Mi hijo de 8 años me enfrenta y quiere retarme ¿qué hago?

Se adelantó la adolescencia, pero tanto? Muchos padres son desafiados por sus hijos de 8 años y hasta se animan a decirles qué tienen que hacer. Guía imprescindible para decodificarlos y saber cómo seguir teniendo autoridad.
Por: Tati Ruhstaller

Este cuestionamiento surge en las familias cada vez con más frecuencia. Son situaciones delicadas que muchos padres no saben cómo abordar. Cada familia responde de manera distinta. Algunos los dejan “hacer” como para evitar la vergüenza del momento, otros responden con agresión, duplicando así la apuesta, otros ignoran y otros simplemente justifican que sus hijos “salieron así”. Como si esto que ocurre fuere inherente a ellos y no a la crianza que están recibiendo.

Como señala Tomas Murray, licenciado en psicología, “Podemos pensar el reto como un combate a duelo, un desafío. Cuando el niño desafía o reta al padre, y éste no sostiene su función, lo deja frente al vacío. Cuando el niño reta a sus padres lo que en realidad hace es buscar un referente que ponga límites a esa demanda. Lo que está buscando es saber si el adulto está ahí; la presencia del padre ejerciendo su función.”

Cuando estas conductas se sostienen en el tiempo nos obligan a re pensar nuestro rol. El principal problema ante la repetición de estos retos y desafíos por parte de los hijos es la falta de normas y límites claros.

Esto indica que están manteniendo una jerarquía de igual a igual con sus padres. No aceptan un “no” como respuesta, pegan, insultan, cuestionan de mala manera o hasta incluso los muerden.

Estos niños que luchan constantemente contra la autoridad muestran falta de límites y contención. Tienen problemas para seguir las reglas y eso merece que empecemos a pensar el camino de la paternidad. Ejercer sabiamente la autoridad supone una ardua tarea. Una tarea constante y sostenida en el tiempo.

Los niños caprichosos, llamados hoy en día “tiranos” son aquellos con baja tolerancia a la frustración. Aquellos que amenazan y amedrentan a sus padres, generalmente en público. Suelen retarlos y desafiarlos, y así dejan en evidencia quienes tienen el poder, ellos.

Estas conductas merecen que trabajemos con rapidez, sobre todo cuando son más pequeños. Sin confundir autoridad con autoritarismo hay que lograr enmarcar y controlar a ese niño, porque eso es lo que esta pidiendo. ¿Cómo? Poniendo límites claros y dándole herramientas para que sea capaz de lidiar con sus emociones.

Algunas sugerencias importantes:

  • No negociar con él. Hacerse respetar como padre, como autoridad. Para ello los límites son una condición.
  • No reaccionar con violencia. Si reaccionamos de la misma manera en que lo hacen ellos asumirán el maltrato como algo normal. En esos momentos es importante poder actuar tranquilos, respirar hondo y esperar para hablar. Reaccionar de manera agresiva es contraproducente y nos deja en un lugar que copiaran rápidamente. Tampoco podemos abordarlo para hablar sobre el tema en el momento en que ocurre su explosión. Hay que buscar y generar espacios y momentos de encuentro.
  • Educar en la empatía. Siempre aconsejo a los padres que es bueno mostrar empatía. Nuestros hijos muchas veces no saben cómo manejar sus emociones. Reaccionan como pueden y van buscando nuestra guía. En lugar de retarlos, es aconsejable poder escucharlos, comprenderlos e ir dándole recursos para que lentamente aprendan a lidiar con aquello que les pasa.

Contarles que nosotros también sentimos lo que ellos sienten y enseñarles como lo resolvemos, es un buen recurso. A ellos los alivia y los va ayudando a pensar en su propia búsqueda de herramientas.

  • Fomentar el vínculo y el afecto. Hablar. Mostrarles cuánto los queremos. Detallarles lo que esperamos de ellos. Ponerlo en palabras. Que sean conscientes de esto, que esté conversado. Así como también poder pensar juntos que significa “portarse bien”, cuales son las conductas aceptables y cuales no.
  • Predicar con el ejemplo es nuestro deber. Si esperamos que no sean agresivos ni pierdan el eje a menudo, debemos mostrar calma aun cuando los retamos. Podemos estar enojados, decepcionados y angustiados, pero no debemos ser violentos ni agresivos con ellos. Mostrar que podemos controlar nuestros impulsos.
  • No llenarlos de normas. Elegir las batallas. No podemos batallar todo el tiempo. Porque sería un desgaste para la relación.
  • Enseñarles que todas nuestras acciones tienen consecuencias. La firmeza y la constancia son condiciones para generar el habito. Los niños deben saber que ante una conducta inaceptable vendrán consecuencias por ese accionar.
  • Ser constantes y perseverantes.
  • Reforzar las conductas buenas. Reconocerlas y felicitarlos.
  • No poner etiquetas. Las etiquetas lo único que hacen es dar nombre y caratular. Se porta así porque es “negativista desafiante”. En vez de pensar que se porta así porque no estamos haciendo lo que debemos hacer como padres.

Tenemos que pensarnos a nosotros en nuestro rol, así como también nuestra dinámica familiar. Esto no es inherente al niño. Esto es consecuencia de varios factores. Etiquetar rotula y permite a los padres escudarse en eso, en lugar de re pensar la función que les compete.

  • Estas conductas las podemos ver como oportunidades de aprendizaje. De la interacción social se aprende. De la dinámica familiar también. Debemos ir ajustando lo que observamos que no está funcionando.
  • Identificar la emoción, poner palabras cuando no las hay y aliviar a través de la empatía. Para poder enseñar todo esto es necesario crear un vínculo de confianza y sostén. No hay que bajar la guardia. Hay que ser constantes, alojar el dolor, el enojo y cualquier emoción que los invada.
  • En lugar de retarlo probar con enseñarle a manejar sus emociones de la mejor manera posible.

 

Recursos posibles:

Los textos son un muy buen recurso. La literatura infantil ofrece abordar distintos temas a través de historias con las cuales se pueden sentir identificados. Leerles una y otra vez el mismo cuento tiene sentido. Disfrutan mucho la repetición de la lectura.

Algunas películas infantiles también son excelentes recursos como disparador. A partir de algunas escenas, que deben ser previamente seleccionadas se pueden encarar diálogos familiares acerca de cómo se resolvió ese problema. Qué hubiesen hecho ellos en la misma situación. Que hubiesen esperado de sus padres si les pasase eso, etc.

Yoga para niños es una excelente técnica para aprender a relajarse, respirar y estar tranquilos.

Para los más chicos un excelente juego de descarga es la masa. Así como también las pelotas anti estrés.

La autora tiene veinte años de experiencia en educación, es Lic. en Psicopedagogía .Matricula N°7492-2004

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