Sindicalismo: el mundo donde las mujeres no tienen lugar

Por: Natalia Gelós @nataliagelos

Existe una ley de cupo femenino y las trabajadoras representan el 40 por ciento del total. Así y todo, el espacio en las altas esferas de la organización sindical es casi nulo. Causas, luchas y discusiones que afectan a la participación de las mujeres en la actividad gremial nacional. 

 

Los números lo resumen bien: aunque el 40 % de todos los puestos laborales es ocupado por mujeres, en la nueva CGT hay sólo dos representantes entre las 36 secretarías. Una de ellas es Sandra Maiorana (asociación de Médicos), en la secretaría de Salud. La otra, Noemí Ruiz, en la secretaría de Igualdad de Oportunidades y de Género, es la titular del sindicato de Modelos.

Sandra Maiorana, la excepción de la CGT.
Sandra Maiorana, la excepción de la CGT.

De unos 1448 cargos sindicalistas que había en 2008, el 5 % (80 puestos) eran ocupados por mujeres, según un informe del Instituto de la Mujer de la CGT.  Pese a que desde 2002 existe la ley 25.674, que instaura el “cupo femenino” en las conducciones gremiales y promueve la creación de áreas específicas que se ocupen de temas de género, las mujeres, por lo general, siguen ocupando en la organización sindical puestos que han sido históricamente considerados “femeninos”, como acción social o de género. Datos de 2016 del Ministerio de Trabajo profundizan esa idea. De 25 sindicatos, 20 tienen mujeres en la comisión directiva, pero el lugar que ocupan es vinculado a turismo, secretaría de la mujer y no a sectores más «duros». En esos 25 sindicatos no hay secretarias generales o adjuntas.

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La CGT reunida con Barrios de Pie, la CCC y el Movimiento Evita. Apenas una imagen de la líder peronista, parcial, en la pared. Todos hombres.

La cultura organizacional sindical sigue siendo bastante rígida. Incluso si pensamos la última década como una etapa de importantes cambios legislativos y en políticas para los derechos de las mujeres, el mundo del trabajo es el que menos modificación desde la perspectiva de género ha producido, dice Estela Díaz, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de CTA y pone la atención sobre un detalle: que existe una idea de dirigente sindical que está muy ligada a características vinculadas a la virilidad.

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En una nota de hace un tiempo, la periodista Luciana Peker escribía en el suplemento Las 12, de Página 12:  “¿Por qué los sindicatos no reclaman por el derecho a ganar igual salario y a poder trabajar con equidad fuera y dentro de la casa? El interrogante parece silenciar los bombos. No hay reuniones, marchas, gritos, petitorios, conferencias y, ni siquiera, argumentos que acompañen los reclamos laborales de las mujeres”.

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La CGT, unificada o no, casi siempre cuestión de hombres. La paradoja de la mirada de Evita.

Mercedes D´Alesandro, que trabajó el tema en Economía Femini(s)ta , dice: “Quizás una mayor participación femenina podría servir para presionar sobre cosas que cambiarían mucho la vida laboral para todos: licencias de maternidad y paternidad (hoy de solo 2 días), que penalizan sobre todo a las mujeres (el 54% de las mujeres sin hijos trabaja, el 36% de las que tienen 2 o más lo hace), luchar contra la precarización laboral que impacta más en mujeres y que las lleva a una brecha salarial mucho más grande (ganan 40% menos que sus pares en promedio, cuando en empleo en blanco es 25%)”.

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Groussies, delegada de Foetra.

Ana Groussies, delegada de Foetra (Telecomunicaciones) y miembro de la agrupación Pan y Rosas, cuenta que la pelea para llegar a puestos sindicales es dura y de todos los días.  “Muchas veces he tenido discusiones en asambleas y me han dicho: – No te excites-. Es una constante”. Pese a eso, aunque no se traduzca en expresiones desde las cúpulas sindicales, Groussies ve una nueva forma de pensar en las bases: “La difícil situación económica, que ya viene del gobierno anterior, sensibiliza a todos, y por ello se han podido discutir temas vinculados a género y demás”. Además, la delegada advierte: “El ajuste le pega más fuerte a las mujeres porque tienen los puestos más precarizados, como call centers, sectores de limpieza, o de autopartes”.

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Mónica Schlotthauer, delegada ferroviaria.

Mónica Schlotthauer, delegada de la agrupación Mujer Bonita es la que Lucha, de la Lista Bordó de la Unión Ferroviaria, es clara: “lo que no peleamos nosotras no nos lo regala nadie”. Junto a sus compañeras, Scholotthauer encabezó hace unos meses una lucha para lograr que las mujeres puedan postular para el curso de maquinistas y resume: “Empezamos pidiendo cupo y capacitación. Así visibilizamos el reclamo. A los seis, siete meses hubo un ingreso masivo de unas doscientas compañeras y fuimos por la igualdad laboral. Ser guardas fue el objetivo y lo logramos. Ahora hay mujeres que dieron el examen para dar el curso de chofer. En esas estamos. Pero ahí hasta el sindicato está en contra”.

Las ferroviarias pelean por poder ser choferes.
Las ferroviarias pelean por poder ser choferes.

Schlotthauer habla de la situación de muchas de sus compañeras, que querrían tener una participación sindical más activa pero que se ven cruzadas por las cuestiones más cotidianas: “Yo vivo sola, mi hijo es grande y esto me apasiona, pero hay compañeras que planean una reunión con dos meses de anticipación pero si ese día el nene tiene fiebre se tienen que quedar”.

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“Gran parte de la cuestión pasa por tareas ‘invisibles’ pero que ocupan muchísimo tiempo: el hogar, cuidado de niños y ancianos, por ejemplo. En la Argentina, el 75 por ciento de estas tareas las hacen las mujeres (dato de la Encuesta de Uso del Tiempo de 2013 – INDEC). Esto impacta en que tengan trabajos más flexibles –y precarizados- para poder compatibilizar tareas y que carguen con una doble jornada laboral: trabajan en la fábrica, comercio, escuela, etc., y en la casa”, apunta D’Alessandro. Estela Díaz lo define como una triple jornada sobre la que hay que hacer malabares: “trabajo-familia-militancia”. “Así como el espacio político y público se ha poblado de mujeres, lo que supuso una democratización y diversificación , no ha pasado algo similar en el ámbito doméstico. Todavía está pendiente la redistribución de las tareas de cuidado, en tiempo material y psicológico también”, dice.

Estela Díaz, de la CTA.
Estela Díaz, de la CTA.

Díaz concluye: “A pesar de que las compañeras no tengan perspectiva de género, lo que tenemos todas es un tipo de socialización que nos lleva a la inclusión de otras dimensiones en la política. Pero creo que esto puede producirse en la medida que seamos muchas. Por eso hay que seguir debatiendo los obstáculos para el cumplimiento del cupo en las mesas de negociación colectiva o en las federaciones o confederaciones”

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