Quiénes ganan y quiénes pierden con una suba de la tasa de interés

Por: Santiago Cámpora @santiagocampora

Tras el ultimátum de Sturzenegger, el escenario que vuelve a plantear el Banco Central divide aguas: bajar la inflación versus desincentivar la inversión.

 

En su conferencia de prensa del lunes pasado, el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger dio su ultimátum: si la inflación no cede a partir de mayo, la tasa de interés subirá.

Está claro a esta altura que la dinámica que han mostrado los precios en los últimos meses –con un alza del 25,4% en los últimos doce- preocupa por demás a la entidad monetaria y se ha vuelto uno de los grandes escollos de la actual administración.

Ahora bien, ¿qué efectos podemos esperar de una suba en la tasa de interés? Como hoja de ruta, puede resultar ilustrativo repasar cuáles son los canales por donde puede repercutir la política monetaria.

Una suba en la tasa de interés tiene el efecto inmediato de encarecer el costo del capital, esto es, aquellos empresarios que están analizando realizar una inversión, tienen un desincentivo, al elevarse el retorno que deben “requerirle” a los proyectos que están planeando poner en marcha.

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En el mismo sentido para quien está pensando en comprar una casa, un auto o financiar la compra de bienes durables para el hogar, la suba de la tasa de interés “arrastra” el costo de financiamiento para la adquisición de un conjunto amplio de bienes y servicios de la economía.

Por otro lado, incrementar la tasa de interés tiene efectos sobre el tipo de cambio. Si la tasa de interés que paga el Banco Central se eleva, se hacen más atractivas vis a vis las colocaciones en dólares, de modo que puede esperarse que muchos inversores decidan vender sus dólares y posicionarse en pesos. Este rebalanceo de cartera (conocido como carry trade o “bicicleta”) muy probablemente provocará que el peso se aprecie.

Una apreciación del peso encarece nuestras exportaciones y abarata nuestras importaciones, lo que conlleva a una situación tendencialmente deficitaria de nuestro saldo comercial con el mundo, en momentos donde Argentina registra un déficit de por sí elevado (1,5% del PBI para 2017).

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Además, un efecto trascendente del encarecimiento de la tasa de interés es aquel que se produce a través de los canales de crédito bancario. En un país como la Argentina, donde más del 95% de las empresas son Pymes, los bancos son uno de los principales puntales de apoyo para las pequeñas empresas.

Mientras que las grandes empresas tienen acceso a otros instrumentos y mercados, pequeños movimientos al alza en la tasa de interés pueden tener efectos sensibles sobre el costo al que las pequeñas y medianas empresas financian su giro comercial. Aquí es importante señalar que la tasa de interés termina representando un costo más que, mark up mediante, impacta en los precios finales.

De esta forma, tanto el efecto sobre la inversión, como la merma de las exportaciones, como la contracción del crédito, terminarán resultando en una desaceleración en el ritmo de actividad económica.

Del lado de los “ganadores” podemos ubicar inmediatamente a los inversores en letras del BCRA (lebacs), ya que se incrementa la tasa real que reciben por sus colocaciones. Coincidentemente, aquellos sectores que se dedican a la intermediación financiera, como los bancos, pueden verse en una mejor posición ante la suba de tasas.

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Las lebacs volverían a ser la vedette, con la suba de la tasa, ante un dólar planchado.
Las lebacs volverían a ser la vedette, con la suba de la tasa, ante un dólar planchado.

Al mismo tiempo, de resultar efectiva la política antinflacionaria con tasa de interés como herramienta exclusiva, es esperable evidenciar una caida en las mediciones del índice de precios. Esto redundaría en un beneficio para los consumidores en general, y en especial para aquellos sectores de menor poder adquisitivo donde los efectos perniciosos de la alta inflación se hacen más evidentes.

En definitiva, los efectos de la política monetaria no son unidireccionales ni estáticos, sino más bien el resultado de una compensación de distintos objetivos de política económica. En el escenario planteado, una merma en la inflación llevaría aparejada una desaceleración en el ritmo de actividad económica, donde lo fundamental será evaluar si las ganancias y pérdidas se reparten de manera equitativa hacia dentro de la sociedad.

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