Mientras el Gobierno evalúa préstamos del Tesoro estadounidenses o adelantos del Fondo, las provincias y las empresas tienen sus propios vencimientos. El primer waiver y la deuda de YPF en dólares.
La Argentina acudió al Fondo Monetario Internacional en busca de dar señales de certidumbre, pero hoy muchos se preguntan si esta medida será suficiente para calmar a los mercados.
El camino hacia 2019 está plagado de condicionalidades. Los escenarios económicos que plantearon los funcionarios del FMI y el Gobierno meses atrás (bueno, neutro, malo) hoy parecen transitar por el peor de los senderos.
La tasa de inflación, medida por el índice de precios al consumidor (IPC) del mes pasado (+3.1%) dejó a nuestro país al borde de incumplir con una de las metas pactadas, por lo que ya muchos dan por descontado que se deberá recurrir a un waiver o perdón y sentarse a renegociar.
Calculadora en mano, en el escenario adverso en que el Estado Nacional no pueda renovar los vencimientos de letras del Tesoro que vencen de aquí en adelante, las necesidades de financiamiento del Estado Nacional se ubicarán entre los 7.000 y 10.000 millones de dólares para el año entrante.
La cifra en sí no parece demasiado abultada, y de hecho se ha dejado trascender desde el Gobierno que esta brecha bien podría ser cubierta con un préstamo directo del Tesoro estadounidense o con un adelanto en el cronograma de desembolsos pactados con el FMI.
Lo que este tipo de análisis no contempla es lo que sucede por debajo de la superficie. ¿Qué ocurre con las provincias que durante estos años han tomado un fuerte endeudamiento en moneda extranjera? ¿Qué ocurre con las empresas?
El panorama de las provincias es muy complejo, con una recaudación en pesos, varios de los distritos más grandes, entre los que se encuentran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe poseen más de 75% de su endeudamiento en moneda dura y enfrentan varios vencimientos en los próximos años, por lo que la devaluación del 60% en lo que va del año ha golpeado severamente sus arcas.
Por su parte, las empresas también enfrentan vencimientos en moneda extranjera, y si bien muchas de ellas tienen la posibilidad de generar dólares a través de sus actividades comerciales u obtener líneas de financiamiento con sus casas matrices, es probable que dado el alto costo de financiamiento que atraviesa la Argentina (riesgo país en torno a los 700 puntos), las eventuales refinanciaciones de los próximos compromisos se conviertan en un verdadero desafío.
Sin ir más lejos, la petrolera Estatal YPF posee, según sus estados contables al 30 de junio del corriente, pasivos no corrientes originados en préstamos en dólares por 6.398 millones, mientras que la deuda de corto plazo por el mismo concepto asciende a 1.621 millones.
Ante la “tormenta” que atraviesa nuestro país, tanto provincias como empresas han tenido que postergar sus planes de salir al mercado a captar financiamiento. La apuesta es que la situación se normalice en los próximos meses y el costo de financiamiento retorne a niveles más lógicos, pero por el momento esto no deja de ser una mera expresión de deseo.
Hace ya varios años, el economista Paul Krugman introdujo el concepto de “profecías autocumplidas” al intentar explicar una nueva modalidad de crisis financieras, de manera muy sintética enfatizaba la importancia de las expectativas de los jugadores del mercado a la hora de desencadenarla: si muchos creen que la crisis es posible, sucederá.
Ante la crisis del mexicana del “Tequila” de 1994, este tipo de expectativas fueron encauzadas a partir de un amplio programa de asistencia del FMI, que logró alinear expectativas y contener los coletazos que también habían golpeado a la Argentina.
Frente a lo que se percibió como una crisis de desconfianza, el Gobierno decidió acudir rápidamente al FMI. Mismo problema, misma solución. Pero esta vez el truco parece no haber funcionado. ¿Qué salió mal? ¿La dosis no fue suficiente? El gobierno parece inclinarse por la segunda opción, por eso intenta asegurar más desembolsos que terminen de convencer al mercado, “a billetazo limpio”.
O tal vez el problema esté en otro lado.