Alarmante: el FMI pide más ajuste y los dólares de la cosecha tardan en llegar

La esperada cosecha récord no está generando el ingreso de divisas previsto y la economía sigue por la cornisa.
Por: Santiago Cámpora @santiagocampora

Cuando el año pasado el Gobierno decidió acudir de urgencia al FMI, el acuerdo suscripto fue presentado como equilibrado, ya que si bien imponía un fuerte ajuste del gasto público dejaba espacio para atender algunos gastos sociales más urgentes, de ser necesario.

Los principales responsables de la política económica y algunos consultores se aventuraban a pronosticar una recuperación rápida, “en forma de V”, que dejaría a la coalición gobernante en una posición expectante para los comicios presidenciales de este año.

Lo paradójico de la situación es que para el momento en que el primer acuerdo ya había fracasado, y se encontraba bajo negociación el segundo, el propio organismo internacional publicaba un documento de política donde advertía sobre los efectos adversos de los procesos de consolidación fiscal.

Allí, se revisaba la evidencia acumulada para varios países latinoamericanos en años recientes afirmando que los efectos desfavorables sobre la economía son superiores a lo que usualmente se cree, y que el impacto sobre desempleo, consumo e inversión por ende es superior y duradero.

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Naturalmente esta visión técnica del fondo contrastaba abiertamente con lo que se pretendía comunicar desde lo político: el esfuerzo de los argentinos sería pasajero y sentaría las bases para -esta vez definitivamente- crecer de manera sostenida.

Actualmente nos encontramos con la “sorpresa” que las metas de recaudación no cierran y que hará falta un mayor ajuste. Entre las medidas sugeridas se mencionan una reducción de subsidios económicos, la suba del IVA para algunos bienes y servicios con alícuota diferenciada y en líneas generales la eliminación de exenciones impositivas.

Los efectos de estas políticas serán previsiblemente una mayor presión sobre los menguantes bolsillos de los ciudadanos, ya sea a través de mayores tarifas de servicios públicos o de un incremento en el precio final de bienes que hoy tributan menos impuestos, entre ellos algunos de la canasta básica.

Desde el lado de aquellos que ven el vaso medio lleno está la apuesta a que la liquidación de agrodólares empiece a mostrar una dinámica virtuosa en la economía. En lo inmediato, una mayor liquidación de divisas por parte de los exportadores quitará presión sobre el tipo de cambio, en lo mediato, es probable que alcance para dinamizar sectores vinculados como el comercio y la logística en varios puntos del interior de nuestro país.

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La pregunta a esta altura es si esto será suficiente. Si bien la cosecha parece venir en línea con las mejores performances de años recientes, la liquidación de exportadores hasta ahora ha sido regular. Según un reciente informe de CIARA, la liquidación del primer trimestre fue un 10,5% inferior al año 2018, totalizando los 4.189 millones de dólares.

Así las cosas, estamos en un escenario de equilibrios múltiples, donde no parece suficiente repetir que el Estado Nacional tiene cubiertos sus vencimientos de deuda para el año en curso sin dejar de comprender que los factores políticos ante un año electoral pueden desencadenar situaciones donde la confianza se desvanezca rápido.

En este juego donde lo político y lo técnico se entremezclan y retroalimentan no hay que perder de vista que haber alimentado un escenario binomial en lo electoral es una apuesta por demás arriesgada, cuya incertidumbre asociada paraliza tanto a consumidores como inversores.

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La resistencia a dar malas noticias, como se intuye sucedió con el acuerdo con el Fondo Monetario, es una sábana corta que trae aparejada una desilusión en cuotas cada vez que la realidad se impone irremediablemente.

Lamentablemente, la representación más somera del estado de nuestra economía son los canales de televisión apuntando en vivo las pantallas de la city con la cotización del dólar. Hacia adelante, parece difícil salir de esta dinámica del minuto a minuto, configurando una instantaneidad que obtura cualquier tipo de discusión de –al menos- un mediano plazo.

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