo 286 víctimas de femicidio y en los primeros 100 días de 2016 las mujeres asesinadas fueron 66: Diana Rojas, de 25 años, fue golpeada y apuñalada. El asesino tiró su cuerpo en un descampado a las afuera de Puerto Madryn. Marlén Franco, de 21 años, fue violada y ahorcada en un pueblo de Santa Fe. Graciela Vázquez, de 47 años, fue asesinada por su ex marido delante de su hijita de cinco. Estos son apenas algunos ejemplos concretos de una problemática que nos atraviesa de norte a sur, sin importar la edad ni la clase social.
Además de las muertes, están los casos de violencia como el de Belén, la chica tucumana que fue condenada a ocho de años de prisión por homicidio cuando tuvo un aborto espontáneo. Belén llegó al hospital doblada de dolor y con una fuerte hemorragia. Se enteró del embarazo cuando le dijeron que estaba teniendo un aborto. De ahí en más lo que siguió fue una pesadilla. «Como cualquier paciente, toda mujer que llega con un aborto en curso, sea provocado o espontáneo, está protegida por la confidencialidad. Sin embargo en el caso de Belén algunos profesionales de la salud decidieron usar esa relación para violentarla y denunciarla a la policía. Médicos la interrogaron como si fueran jueces, enfermeras le acercaron en una caja el feto y personal de policía la insultó y degradó revisando sus partes íntimas», explica el comunicado difundido por la Campaña Nacional por el derecho a Aborto Legal, Seguro y Gratuito. En Argentina alrededor de 600 mil mujeres recurren cada año al aborto clandestino, muchas de ellas mueren en el intento. Por el caso de Belén y por la cantidad de mujeres muertas por abortos mal hechos, este año a la marcha #NiUnaMenos se suma la consigna “Sin aborto legal no hay Ni Una Menos”.
“El 3 de junio del año pasado dimos un grito poderoso y airado. Cientos de miles de personas nos encontramos en la calle para ser la voz de quienes ya no podían gritar, víctimas de la violencia femicida”, dice el texto del colectivo Ni Una Menos que convoca a la nueva movilización. “La violencia machista mata y no sólo cuando el corazón deja de latir. La muerte es el extremo de la violencia que busca disciplinar a las mujeres y a todas las personas que se rebelan al pacto patriarcal y heterosexual. Pero la violencia machista también mata, lentamente, cuando coarta libertades, participación política y social, la chance de inventar otros mundos, otras comunidades, otros vínculos. Este 3 de junio tenemos que volver a la calle, porque es la vida la que está en juego. El 3 de junio tiene que encontrarnos pidiendo justicia por las que ya no tienen voz, fortaleciendo las redes políticas de afecto y solidaridad, reafirmando los puntos centrales por los que hace un año salimos a las calles. Para que decir ‘Vivas nos queremos’ sea también decir nos queremos libres, autónomas, críticas y solidarias. En las calles queremos encontrarnos, como una cita conmemorativa y alegre, furiosa y libre”.
La concentración será en el Congreso el 3 de junio a las 17hs. Las consignas son:
