Maternidad subrogada: la discusión que avanza en Argentina (Parte 1)

Por: Luciana Mantero

En el país la técnica no está ni prohibida ni permitida, con lo que depende de la opinión de cada juez y cada vez más parejas deciden correr el riesgo. Críticas y alabanzas para un método que se abre camino en voz baja.

 

Tras haber quedado afuera de la reforma del Código Civil, la posibilidad de tener un hijo en Argentina con un vientre subrogado (o alquilado, como se suele decir informalmente) sigue no estando ni permitida ni prohibida, por lo que muchas parejas que por razones médicas o funcionales (es el caso de las del mismo sexo) no pueden gestar y tienen el dinero (aquí cuesta alrededor de 30 mil dólares), apuestan -antes o después del embarazo- a la autorización de un juez para inscribir a ese hijo gestado por otra, que lleva parcial o totalmente sus genes. Si bien hasta agosto de este año había unos 20 casos que sientan jurisprudencia a favor de la subrogación, el asunto sigue dependiendo de la opinión de cada juez. Con la demora en los tiempos de la adopción e incluso la incertidumbre de que ésta se concrete, esta técnica -que encuentra defensores y detractores- es la forma más efectiva y rápida de llegar a la paternidad para muchas personas.

En el exterior, en países donde sí está regulado, como Estados Unidos puede costar hasta 100.000 dólares.

El procedimiento es similar al de un tratamiento de fertilización asistida de alta complejidad (donde la fecundación sucede afuera del cuerpo de la mujer). Después de unos días, en los que se comprueba su evolución, el embrión en mejor “estado” formado por el óvulo y/o el espermatozoide de la pareja (alguno de los dos puede ser “donado” de un banco de gametos, requisito sine qua non si la pareja es del mismo sexo) se transfiere al útero de la mujer gestante, preparado previamente para recibirlo a partir de inyecciones de hormonas. Todavía no hay casos judiciales favorables a la subrogación en Argentina donde exista una gestación por sustitución sumada a donación de embrión en el caso que ninguno de los padres pueda aportar su gameto.

No existen datos oficiales sobre bebés nacidos por estapanza-alquilada técnica. En Hálitus, el único centro que tiene un programa específico y hace esto público -pues según fuentes especializadas en el tema algunos médicos lo hacen pero pero no lo dan a conocer e incluso algunos pacientes no se los informan- han tenido desde su inicio en 2012 unas 155 consultas; y de ellas han nacido 15 bebés y otros tres están en camino. Algunos de estos embarazos fueron autorizados previamente por distintos jueces (es decir, se dio el visto bueno a que el embrión formado con todo o parte del material genético de la pareja fuera transferido al útero de la mujer gestante) con lo que los “padres procreacionales” obtuvieron legalmente la paternidadOtros no y luego del nacimiento tienen que pelearla (algunos están en curso) en la Justicia.

“Hay dos tipos de reclamos judiciales: quienes van y piden autorización al juez para realizar la subrogación previo al tratamiento y quienes hacen una causa de impugnación de maternidad y solicitan nueva partida de nacimiento. Siempre la más recomendable es la de autorización previa”, explica la abogada especialista en temas de fertilidad Guillermina Pieroni. Y agrega: “Por ahora en Argentina la madre de un hijo es quien lo ha parido. Sin embargo, de acuerdo al nuevo código civil, sí rige la idea de que el padre es quien ha expresado la voluntad procreacional.  Y en esto se avanza, por el lado de la Justicia, que va sentando jurisprudencia”.

«Hay un sólo caso en el que la sentencia quedó «no firme» debido a una apelación del Defensor Atilio Álvarez. El resto que se conocen han sido todas positivas para los padres y corresponden a Jujuy, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Ciudad de Buenos Aires. Y hay cuatro más por salir», explica Fabiana Quaini, abogada especialista en Derecho Internacional de Familia y quien patrocina varios de estos casos.

Hálitus recibe a parejas que ya vienen con la mujer que prestará su útero, con quien dicen tener vínculo familiar o de amistad y quien dice hacerlo no por una razón comercial sino por altruismo. Profesionales del lugar les hacen una evaluación psicológica (que continuará como forma de apoyo durante todo el embarazo) y, si consideran que son aptos para tal desafío, prestan el asesoramiento legal a través de Quaini, y la atención médica del equipo dirigido por Serio Pasqualini.

“La intervención psicológica logró una mejor adaptación a la gestación sustituida ya que redujo el desajuste emocional en los padres procreacionales, ajustó la decisión gestacional en la portadora y abrió caminos de comunicación entre la madre y el niño. Desde lo jurídico se firmaron acuerdos de voluntades previos. Se realizó una solicitud de inscripción de partida de nacimiento y esta fue emitida constatando como padres a los procreacionales”, especifica Pasqualini.

Las principales críticas a la subrogación de vientre apuntan a la posibilidad de que se transforme viaje-de-maternidad-subrogada-1en un comercio con el cuerpo de las mujeres, con especial preocupación por quienes están en situación de vulnerabilidad ya sea económica, psicológica, intelectual, o de otro tipo, sobre todo en contextos de mucha pobreza. En India, por ejemplo, donde la subrogación está permitida legalmente y hasta hace un tiempo casi sin limitación, se supo que muchos maridos presionaban a sus esposas para que accedieran a gestar hijos ajenos, pues se les paga entre 5.000 y 7.000 dólares, dinero con el que podrían vivir sin trabajar varios años.

El polémico libro.
El polémico libro.

Entre las voces en contra más potentes a nivel mundial está la escritora, periodista y activista sueca Kajsa Ekis Ekman, autora del libro Being and being bought. Prostitution, surrogacy and the split self (Existir y ser comprado. Prostitución, vientes de alquiler y el yo escindido), quien considera que tanto la subrogación comercial como la altruista suponen una violación de los derechos de la mujer. “En mi opinión la prostitución y los vientres de alquiler son lo mismo, solo que en este último caso no sólo se vende una mujer, también se vende un niño. La madre recibe el dinero en el momento en que entrega a su niño. Si eso no es trata de niños, no sé qué debe serlo”, dijo en una entrevista con la revista El viejo topo.

Kasja Ekis Ekman, crítica de la subrogación.
Kasja Ekis Ekman, crítica de la subrogación.

En uno de sus libros Ekis Ekman sostiene que la idea de la subrogación altruista es algo que pretende dar a la industria una apariencia de caridad, de voluntad y reciprocidad, pero que es sólo una ilusión, ya que en la mayoría de los casos las mujeres son remuneradas aunque de forma no oficial. La periodista plantea examinar la cuestión de los vientres de alquiler desde la base ideológica de considerar a la mujer abnegada ante los deseos de otros. “El retroceso que supone para las mujeres y la vuelta a los valores patriarcales es evidente, volviendo a la idea de que ‘si sufro soy una buena mujer’”, dispara.

El Partido Feminista Español declaró al diario El Universal sobre la Surrofair, una feria sobre el tema que se hizo en Madrid a mitad de 2016: “Comercia con seres humanos”.

Los defensores, por su parte, consideran que tomando los recaudos necesarios y regulando de manera seria la técnica, esto puede ser controlado. Un análisis escrito y firmado por la prestigiosa jurista Aída Kemelmajer de Carlucci dice: «El potencial abuso de una determinada técnica médica no es motivo suficiente para prohibir en su totalidad, menos aún, cuando existe la posibilidad de regular su aplicación y adoptar las medidas de seguridad necesarias para evitar su ejercicio abusivo». Y agrega: “No se advierte por qué la dignidad del nacido, que tanto preocupa a algunos, puede verse afectada por el hecho de que será querido y educado por alguien distinto a quien lo gestó y parió. Disociar los elementos genéticos y biológicos de la función parental no es un tema nuevo; también en torno a un niño adoptado giran cuestiones complejas, pero estas dificultades no son, por sí solas, razones suficientes para negar la posibilidad de un vínculo filial”.

La jueza Aída Kemelmajer de Carlucci propuso un artículo del Código Civil que no prosperó.
La jueza Aída Kemelmajer de Carlucci propuso un artículo del Código Civil que no prosperó.

Kemelmajer de Carlucci participó en la redacción del nuevo Código Civil que en el artículo 562, que luego fue eliminado, proponía que se hiciera por altruismo, sin mediar un rédito económico, un máximo de dos veces, que la mujer estuviera informada de todas las implicancias y ya tuviera al menos un hijo, es decir conocimiento real de lo que supone un embarazo. “Muchas estudiosas feministas celebran la existencia de la gestación por sustitución como una forma de demostrar e ilustrar que gestar y criar un niño son dos actividades humanas diferentes«, sostiene el documento.

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