El histórico debate en la Argentina sobre la legalización de la interrupción del embarazo ha puesto en el centro de la escena la cantidad de mujeres que mueren año tras año al intentar realizarse abortos ilegales, la mayoría de ellos en condiciones adversas y sin los cuidados médicos necesarios. Aunque en el país se contemple este tipo de prácticas en casos particulares, basta con mirar al exterior para darse cuenta que este flagelo se repite en casi todo el mundo.

Una cifra que impacta. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año se producen casi 55 millones de abortos a nivel global, de los cuales el 45% se realizan en condiciones inseguras o poco seguras. Eso quiere decir que más de 25 millones de mujeres se ponen en riesgo al año al intentar interrumpir su embarazo. Los casos se agrupan casi en su totalidad en aquellas regiones en vías de desarrollo y que no cuentan con legislaciones claras sobre esta materia.

No es casualidad, justamente, que tal como consta en el último informe presentado por el organismo internacional junto con el Instituto Guttmacher, haya 7 millones de mujeres que tienen que ser atendidas por complicaciones a la hora de realizar la práctica. Y aquí llega el dato más pálido: se calcula que por el aborto unas 30 mil mujeres mueren al año. Realizar esta práctica sin las condiciones de seguridad necesarias representa entre un 4,7 y un 13,2% de la mortalidad materna en el mundo.

“Cuando las mujeres y las niñas no pueden acceder a servicios eficaces de anticonceptivos y aborto seguro, hay graves consecuencias para su propia salud y la de sus familias”, detalla uno de los informes publicados a principio de año, para luego agregar y advertir: “Se precisan más esfuerzos, especialmente en las regiones en desarrollo”.

Sucede que hay una gran disparidad en el tratamiento seguro del aborto entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo. Más aún, entre quienes poseen una legislación y los que mantienen restricciones sobre la interrupción del embarazo, sean estrictas o leves. Actualmente unas 60 naciones poseen una ley de aborto completamente legal. Muchos otros también tienen pero con algún tipo de restricciones.

Siempre según los mismos estudios, el 97% de los abortos peligrosos se producen en África, Asia y América Latina. Todas naciones en vías de desarrollo. Una clara comparación. Mientras que en regiones ya desarrolladas la tasa de mortalidad representa 30 casos por cada 100.000 abortos, en África la cifra asciende a 520 muertes por cada 100.000 interrupciones del embarazo.

En su última investigación –Abortion Worldwide 2017 Uneven Progress and Access– el Instituto Guttmacher detalló que la tasa de mortalidad no sólo baja en los países desarrollados sino que también lo hace en aquellos donde la interrupción del embarazo es legal. En esos lugares el 87% de los abortos se realizan de forma segura y tan sólo el 13% son inseguros (del cual menos del 1% son “muy inseguros”). En la vereda opuesta se encuentran los países con muchas restricciones: allí tan sólo el 25% de los abortos son seguros, mientras que el 75% no lo son (y un 31% son “muy inseguros”).

Un dato llamativo también se desprende del informe: el 42% de las mujeres en edad reproductiva viven en los más de 100 países en los que el aborto está restringido y prohibido. Mientras que también detalla que en América Latina es donde más abortos se realizan por año (44 por cada mil mujeres), seguido por Asia (con 36), África (34), Europa (29) y América del Norte (con 17 por cada mil mujeres).

Justamente Latinoamérica es una región en vías de desarrollo y donde la mayoría de los países no cuentan con una ley completa sobre la despenalización del aborto, a excepción de Uruguay. En Colombia, por ejemplo, se permite con ciertas restricciones (si existe riesgo para la vida de la madre, para el feto o en caso de violación) como también sucede en Argentina, Bolivia o Ecuador. Por su parte Brasil muestra muchos más reparos que el resto.

El caso del vecino Uruguay puede servir como ejemplo. Allí la práctica del aborto se legalizó en 2012 y se estima que desde aquel momento cerca de 40.000 mujeres dejaron de atenderse en centros clandestinos para pasar a interrumpir sus embarazos de forma más segura. Según datos del Ministerio de Salud uruguayo, aproximadamente hay se producen unas 815 intervenciones por mes y una significativa disminución en la mortalidad materna.

Con la finalidad de prevenir más muertes maternas, la OMS creó hace décadas un instructivo de seguridad donde, además de alertar, asesora a las mujeres sobre los tiempos y formas para realizar un aborto seguro. Los métodos recomendados son: Aborto médico hasta las 12 semanas de gestación; aspiración al vacío entre la semana 12 y 14; y dilatación y evacuación después de esta docena de semanas.

La prevención es importante. No llegar a la instancia de un aborto sería una de las mejores opciones. En parte porque, tal como detalla el informe del instituto norteamericano, el déficit mundial de profesionales calificados para realizar estos tratamientos ascenderá a casi 13 millones en los próximos 15 años. En África, por ejemplo, sólo habría cerca de 23 profesionales por cada 10.000 habitantes, mientras que Asia Sudoriental sufriría “la mayor escasez debido a la muy baja densidad de trabajadores sanitarios”.

Desde la misma OMS alertan que sólo legalizar la interrupción del aborto “no asegura que las cifras de mortandad desciendan”, al tiempo que sí exige una mayor complementación con educación sexual y formas preventivas para evitar llegar a la instancia del aborto.