En los últimos tiempos se ha hablado mucho sobre la inclusión escolar. Cómo lograr que un niño con la condición del espectro autista pueda aprender en un aula y seguir la currícula en una escuela. Sin embargo, hay un aspecto de la inclusión de la que casi nadie se ocupa: cuando suena el timbre y los alumnos tienen que salir al recreo.
En ese momento, todas las teorías colapsan porque es la hora del juego libre y quizás el momento más difícil de enfrentar para un chico con conductas estructuradas. No saben qué hacer; los abruma el bullicio; la dificultad de acercarse a un otro y se atormentan por una cantidad infinita de estímulos sensoriales. En general, el recreo parece no estar en los planes de las adecuaciones escolares.
Maximiliano Lombardo es licenciado en Educación Física, máster en psicomotricidad, máster en Psicología de la Actividad Física, Miembro del Servicio de Autismo del Hospital Italiano y confundador de TEA MyD. Desde este último espacio, junto a su socio Marcelo Biasatti, crearon un proyecto para fomentar los recreos inclusivos. “Yo siempre me pregunto qué pasa con esos chicos cuando salen al patio. La realidad es que es en el recreo donde más se ponen en juego las habilidades sociales, el compartir con otros, la comprensión del contexto social y pedirle a un par que juegue conmigo. Si los chicos no tienen los apoyos necesarios para poder jugar en un patio, quedan excluidos», explica Lombardo.
En ese sentido, juegos tradicionales pueden convertirse en un gran escollo para niños con TEA y dejarlos afuera del ámbito social. Lombardo entonces pensó en la posibilidad de que en los patios de los colegios se puedan pintar ciertos juegos, acompañados de pictogramas o claves visuales para comprender cómo jugarlos. Y que además una persona de su equipo pueda concurrir al colegio a enseñar las reglas.
«El juego adquiere un papel fundamental en el desarrollo integral del niño. Durante esta etapa, las capacidades psicomotrices, cognitivas y socioafectivas se desarrollan en paralelo y necesitan ser experimentadas una y otra vez por el niño», asegura Lombardo.
En los recreos inclusivos habría diez juegos diferentes que pretenden estimular las áreas cognitivas, emocionales y motoras: mejorar la lógica y el razonamiento; construir la capacidad de expresarse y de entender sentimientos propios y ajenos e integrar estímulos sensoriales a escala cognitiva.
De esta manera, la mancha, el tatetí o la rayuela podrían ser de gran ayuda para que niños con TEA se sientan parte del recreo de una escuela y no tengan que pasar esos minutos que se supone que son de desahogo, solos en un rincón.
«La manera es yendo a los colegios, trabajando con todo el grado, haciendo actividades participativas. Es una forma de que no solo esa persona sino también sus compañeros puedan aprender a jugar y a jugar con él», indica.
BorderPeriodismo: ¿Qué es la inclusión ludomotriz?
Lombardo: Planteamos que hoy en día se cree que una persona con discapacidad, una persona con autismo, tiene que estar incluida en un ambiente social, neurotípico por llamarlo de alguna forma. Pero la realidad es que si nosotros nos consideramos neurotípicos, no estamos incluidos las 24 horas del día en el ambiente. Yo muchas veces me siento excluido de un montón de lugares. Si me junto con amigos a los que les gusta el fútbol y a mí no, me quedo afuera. Entonces, ¿por qué queremos exigirle a una persona que tiene autismo que esté incluido las 24 horas? Le decimos a una persona que tiene dificultades para incluirse, que debe estar incluida las 24 horas y nosotros, que no tenemos esas dificultades, no lo estamos. Es un poco rara la realidad del concepto de inclusión que hay.
Por eso, nuestro planteo es que hay que empezar por una inclusión que vaya de lo micro a lo macro. Si ese chico puede participar cinco minutos de una actividad y que después esos cinco minutos se transformen en seis, en siete, en diez.
Para nosotros la inclusión son aquellos momentos en donde son observados subjetivamente en un tiempo determinado y en un espacio determinado en los que esa persona se siente valorada. Pueden ser cinco minutos o una hora.
BorderPeriodismo: ¿Cómo se sabe cuándo empieza o debe terminar esa fracción de tiempo?
Lombardo: Desde nuestra experiencia, lo que siempre repetimos es que si ese chico pudo jugar tres minutos a ese juego, tenemos que pensar que estuvo tres minutos incluido. Eso te da la pauta. Ahora, lo que tenemos que lograr con apoyos, enseñando, trabajando en las terapias, es que esos tres minutos se puedan convertir en cinco o en diez y hasta quizás en un recreo completo. Pero empecemos por algo chiquito. Te pongo un ejemplo común. En los colegios se juega a la mancha. Que ese chico pueda correr a otro y tocarlo aunque después no quiera jugar más, ese ratito estuvo incluido en ese juego. Lo que hay que trabajar después es que pueda seguir jugando después de tocarlo y que juegue un poquito más.
BorderPeriodismo: ¿Son juegos pensados específicamente para chicos con autismo?
Lombardo: Tenemos el concepto de que los apoyos visuales, los juegos organizados y tener consignas claras y simples no sólo le sirve a las personas con autismo sino que les sirve a todos. Probablemente, por las dificultades que tienen los chicos con autismo, les sirva más a ellos pero a los demás también.
BorderPeriodismo: Los recreos se suelen asociar a chicos corriendo, caos… ¿son momentos especialmente conflictivos para chicos con autismo?
Lombardo: Es un momento conflictivo cualquier ambiente de la sociedad por la cantidad de estímulos. Muchos chicos con autismo tienen serias dificultades para procesarlos.Todos nos movemos de acuerdo a los estímulos que recibimos constantemente, desde lo visual, lo auditivo, etcétera. En un aula los estímulos bajan un poco porque habla un solo profesor, porque todo está más ordenado. Ahora, cuando salimos al recreo eso es distinto. Y si yo no puedo procesar qué estímulos son relevantes y cuáles no, puede ser un caos. El acto motor se genera en base a los estímulos que recibimos y, si no los puedo procesar bien, me voy a mover de forma dificultosa. Hay una corriente que ahora piensa en la integración sensorial. Si tengo dificultades a nivel sensorial, si recibo mal los estímulos, la reacción de mi movimiento va a ser mala.